Las autoridades deportivas de la Isla le perdonaron hace unos días una broma a Víctor Mesa. Sancionado después de arrojar tierra a la cara de un árbitro, se apareció al terreno al día siguiente… embutido en el disfraz del cocodrilo
Industriales (Leones) y Ciego de Ávila (Tigres) sobrevivieron ante otros depredadores en la jungla beisbolera cubana y serán rivales en la final de la Serie Nacional del 2012, la número 51 después de la abolición del profesionalismo.
Los peloteros de Industriales, el equipo más ganador en la historia de estos torneos, vencieron a Matanzas en el séptimo y decisivo pleito de la región occidental.
Si en la Atenas de Cuba se disputó el primer partido oficialmente registrado en los libros, durante 1874— en el Palmar de Junco—los matanceros ocuparon en los años recientes peldaños bien rezagados en la tabla de posiciones.
Pero llegó “un importado” como manager, el villaclareño Víctor Mesa y de su mano, Matanzas lideró el calendario de 96 juegos. Mesa, tal vez el beisbolista más polémico de este medio siglo, aglutinó a una escuadra sin estrellas que cayó con las botas puestas y conquistó esta vez el tercer lugar entre 17 escuadras.
Al manager, que antes jugó el center field de la selección nacional por más de 15 años, las autoridades deportivas de la Isla le perdonaron hace unos días una broma solo concebible en la geografía del surrealismo tropical: sancionado por cinco juegos después de arrojar tierra a la cara de un árbitro, se apareció al terreno al día siguiente… embutido en el disfraz del cocodrilo que es la mascota oficial del equipo. Solo a la altura del quinto inning fue descubierto y enviado a las duchas.
En Oriente, Ciego de Ávila se deshizo de Granma, cuatro juegos por dos, y ganó su boleto, como Industriales, durante la sofocante noche del jueves.
Se decía que pronosticar los protagonistas de la final cubana era como caminar sobre una cuerda floja, aunque habaneros y avileños parecían favoritos por una nariz, y en definitiva la lógica mandó sobre el terreno.
De Industriales, sacudido por las fugas hacia el béisbol profesional de cualquier confín del mundo –un escritor de la Isla ha calificado a los habaneros, sotto voce, como el equipo más “yuma” (norteamericano) de la pelota cubana—y de Ciego de Ávila, podremos tratar más ampliamente de cara a la final.
Aunque, desde ahora, el pedigrí y la sangre fría de una organización que se ha coronado en 12 ocasiones señalen a Industriales como favorito en las apuestas para la batalla que inician el domingo en el gran estadio del Cerro.
Los peloteros de Industriales, el equipo más ganador en la historia de estos torneos, vencieron a Matanzas en el séptimo y decisivo pleito de la región occidental.
Si en la Atenas de Cuba se disputó el primer partido oficialmente registrado en los libros, durante 1874— en el Palmar de Junco—los matanceros ocuparon en los años recientes peldaños bien rezagados en la tabla de posiciones.
Pero llegó “un importado” como manager, el villaclareño Víctor Mesa y de su mano, Matanzas lideró el calendario de 96 juegos. Mesa, tal vez el beisbolista más polémico de este medio siglo, aglutinó a una escuadra sin estrellas que cayó con las botas puestas y conquistó esta vez el tercer lugar entre 17 escuadras.
Al manager, que antes jugó el center field de la selección nacional por más de 15 años, las autoridades deportivas de la Isla le perdonaron hace unos días una broma solo concebible en la geografía del surrealismo tropical: sancionado por cinco juegos después de arrojar tierra a la cara de un árbitro, se apareció al terreno al día siguiente… embutido en el disfraz del cocodrilo que es la mascota oficial del equipo. Solo a la altura del quinto inning fue descubierto y enviado a las duchas.
En Oriente, Ciego de Ávila se deshizo de Granma, cuatro juegos por dos, y ganó su boleto, como Industriales, durante la sofocante noche del jueves.
Se decía que pronosticar los protagonistas de la final cubana era como caminar sobre una cuerda floja, aunque habaneros y avileños parecían favoritos por una nariz, y en definitiva la lógica mandó sobre el terreno.
De Industriales, sacudido por las fugas hacia el béisbol profesional de cualquier confín del mundo –un escritor de la Isla ha calificado a los habaneros, sotto voce, como el equipo más “yuma” (norteamericano) de la pelota cubana—y de Ciego de Ávila, podremos tratar más ampliamente de cara a la final.
Aunque, desde ahora, el pedigrí y la sangre fría de una organización que se ha coronado en 12 ocasiones señalen a Industriales como favorito en las apuestas para la batalla que inician el domingo en el gran estadio del Cerro.