En muchos hogares cubanos la falta de agua potable es una constante. Tras días sin este preciado servicio, la mayoría tiene, como única opción, las pipas que tardan en llegar o deben ser pagadas a precios imposibles para quien sobrevive con el salario medio de un trabajador.
En las afueras de la ciudad de Sancti Spíritus vive la activista Yorsikelín Sánchez. En su caserío se sirven de agua de pozo, pero dentro de la ciudad falta el suministro de agua, constantemente, por los cortes eléctricos. Al llegar a restablecerse el servicio, el agua no es tan potable como debe ser para el consumo humano, aseguró Sánchez.
“La del pueblo muchas veces viene revuelta, revuelta, negra que aquello no hay dios que se la tome. Hay gente que la deja dos o tres días asentada; otros cogen y le echan cloro; otros, cogen unos paños de gasa y la cuelan... [El agua] viene con tierra”, explicó Sánchez.
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En municipios como Consolación del Sur y Minas de Matahambre, en Pinar del Río, los ciclos de abasto de agua potable son bastante extendidos y una gran cantidad de personas recibe el agua en pipas, según el reporte de un medio estatal.
Pero también en áreas de la localidad de San Juan y Martínez, según dijo a Radio Martí el activista Leodán Suárez, residente del barrio El Paradero, enfrentan esta crítica situación con el agua, porque desde el paso del huracán Ian aún no tienen servicio eléctrico.
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Según Suárez, una pipa de agua potable tiene que ser comprada entre varias familias porque su precio sobrepasa los mil pesos cubanos.
“Nosotros las hemos pagado a 1.500 CUP, pesos cubanos, lo que somos varias casas. Nos reunimos y ponemos un poquito cada uno”, relató Suárez.
Recientemente, el Observatorio Cubano de Derechos Humanos publicó su último informe llamado “Cuba se hunde en la extrema pobreza y la mayoría desaprueba la gestión del gobierno”, en el cual reveló que el 15% de las viviendas en Cuba no cuenta con suministro de agua potable.
En la isla, existen hogares donde nunca ha llegado ese servicio.