Mariette Pathy Allen viajó de Nueva York a Cuba para descubrir con su lente cómo vive la comunidad transgénero en la isla.
“Yo veo a los transgéneros cubanos como una metáfora de Cuba; personas viviendo entre géneros y un país viviendo entre doctrinas,” dice la fotógrafa estadounidense Mariette Pathy Allen en el ensayo que presenta su libro de 80 fotografías sobre la comunidad transexual cubana.
A través de estas imágenes, con prefacio de la directora del Cenesex e hija de Raúl Castro, Mariela Castro, Allen refleja la vida cotidiana de personas transexuales y su relación con familiares, amigos y la comunidad en general, como un modo de reflejar la tolerancia a la diferencia sexual que va ganando espacio en la sociedad cubana.
Mariette ha dedicado 30 años de vida artística a retratar la vida de la comunidad transgénero estadounidense y también de otros países. En este caso puso su lente sobre la isla cubana, aprovechando una conferencia de la “Asociación Mundial Profesional para la Salud de los Transgéneros", en 2012 en La Habana.
Tres mujeres transgénero, Amanda, Nomi y Malú, se convirtieron en el centro de su proyecto fotográfico. Ellas le mostraron La Habana, sus familiares y amigos, incluso la llevaron a experimentar las largas colas para cambiar dinero o cargar los teléfonos celulares.
A Amanda, con quien tuvo una “conexión inmediata” la abordó en el club Las Vegas, en medio de un espectáculo musical de travestis. A los pocos días, un amigo fotógrafo le presentó a Nomi, “quien rebosaba de energía y buena voluntad”. A Malú, la persona que más le impresionó por ser “una líder nata, organizada, determinada y generosa”, la conoció en su segunda visita a la isla en 2013.
En esa ocasión, junto a Amanda y Malú, viajó a Matanzas, Cienfuegos, Camagüey y Santiago de Cuba para descubrir cómo vivían otros miembros de la comunidad.
El precio de ser diferente
Allen cuenta que a medida que se alejaban de la capital se podía ver más la discriminación. “No vi mucha rivalidad, pero sí mucha burla,” apunta en entrevista a Martí Noticias. Probablemente la estrecha amistad que mantienen con sus iguales sea lo que les ayude a lidiar con la actitud irrespetuosa de muchos.
La mayoría de las personas que Mariette conoció tenían buenas relaciones con sus madres, y momentos más duros con sus padres, pero “muchas familias se habían reconciliado a medida que pasaban los años”.
Sus frustraciones se refieren principalmente a la situación laboral, apuntó Allen durante la entrevista. Los niveles de pobreza en que viven muchas de las mujeres transexuales son “alarmantes” y las fotos son prueba de ello.
En su ensayo abunda que cuando alguien hace la transición de hombre a mujer las oportunidades de trabajo disminuyen y la prostitución se convierte en una de las únicas maneras que existen para sobrevivir.
Los maltratos en las escuelas y la falta de apoyo de los profesores son el origen de su bajo nivel de escolaridad y limitadas opciones laborales. Mariette confía en que una vez que eso mejore, ellos terminarán la escuela y disfrutarán los beneficios de una mejor educación.
La artista norteamericana menciona además las quejas sobre los pocos espacios de encuentro de que disponen.
Mariette se sorprendió al conocer de solamente dos casos de personas que han hecho la transición de mujer a hombre en Cuba. “Obviamente habrán muchos más – supone – pero están escondidos. Las personas asumen que son lesbianas y no se dan cuenta que son “trans”.
En el terreno romántico, Allen descubrió que las mujeres mayores anhelan un adolescente “lindo” al que llamarle “marido”. Por el contrario, las más jóvenes prefieren la experiencia de los hombres mayores. Nadie parece conformarse con alguien de su misma edad.
La mayoría de las mujeres entrevistadas sentían que las circunstancias estaban mejorando, por ejemplo, en el modo que la policía las trataba. No obstante, la propia Allen presenció cuando un policía les pedía a las mujeres su identificación al verlas en compañía de una extranjera.
Desde las páginas de TransCuba nos miran Amanda, Nomi, Malú y muchas otras mujeres transgénero a menudo incomprendidas, discriminadas y pobres. Pero, por sus anhelos de educación, trabajo, amor, de un espacio legítimo en la sociedad, se les reconoce iguales al resto de los cubanos.
“La comunidad transgénero cubana, a pesar de sus dificultades, parece fuerte, más resiliente, menos deprimida y más sobria,” concluye Allen.
A través de estas imágenes, con prefacio de la directora del Cenesex e hija de Raúl Castro, Mariela Castro, Allen refleja la vida cotidiana de personas transexuales y su relación con familiares, amigos y la comunidad en general, como un modo de reflejar la tolerancia a la diferencia sexual que va ganando espacio en la sociedad cubana.
Mariette ha dedicado 30 años de vida artística a retratar la vida de la comunidad transgénero estadounidense y también de otros países. En este caso puso su lente sobre la isla cubana, aprovechando una conferencia de la “Asociación Mundial Profesional para la Salud de los Transgéneros", en 2012 en La Habana.
Tres mujeres transgénero, Amanda, Nomi y Malú, se convirtieron en el centro de su proyecto fotográfico. Ellas le mostraron La Habana, sus familiares y amigos, incluso la llevaron a experimentar las largas colas para cambiar dinero o cargar los teléfonos celulares.
A Amanda, con quien tuvo una “conexión inmediata” la abordó en el club Las Vegas, en medio de un espectáculo musical de travestis. A los pocos días, un amigo fotógrafo le presentó a Nomi, “quien rebosaba de energía y buena voluntad”. A Malú, la persona que más le impresionó por ser “una líder nata, organizada, determinada y generosa”, la conoció en su segunda visita a la isla en 2013.
En esa ocasión, junto a Amanda y Malú, viajó a Matanzas, Cienfuegos, Camagüey y Santiago de Cuba para descubrir cómo vivían otros miembros de la comunidad.
El precio de ser diferente
Allen cuenta que a medida que se alejaban de la capital se podía ver más la discriminación. “No vi mucha rivalidad, pero sí mucha burla,” apunta en entrevista a Martí Noticias. Probablemente la estrecha amistad que mantienen con sus iguales sea lo que les ayude a lidiar con la actitud irrespetuosa de muchos.
La mayoría de las personas que Mariette conoció tenían buenas relaciones con sus madres, y momentos más duros con sus padres, pero “muchas familias se habían reconciliado a medida que pasaban los años”.
Sus frustraciones se refieren principalmente a la situación laboral, apuntó Allen durante la entrevista. Los niveles de pobreza en que viven muchas de las mujeres transexuales son “alarmantes” y las fotos son prueba de ello.
En su ensayo abunda que cuando alguien hace la transición de hombre a mujer las oportunidades de trabajo disminuyen y la prostitución se convierte en una de las únicas maneras que existen para sobrevivir.
Los maltratos en las escuelas y la falta de apoyo de los profesores son el origen de su bajo nivel de escolaridad y limitadas opciones laborales. Mariette confía en que una vez que eso mejore, ellos terminarán la escuela y disfrutarán los beneficios de una mejor educación.
La artista norteamericana menciona además las quejas sobre los pocos espacios de encuentro de que disponen.
Mariette se sorprendió al conocer de solamente dos casos de personas que han hecho la transición de mujer a hombre en Cuba. “Obviamente habrán muchos más – supone – pero están escondidos. Las personas asumen que son lesbianas y no se dan cuenta que son “trans”.
En el terreno romántico, Allen descubrió que las mujeres mayores anhelan un adolescente “lindo” al que llamarle “marido”. Por el contrario, las más jóvenes prefieren la experiencia de los hombres mayores. Nadie parece conformarse con alguien de su misma edad.
La mayoría de las mujeres entrevistadas sentían que las circunstancias estaban mejorando, por ejemplo, en el modo que la policía las trataba. No obstante, la propia Allen presenció cuando un policía les pedía a las mujeres su identificación al verlas en compañía de una extranjera.
Desde las páginas de TransCuba nos miran Amanda, Nomi, Malú y muchas otras mujeres transgénero a menudo incomprendidas, discriminadas y pobres. Pero, por sus anhelos de educación, trabajo, amor, de un espacio legítimo en la sociedad, se les reconoce iguales al resto de los cubanos.
“La comunidad transgénero cubana, a pesar de sus dificultades, parece fuerte, más resiliente, menos deprimida y más sobria,” concluye Allen.