A dos años de su detención, el líder opositor José Daniel Ferrer permanece en celda de aislamiento, sin derecho a visitas ni llamadas telefónicas. El martes pasado, las autoridades penitenciarias volvieron a negarle la visita conyugal reglamentaria al líder opositor y su esposa, Nelva Ismaray Ortega.
Ferrer está en un calabozo de castigo desde el 14 de agosto de 2021, en la prisión santiaguera Mar Verde, y desde el 15 de marzo de este año, tiene exigua interacción con otros seres humanos.
Investigaciones han demostrado que este tipo de castigo puede provocar daños a la salud mental del individuo: ansiedad, depresión, psicosis, entre otros. Igual puede desatar enfermedades físicas como cefaleas crónicas, disminución de la vista, trastornos digestivos y fatiga.
Las reglas sobre el tratamiento a los reclusos de Naciones Unidas prohíben el aislamiento indefinido y prolongado, el encierro en una celda oscura o permanentemente iluminada. La normativa estipula que dicha sanción disciplinaria sólo puede imponerse en circunstancias excepcionales, y que extenderla por más de 15 días es tortura.
“Estamos muy preocupados por la valiosa y preciada vida de mi hermano José Daniel. Desde su injusto encierro sobrevive en condiciones extremas de crueldad, confinado en una pequeña y reducida celda de aislamiento, preparada tecnológicamente para torturarlo, tanto física como psicológicamente, lugar donde solo ve a los guardias escogidos por la dictadura y expuesto al calor de un bombillo que mantienen encendido,”, dijo a Martí Noticias la hermana del preso político, Ana Belkis Ferrer.
El 15 de marzo pasado, el Arzobispo de Santiago de Cuba, Monseñor Dionisio García Ibáñez, obtuvo permiso para visitar en la cárcel al opositor encarcelado. Al salir de su encuentro con Ferrer, se negó a dar detalles.
“Quisiera verlo más a menudo, pero no puedo, no tengo esa oportunidad, digámoslo así”, explicó el jueves pasado el obispo santiaguero a Martí Noticias.
“Yo, como sacerdote, voy, lo atiendo sacerdotalmente, conversamos mucho. Nos conocemos hace mucho tiempo. Siempre estoy dispuesto a atenderlo, y me mantengo en comunicación con la familia”, indicó.
Ana Belkis Ferrer se refirió también a las condiciones de la celda donde el preso político pasa cada minuto rodeado por cuatro paredes y un bloque de hormigón que hace las veces de cama.
“Convive con mosquitos, hormigas y roedores. Semidesnudo, en ropa interior, en medio de un calor insoportable y sin agua, la cual, además, es sucia y contaminada. Con un sinnúmero de patologías inducidas, y sin atención médica ni medicamentos, a menos que se los enviemos desde el exterior. Sin permitirle lápiz ni hojas blancas. Durante días, se le niega el derecho a recibir los rayos de sol”, describió la hermana del preso político.
Para Ana Belkis, Ferrer está en riesgo permanente de recibir agresiones contra su integridad física y psíquica.
“El 12 de diciembre del pasado año fue brutalmente golpeado hasta quedar inconsciente”, afirmó. “Cualquier otra persona, en su lugar, no hubiese podido soportar. Gracias a Dios, y a su voluntad inquebrantable, aún permanece en su sano juicio y con vida”.
El líder opositor “siempre fue, y continúa siendo, un ejemplo de sacrificio, entrega, determinación y valentía; un gran guía, no solo para mí, la familia, sino también para todos los cubanos, para todas las personas amantes de la verdad, la justicia y la libertad”, resaltó Ana Belkis Ferrer.
En su último mensaje, grabado por su esposa en una llamada telefónica, Ferrer rememoró su primera prisión política, cuando en 2003 fue encarcelado durante la Primavera Negra de Cuba: “Fueron años de torturas físicas y psicológicas, de golpizas, huelgas de hambre en sucias, pestilentes y oscuras, celdas de castigo. Hambre, enfermedades provocadas y sin la debida atención médica, persecución y violencia contra la familia”.
En 2011, Ferrer fue liberado bajo la figura de licencia extrapenal. Meses más tarde fundó una de las organizaciones más importantes y nutridas del movimiento opositor cubano: la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), que llegó a agrupar más de cinco mil personas.
La UNPACU, por años, brindó apoyo a los desamparados, a los más vulnerables, a través de los comedores establecidos en viviendas para proporcionarles alimentos a los más pobres, así como ayuda monetaria y servicios gratuitos de reparaciones de viviendas.
“A los vecinos que pasaban necesidad les regalaba pescado, viandas y los ayudaba en todo lo que podía. Yo quiero decir al mundo que mi hijo está en muy malas condiciones en la prisión de Mar Verde y que sea ayudado por todos los que tengan potestad para hacerlo”, señaló la madre de Ferrer, Amelia García Vega.
“Mi hijo no merece lo que está pasando: torturas, hambre, enfermedades. Yo, como madre, estoy sufriendo mucho”, lamentó la mujer.