Me movía la curiosidad que despierta ver a un grupo de jóvenes enarbolando consignas y posturas que hicieron época en las dos primeras décadas del siglo XX.
Mirian Celaya, en su blog Sin Evasión, ofrece un recuento pormenorizado de las actividades de este fin de semana en La Habana en apoyo a los indignados de que salieron hoy martes 15 a protestar en varias ciudades de Occidente.
El pasado sábado 12 de mayo, a las 2 pm me dispuse a participar en un mitin convocado por los animadores de la “Red Protagónica Observador Crítico” desde su Web, cuyo objetivo declarado era apoyar a los movimientos de indignados del mundo capitalista –se referían al capitalismo foráneo, claro está– y que habría de celebrarse en el parque de Belascoaín y Carlos III, a escasas tres cuadras de mi casa. Como en nuestro propio país hay tantos motivos de indignación y también contamos con un creciente número de desempleados que no acaban de decidir si indignarse o abrir un chiringuito de frituras, pensé que quienes se autodenominan protagonistas y creen defender los intereses del proletariado tendrían algo bajo la manga. No me lo perdería por nada del mundo, pensé.
Así, pues, decidí acercarme por allí a ver de qué iban esta vez los socialistas “verdaderos” que en frecuentes ocasiones han sido críticos con el gobierno desde su web y hasta tienen algunas propuestas más reformadoras que las del General, al menos en teoría. Para ser honesta, confieso a mis lectores que al dirigirme al parque también me movía la curiosidad que despierta ver a un grupo de jóvenes enarbolando consignas y posturas que hicieron época en las dos primeras décadas del siglo XX. Para mí era algo así como visitar el parque jurásico de la ideología. Me encanta acercarme a las antigüedades, que no por gusto fui arqueóloga.
Lamentablemente, no pude llegar siquiera. Resultó que a mitad del parque me hicieron detener los compañeritos de la policía política y abortaron mis buenísimas intenciones. Para mi extraordinaria suerte, mi amigo y colega Eugenio Leal, que ya estaba en el lugar, acudió en mi apoyo al verme en tan dudosa compañía, así que la Gestapo tropical decidió incluirlo en el tour, de modo que no me aburrí en lo absoluto: nos montaron a ambos en una patrulla y nos fletaron para las calles 42 y 35, en el municipio Playa, donde nos informaron que allí terminaba nuestro paseo. Seguramente ya habían gastado suficiente gasolina de la que les asigna Chávez.
Aquí quiero hacer una acotación justiciera: nos condujo la policía uniformada de azul, es decir, agentes del orden, no los de la Gestapo. Fueron respetuosos. No nos esposaron, no nos registraron, ni siquiera agarraron mi bolso. Eugenio y yo, durante el trayecto, fuimos comentando entre nosotros algunos detalles de exposiciones y performances de la Bienal que por estos días se desarrolla en La Habana, sin ser interrumpidos por los silenciosos agentes. Al final nos devolvieron los móviles sin siquiera mirarlos y nos hicieron bajar de la patrulla. Tanto Eugenio como yo tuvimos la impresión que los policías nunca entendieron por qué les habían ordenado alejarnos del acto. Nosotros tampoco.
Mientras, otros amigos sí pudieron asistir al acto, de manera que tengo información de primera mano, nada menos que de un periodista de verdad: Reinaldo Escobar, quien me narró los detalles. Así fueron las cosas: Los cuatro gatos del Observatorio Crítico que estaban allí desplegaron un cartel que decía “Abajo los capitalismos” (no especificaban si el capitalismo de Estado instaurado en Cuba estaba incluido en ese pedido; ellos son un poco más crípticos que críticos) y otro que rezaba “Si piensas como burgués vivirás como un esclavo” (aquí comprendí que la teocracia verdeolivo no es más que un atajo de esclavos y he sentido un gran consuelo); leyeron una especie de comunicado y cantaron la Internacional. Todo terminó en unos 15 minutos. No estoy bromeando señores.
Hoy lunes he entrado ante todo en su portal web y he conocido otros detalles, como el apoyo que recibieron dizque del secretario del PCC municipal. No tuve noticias por parte de algunos testigos sobre la combinación de “alegría y coraje” que iban a mostar los animadores. En todo caso, no se precisa de mucho coraje en Cuba si se cuenta con el apoyo del PCC. También me sorprendió que algunos de ellos manifestaran cierta incomodidad por la moderada expectativa que se creó en torno a su acto; se supone que cuando se convoca desde una web la respuesta esperada sea la asistencia. Las conspiraciones no son una modalidad política que se anuncie. De eso se trata la Internet. Cuando se compra cabeza no hay que cogerle miedo a los ojos. O quizás solo se trate de miedo escénico.
Al final, creo que los saboteadores de la actividad –me refiero a la combinación Gestapo-PNR– nos hicieron un gran favor a Eugenio y a mí. De haber asistido a semejante recital creo que hubiese sentido la misma impresión de anacronismo y vergüenza ajena que cuando en el mercado Carlos III ponen a toda voz por los altoparlantes al dúo Pimpinela. En lugar de sufrir semejante espectáculo, pude disfrutar de un par de cervecitas frías en la compañía siempre grata de un buen y viejo amigo.
Debo reconocer también que esperaba más de los muchachos del Observatorio. A veces he leído artículos verdaderamente interesantes y valientes en su boletín, aunque no comparta sus simpatías políticas y su añoranza marxista. Creo firmemente que todos debemos tener cabida en nuestro país y tampoco un poco de folklore político le hace daño a nadie. Sin embargo, en mi opinión deberían hacer una revisión de los títulos con que se presentan: Red Protagónica Observatorio Crítico resulta un poco pomposo, digo yo. Al menos, si juzgamos por el acto del pasado sábado, no son exactamente una red, ni tampoco tan observadores, ni tan críticos. Y si algo protagonizaron allí, fue su récord de escasa convocatoria entre sus propios hermanos de causa. ¡Vamos muchachos, un poco más de modestia… y de entusiasmo!
El pasado sábado 12 de mayo, a las 2 pm me dispuse a participar en un mitin convocado por los animadores de la “Red Protagónica Observador Crítico” desde su Web, cuyo objetivo declarado era apoyar a los movimientos de indignados del mundo capitalista –se referían al capitalismo foráneo, claro está– y que habría de celebrarse en el parque de Belascoaín y Carlos III, a escasas tres cuadras de mi casa. Como en nuestro propio país hay tantos motivos de indignación y también contamos con un creciente número de desempleados que no acaban de decidir si indignarse o abrir un chiringuito de frituras, pensé que quienes se autodenominan protagonistas y creen defender los intereses del proletariado tendrían algo bajo la manga. No me lo perdería por nada del mundo, pensé.
Así, pues, decidí acercarme por allí a ver de qué iban esta vez los socialistas “verdaderos” que en frecuentes ocasiones han sido críticos con el gobierno desde su web y hasta tienen algunas propuestas más reformadoras que las del General, al menos en teoría. Para ser honesta, confieso a mis lectores que al dirigirme al parque también me movía la curiosidad que despierta ver a un grupo de jóvenes enarbolando consignas y posturas que hicieron época en las dos primeras décadas del siglo XX. Para mí era algo así como visitar el parque jurásico de la ideología. Me encanta acercarme a las antigüedades, que no por gusto fui arqueóloga.
Lamentablemente, no pude llegar siquiera. Resultó que a mitad del parque me hicieron detener los compañeritos de la policía política y abortaron mis buenísimas intenciones. Para mi extraordinaria suerte, mi amigo y colega Eugenio Leal, que ya estaba en el lugar, acudió en mi apoyo al verme en tan dudosa compañía, así que la Gestapo tropical decidió incluirlo en el tour, de modo que no me aburrí en lo absoluto: nos montaron a ambos en una patrulla y nos fletaron para las calles 42 y 35, en el municipio Playa, donde nos informaron que allí terminaba nuestro paseo. Seguramente ya habían gastado suficiente gasolina de la que les asigna Chávez.
Aquí quiero hacer una acotación justiciera: nos condujo la policía uniformada de azul, es decir, agentes del orden, no los de la Gestapo. Fueron respetuosos. No nos esposaron, no nos registraron, ni siquiera agarraron mi bolso. Eugenio y yo, durante el trayecto, fuimos comentando entre nosotros algunos detalles de exposiciones y performances de la Bienal que por estos días se desarrolla en La Habana, sin ser interrumpidos por los silenciosos agentes. Al final nos devolvieron los móviles sin siquiera mirarlos y nos hicieron bajar de la patrulla. Tanto Eugenio como yo tuvimos la impresión que los policías nunca entendieron por qué les habían ordenado alejarnos del acto. Nosotros tampoco.
Mientras, otros amigos sí pudieron asistir al acto, de manera que tengo información de primera mano, nada menos que de un periodista de verdad: Reinaldo Escobar, quien me narró los detalles. Así fueron las cosas: Los cuatro gatos del Observatorio Crítico que estaban allí desplegaron un cartel que decía “Abajo los capitalismos” (no especificaban si el capitalismo de Estado instaurado en Cuba estaba incluido en ese pedido; ellos son un poco más crípticos que críticos) y otro que rezaba “Si piensas como burgués vivirás como un esclavo” (aquí comprendí que la teocracia verdeolivo no es más que un atajo de esclavos y he sentido un gran consuelo); leyeron una especie de comunicado y cantaron la Internacional. Todo terminó en unos 15 minutos. No estoy bromeando señores.
Hoy lunes he entrado ante todo en su portal web y he conocido otros detalles, como el apoyo que recibieron dizque del secretario del PCC municipal. No tuve noticias por parte de algunos testigos sobre la combinación de “alegría y coraje” que iban a mostar los animadores. En todo caso, no se precisa de mucho coraje en Cuba si se cuenta con el apoyo del PCC. También me sorprendió que algunos de ellos manifestaran cierta incomodidad por la moderada expectativa que se creó en torno a su acto; se supone que cuando se convoca desde una web la respuesta esperada sea la asistencia. Las conspiraciones no son una modalidad política que se anuncie. De eso se trata la Internet. Cuando se compra cabeza no hay que cogerle miedo a los ojos. O quizás solo se trate de miedo escénico.
Al final, creo que los saboteadores de la actividad –me refiero a la combinación Gestapo-PNR– nos hicieron un gran favor a Eugenio y a mí. De haber asistido a semejante recital creo que hubiese sentido la misma impresión de anacronismo y vergüenza ajena que cuando en el mercado Carlos III ponen a toda voz por los altoparlantes al dúo Pimpinela. En lugar de sufrir semejante espectáculo, pude disfrutar de un par de cervecitas frías en la compañía siempre grata de un buen y viejo amigo.
Debo reconocer también que esperaba más de los muchachos del Observatorio. A veces he leído artículos verdaderamente interesantes y valientes en su boletín, aunque no comparta sus simpatías políticas y su añoranza marxista. Creo firmemente que todos debemos tener cabida en nuestro país y tampoco un poco de folklore político le hace daño a nadie. Sin embargo, en mi opinión deberían hacer una revisión de los títulos con que se presentan: Red Protagónica Observatorio Crítico resulta un poco pomposo, digo yo. Al menos, si juzgamos por el acto del pasado sábado, no son exactamente una red, ni tampoco tan observadores, ni tan críticos. Y si algo protagonizaron allí, fue su récord de escasa convocatoria entre sus propios hermanos de causa. ¡Vamos muchachos, un poco más de modestia… y de entusiasmo!