Dos temas muy abarcadores, tiernos, hondos y apostólicos resumen el inspirador viaje del papa Francisco a Cuba.
El tema de más calado histórico es definitivamente el de la reconciliación, que incluye la "cultura del encuentro", de "tender puentes", de "romper muros" y para consolidarlo todo, pues, añadió la importancia del "diálogo" y de la "amistad social".
Este tema es trascendente, porque involucra al Gobierno dictatorial cubano, a la oposición heroica (fragmentada) y al pueblo cubano dolido de miserias, porque no hay posibilidad de reconciliación si alguno de estos factores no se comprometen en cuerpo y alma.
Los ejemplos de Suráfrica y de la Guerra Civil Española vienen de la mano. Una discriminación racial imponente (Suráfrica) y fusilamientos en masa por cada bando (España), fueron superados por el diálogo, el perdón y la reconciliación.
Hoy Suráfrica y España son dos democracias sólidas y potentes en África y Europa. Sabemos que hay diferencias entre Cuba y estos dos países, pero son caminos válidos que se pueden ajustar en la isla con paciencia y generosidad.
Pero talvez la mayor ternura del recorrido de Francisco por la isla cubana ante el pueblo cubano sufrido, la expresó el Santo Padre cuando pidió insistentemente que fuésemos pobres y dediquemos nuestras vidas a los que denominó "los más pequeños", a los que él llama los "descartes" de la humanidad, los que nadie quiere querer, con algunas excepciones humanitarias de ejemplaridad.
De ahí su insistencia en la familia, en el respeto a los abuelos, en que sirviéramos a los más pobres, a los enfermos, a los niños, a los presos: "porque tuve hambre y me diste de comer, estuve preso y me visitaste en prisión" (San Mateo 25).
Aquí precisamente le hizo una crítica a profundidad al régimen autoritario cubano, cuando dijo de forma directa y sin rodeos, que el servicio no se puede ideologizar. Eso es lo que ha hecho el llamado comunismo castrista durante más de medio siglo, servir políticamente y ocultar abusos y atropellos, aunque no ocultamos algún que otro beneficio en gratuidad.
Al despedirse de Cuba, en sus palabras en el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona de Cuba, el pontífice recalcó en la reconciliación y la vinculó a la "revolución de la ternura", que es la que proclama le Iglesia Católica para que cuidemos a los más pequeños, a los más pobres, a los que muchos no quieren tocar.
"Nuestra revolución", insistió el papa Francisco, "pasa por la ternura, por la alegría que se hace siempre projimidad, que se hace siempre compasión y nos lleva a involucrarnos, para servir, en la vida de los demás".
"Queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza y ser signo de unidad", agregó.
Por otra parte, no podemos ocultar la faceta política del viaje del papa Francisco por tres razones. Primero, porque el pontífice viaja como cabeza del estado Vaticano y eso lo obliga a cumplir con el marco del protocolo diplomático. Segundo, porque el Papa sirvió de facilitador del acercamiento diplomático entre Cuba y Estados Unidos para superar el aislamiento injusto por vía del diálogo. Tercero, porque el llamado a la reconciliación exige un reajuste urgente de la política oficial cubana imperante, algunos cambios de mentalidad en la oposición heroica para entender el nuevo camino, y la comprensión ante otras resistencias que no entienden la Nueva Realidad y la adversan.
Hace falta sembrar esperanzas. Nada será fácil ni rápido. El gran abrazo requiere que descrucemos los brazos. Y hay que entender que hay mucho dolor acumulado por superar.
Tengamos fe, porque este papa Francisco tiene mucho de Dios y de ese gran Salvador que conocemos por Jesús de Nazaret y porque el camino de la esperanza y del amor siempre son complejos…