Falsa danza taína en Cuba escandaliza a intelectual aborigen de Canadá

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"Taíno" en la "aldea" Guamá soplando en un cobo o caracol (fotuto en lengua taína).

Con pelucas, la piel pintada, y las mujeres con los pechos al aire, los participanes escenificaron un dudoso rito indocubano sobre la fuerza de un río.

Durante décadas los intelectuales orgánicos del castrismo criticaron el pintoresquismo como un producto seudocultural. Pero ahora lo que cuenta es el cash, y la industria turística, que las autoridades quieren se convierta en locomotora de la economía aprovechando el río revuelto del deshielo con EE.UU., no vacila en echar mano a la seudocultura como anzuelo para turistas incautos.

Resulta que en ese empeño han “resucitado” a una raza de la que apenas quedan descendientes (en la Sierra Maestra) y de cuya cultura sólo se dispone de algunos restos de artefactos y lo narrado en las crónicas de Indias.

A un grupo de vacacionistas de Canadá, Alemania, Rusia, Francia y Chile, que visitaban Varadero en la provincia de Matanzas los llevaron en jeeps para iniciar un recorrido de media hora en bote (aparentemente por el Parque Nacional Ciénaga de Zapata). Se detuvieron en un pequeño bar-restaurante y les dijeron que tenían algo especial para ellos en el muelle.

Uno de los presentes describe la escena en la publicación Now Toronto:

“Ese algo fue la presentación de una danza indígena a cargo de dos hombres y cuatro mujeres con pintura corporal y largas pelucas negras idénticas. Una de las mujeres estaba acostada en el muelle, y un bailarín se acercó a ella e hizo ciertos pases de manos mágicos sobre ella mientras el resto cantaba y bailaba. Cuando ella volvió a la vida, los seis procedieron a agradecer a los dioses escenificando más danzas extrañamente contemporáneas ante los turistas. Luego les dijeron que era una danza en honor a la fuerza del río."

Aunque los demás vacacionistas quedaron extasiados y pidieron tomarse fotos con los “taínos”, resulta que el que describió la escena anterior no es de los que se tragan el anzuelo.

Con el grupo iba el dramaturgo y novelista aborigen Drew Hayden Taylor, quien tiene sangre caucásica y de la etnia Ojibway de Curve Lake, Ontario.

“También debo señalar que las cuatro mujeres llevaban los pechos al aire. Esta pudo haber sido una auténtica práctica aborigen, como es habitual en muchos climas cálidos, pero (para decirlo delicadamente) el ritual / danza involucraba una cantidad sustancial de saltos arriba y abajo, muchos, hasta el punto de que parecían dolorosos. Los pechos de las mujeres se habían marcado con círculos blancos, haciendo que los rebotes llamaran más la atención”.

Le pregunté a nuestro guía sobre esto, y él alegremente reconoció que los bailarines no eran nativos y que la pintura corporal tribal era una aproximación, al igual que la danza, y que la lengua que hablaban no era el dialecto local real, que quedó en el olvido.

Taylor que ha visitado más de 140 comunidades indígenas en Canadá y EE.UU. dice que una de las cosas que más le molestó fue que sus compañeros de vacaciones se llevaran en la memoria esta danza seudo- ritual como un ejemplo respetable de cultura indígena caribeña, y que estuvo a punto de advertirles, pero estaban muy ocupados… tomándose fotos con los taínos de mentiritas.