A la prensa oficial le tienen prohibido referirse a hechos de corrupción en que estén implicados funcionarios del gobierno.
Llama la atención que en el mes de octubre, cuando la Contraloría General de la Republica aplicaba la comprobación del control interno a más de 200 empresas en todo el país, estallara el escándalo de corrupción en la empresa Habaguanex, que fue precedido por hechos de similar naturaleza ocurridos en la Empresa Puerto Carenas.
Ambas empresas están subordinadas a la Oficina del Historiador de la Ciudad dirigida por Eusebio Leal Spengler.
La fiscalización de la Contraloría General de la República culminó el 30 de noviembre y a mes y medio de que estallara el escándalo en la aldea del cacique Leal, las autoridades mantienen un sepulcral silencio sobre estos hechos.
A la prensa oficial le tienen prohibido referirse a hechos de corrupción en que estén implicados funcionarios del gobierno. Tal silencio es lo que ha propiciado que lo sucedido en Habaguanex sea tema obligado de conversación entre los moradores de los diferentes barrios de la capital en cualquier lugar que se encuentren.
Estos rumores, al no haber información oficial, se condimentan con las más insólitas versiones. Pero lo que no se puede calificar como infundio es que directivos, gerentes, especialistas y trabajadores de las empresas Puerto Carena y Habaguanex han sido separados de sus cargos y remitidos a sus casas porque se les acusa de graves hechos cometidos por ellos, tales como desvío de recursos y enriquecimiento ilícito.
La primera réplica del fuerte terremoto provocado por hechos de corrupción que sacudió la aldea del cacique Leal se registro en la "Maltera" ubicada en la Plaza Vieja, en la que gerentes y trabajadores están presos o han sido sacados del establecimiento.
La otra réplica se localizó en el "Planetarium". El gerente y varios empleados, al ver que el poco dinero recaudado por las entradas de las funciones diarias no reportaban la ganancia extra a la que creían tenían derecho, tan pronto cerraban, convertían en una discoteca los salones de la institución. Tal actividad ilegal les propició grandes ganancias de dinero que se distribuían entre los implicados. Recientemente, varios fueron expulsados del centro y los responsables directos están presos.
Otra onda destructiva se localizo en la cervecera "La Factoría", aledaña a la Maltera de la Plaza Vieja. Su gerente, nombrado Raúl, en su desmedido afán de enriquecerse, gracias a los descontroles y el exceso de confianza bien recompensado con abultados fajos de dinero, en la práctica actuaba como el verdadero dueño del establecimiento que dirigía.
Sus actividades ilegales llegaron al extremo de extremo de cultivar y comercializar mariguana, traficar con divisas y compra y venta de mariscos. Con las ganancias mal habidas se construyo una casa de tres plantas, con piscina, y tenía cuatro automóviles.
El descontrol reinante, asociado con la compra del silencio a funcionarios venales que se generalizo en la Empresa Habaguanex, fue lo que aprovecharon para beneficio propio un significativo número de gerentes, funcionarios y empleados sin escrúpulos. En estos momentos están separados de sus cargos, enviados para sus casas en espera de que terminen las investigaciones.
Accionaban como vulgares delincuentes, como verdaderas mafias. Sus tropelías se mantenían en secreto, eran conocidas solo por un estrecho círculo que les posibilito apropiarse de manera escandalosa de millones de dólares.
Por estas acciones delictivas, una de las primeras cabezas en caer fue la de Manolito, el segundo al mando de la empresa Habaguanex, que en estos momentos está preso en espera de juicio.
Como era de esperarse, las ondas expansivas de este terremoto causaron grandes rajaduras en la empresa Habaguanex. Esto precipitó la sustitución de su directora, la anciana Mersi Weiss. Ella, junto al hoy defenestrado Milián, que fungió por más de 20 años como director de la Empresa Constructora Puerto Carenas, por la lealtad demostrada, se ganaron la confianza y el derecho de ser de los pocos elegidos que formaron parte del exclusivo séquito que rodea al cacique del Casco Histórico de la Habana Vieja, Eusebio Leal.
La señora Weiss, quizás por su avanzada edad, por el momento ha tenido mejor suerte que Milián, quien hace más de tres meses permanece recluido en espera de juicio en el Centro de Detención del Ministerio del Interior de 100 y Aldabó. La ex directora de Habaguanex esta en su casa, bajo las estrictas normas del famoso "Plan Pijama", en espera de que las autoridades competentes decidan cual será su destino definitivo.
En el tiempo que dirigió la empresa, la señora Weiss cobró fama por su despotismo, autosuficiencia, el maltrato a sus subalternos, al extremo que cuando visitaba los establecimientos, muchos de su empleados temblaban al verla, lo que llevó a que dentro de la aldea del cacique Leal la llamaran "Doña Bárbara".
El gobierno tomó la decisión de que transitoriamente la presidencia de Habaguanex la asumiera el que fungía como gerente de la expresa de taxis y renta de autos Fénix, perteneciente a la Oficina del Historiador de la Ciudad. Como vicepresidenta designaron a una funcionaria que estaba responsabilizada con los recursos humanos en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Ambas empresas están subordinadas a la Oficina del Historiador de la Ciudad dirigida por Eusebio Leal Spengler.
La fiscalización de la Contraloría General de la República culminó el 30 de noviembre y a mes y medio de que estallara el escándalo en la aldea del cacique Leal, las autoridades mantienen un sepulcral silencio sobre estos hechos.
A la prensa oficial le tienen prohibido referirse a hechos de corrupción en que estén implicados funcionarios del gobierno. Tal silencio es lo que ha propiciado que lo sucedido en Habaguanex sea tema obligado de conversación entre los moradores de los diferentes barrios de la capital en cualquier lugar que se encuentren.
Estos rumores, al no haber información oficial, se condimentan con las más insólitas versiones. Pero lo que no se puede calificar como infundio es que directivos, gerentes, especialistas y trabajadores de las empresas Puerto Carena y Habaguanex han sido separados de sus cargos y remitidos a sus casas porque se les acusa de graves hechos cometidos por ellos, tales como desvío de recursos y enriquecimiento ilícito.
La primera réplica del fuerte terremoto provocado por hechos de corrupción que sacudió la aldea del cacique Leal se registro en la "Maltera" ubicada en la Plaza Vieja, en la que gerentes y trabajadores están presos o han sido sacados del establecimiento.
La otra réplica se localizó en el "Planetarium". El gerente y varios empleados, al ver que el poco dinero recaudado por las entradas de las funciones diarias no reportaban la ganancia extra a la que creían tenían derecho, tan pronto cerraban, convertían en una discoteca los salones de la institución. Tal actividad ilegal les propició grandes ganancias de dinero que se distribuían entre los implicados. Recientemente, varios fueron expulsados del centro y los responsables directos están presos.
Otra onda destructiva se localizo en la cervecera "La Factoría", aledaña a la Maltera de la Plaza Vieja. Su gerente, nombrado Raúl, en su desmedido afán de enriquecerse, gracias a los descontroles y el exceso de confianza bien recompensado con abultados fajos de dinero, en la práctica actuaba como el verdadero dueño del establecimiento que dirigía.
Sus actividades ilegales llegaron al extremo de extremo de cultivar y comercializar mariguana, traficar con divisas y compra y venta de mariscos. Con las ganancias mal habidas se construyo una casa de tres plantas, con piscina, y tenía cuatro automóviles.
El descontrol reinante, asociado con la compra del silencio a funcionarios venales que se generalizo en la Empresa Habaguanex, fue lo que aprovecharon para beneficio propio un significativo número de gerentes, funcionarios y empleados sin escrúpulos. En estos momentos están separados de sus cargos, enviados para sus casas en espera de que terminen las investigaciones.
Accionaban como vulgares delincuentes, como verdaderas mafias. Sus tropelías se mantenían en secreto, eran conocidas solo por un estrecho círculo que les posibilito apropiarse de manera escandalosa de millones de dólares.
Por estas acciones delictivas, una de las primeras cabezas en caer fue la de Manolito, el segundo al mando de la empresa Habaguanex, que en estos momentos está preso en espera de juicio.
Como era de esperarse, las ondas expansivas de este terremoto causaron grandes rajaduras en la empresa Habaguanex. Esto precipitó la sustitución de su directora, la anciana Mersi Weiss. Ella, junto al hoy defenestrado Milián, que fungió por más de 20 años como director de la Empresa Constructora Puerto Carenas, por la lealtad demostrada, se ganaron la confianza y el derecho de ser de los pocos elegidos que formaron parte del exclusivo séquito que rodea al cacique del Casco Histórico de la Habana Vieja, Eusebio Leal.
La señora Weiss, quizás por su avanzada edad, por el momento ha tenido mejor suerte que Milián, quien hace más de tres meses permanece recluido en espera de juicio en el Centro de Detención del Ministerio del Interior de 100 y Aldabó. La ex directora de Habaguanex esta en su casa, bajo las estrictas normas del famoso "Plan Pijama", en espera de que las autoridades competentes decidan cual será su destino definitivo.
En el tiempo que dirigió la empresa, la señora Weiss cobró fama por su despotismo, autosuficiencia, el maltrato a sus subalternos, al extremo que cuando visitaba los establecimientos, muchos de su empleados temblaban al verla, lo que llevó a que dentro de la aldea del cacique Leal la llamaran "Doña Bárbara".
El gobierno tomó la decisión de que transitoriamente la presidencia de Habaguanex la asumiera el que fungía como gerente de la expresa de taxis y renta de autos Fénix, perteneciente a la Oficina del Historiador de la Ciudad. Como vicepresidenta designaron a una funcionaria que estaba responsabilizada con los recursos humanos en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.