MIAMI, FLORIDA - La música urbana se ha adueñado de un espacio de protesta dentro de la sociedad civil en Cuba. Artistas jóvenes del género miden fuerzas con el gobierno para romper con la idea de un mensaje único.
Lo más reciente ha sido la canción Patria y Vida, dirigida por Asiel Babastro y en el que intervienen los conocidos músicos Descemer Bueno, Yotuel (Grupo Orishas), Alexander Delgado y Randy Malcom (Gente de Zona). También participan desde la isla Maykel Osorbo y Eliexer Márquez, El Funky, estos dos muy cercanos al Movimiento San Isidro (MSI).
Al momento de escribir este artículo, Patria y Vida tenía más de 4.600.000 millones de visitas en YouTube desde su publicación a mediados de febrero. El tema, en cuestión, va a contracorriente de la frase que ha guiado al gobierno comunista en Cuba y que popularizó en la década de 1960 el fallecido presidente Fidel Castro: ¡Patria o Muerte!. La frase, resume el enfrentamiento ideológico frontal con el gobierno de Estados Unidos desde que fue instalado el socialismo en Cuba.
“No más mentiras, mi pueblo pide libertad, no más doctrinas,/ Ya no gritemos “Patria o Muerte” sino “Patria y Vida”,/ Y empezar a construir lo que soñamos, lo que destruyeron con sus manos", dice parte del estribillo de la canción que fusiona el género de Hip Hop y lo más reciente de la música urbana.
La canción ha puesto en vilo a las autoridades cubanas, que en las últimas semanas ha desplegado investigadores de la policía y utilizado pintura para borrar carteles en las calles, fachadas de instituciones y centros estatales con la frase Patria y Vida. La campaña por el Patria o Muerte ha llegado a los medios oficiales, que catalogan a los intérpretes y demás opositores como "mercenarios" de potencias extranjeras.
Ganancias de un arte contestatario
En entrevista con la Voz de América desde La Habana, varios cultores del rap y el Hi Hop hablaron sobre las ganancias que les da su arte en el acercamiento con sus espectadores más inmediatos y así poder llevarles el mensaje que los medios estatales les prohíben.
“Lo que busco es que la gente se sienta identificada con la realidad a través de nuestras letras, así sucedió con Patria y Vida, una canción que ha hecho perder el miedo a muchos cubanos dentro de la isla y devolverle la esperanza a otros que están fuera”, dijo Márquez, El Funky, en un mensaje enviado por Whatsapp.
Márquez lleva más de 15 años haciendo temas en lugares alternativos, tiene una formación musical empírica y confiesa haber bebido del rap norteamericano. Patria y Vida, además de permitirle codearse con ídolos musicales de los cubanos, le dio otra satisfacción, asegura.
“La conexión ha sido muy grande, es bonito cuando la gente se te acerca y te apoyan”, dice. Contó a la VOA uno de esos encuentros: “me impresionó una señora mayor que llegó a mi casa buscándome para agradecerme por mi música, entre lágrimas, y abrazarme y decirme: ¡gracias!”.
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El arte como vehículo de la protesta
El analista político y Director de Derechos Humanos de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) , Omar López Montenegro, es también un estudioso de las prácticas de la noviolencia, una herramienta usada en las últimas décadas en Europa y otras partes del mundo por los movimientos contestatarios y en la que el arte en general juega un importante papel.
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“Los movimientos noviolentos están basados en un concepto que se llama poder en números: la capacidad de aglutinar grandes cantidades de personas en torno a una acción y una estrategia”, explica.
López ha seguido la trayectoria de movimientos cívicos como los de Solidaridad, en Polonia y Otpor, en Serbia, y está convencido de que los artistas han sido impulsores de los mismos.
“Un ejemplo extraordinario es aquel famoso, digamos, comercial, donde una ama de casa lavaba un pulóver con la figura de [Solbodan] Milosevic en una lavadora marca Otpor”, dijo a la VOA a modo de ejemplo.
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Es así que López Montenegro trae a la actualidad cubana la herramienta del arte como medio de protesta: “Hoy en día el carácter social del cubano está más inclinado a la protesta, al desafío cívico abierto. Y esto tiene mucho que ver con la capacidad del arte de impactar en la mentalidad ciudadana, en cambiar los hábitos de conducta”, concluye.
La protesta, de la casa al barrio
En la década del 2000 el grupo artístico interdisciplinario Omni-Zona Franca fue un remolino para los sentidos de sus espectadores. Los poetas subieron a los ómnibus a decir poesía, los performances se sucedían sin previo aviso en la barriada habanera de Alamar y la música se dejaba mezclar con todas las influencias que encontraban a mano.
De aquel tiempo se ha mantenido David D’Omni ZF, un músico urbano que ha recorrido buena parte de Estados Unidos y Europa, pero siempre regresa a su casa en Guanabacoa. Prohibido por las autoridades, dice encontrar en el barrio lo que la censura intenta esconder.
“El hecho de recibir visitas en casa (de todas las edades) en busca de mi música, y las anécdotas de amistades sobre cuánto de sus hijos disfrutan mi música y cuánto ha influenciado mi música en sus vidas, es un motor que me mantiene haciendo una obra de efecto irreversible en la formación del cubano actual”, sentencia.
El mensaje del rap
Osvaldo Navarro es rapero y activista por los derechos humanos con un haber de detenciones policiales por sus ideas contrarias al gobierno cubano y cree a pie juntillas, como dijo a la VOA, que el arte, y el rap en específico, hacen propuestas a la gente.
“Un ejemplo es que antes de que, por ejemplo, salieran los lineamientos del partido [un programa económico del Partido Comunista, el único legal en Cuba] en un momento determinado de la historia del pasado cercano, ¿no?, ya el rap venía poniendo todas estas problemáticas dentro de las propias canciones que muchos cultivadores del género en Cuba tenían y venían expresando: entre otras cosas, también el problema del racismo, el problema de la pobreza en Cuba, el problema de la política del Estado cubano hacia su ciudadanía”, asevera.
Navarro lo ve así: “El arte como herramienta de cambio, el arte como herramienta de denuncia”.
Tras aquella hornada inicial de Omni-Zona Franca en La Habana, apareció Raudel Collazo, un rapero en solitario cuyos temas ahondan en la relación opresores y oprimidos, y para cuya lucha se identifica como Escuadrón Patriota. Su tema Decadencia rodó de mano en mano en memorias flash hace once años en Cuba.
Collazo, instalado desde hace un tiempo en Miami, agradece la cercanía con sus espectadores espontáneos. “Yo le he dado mucha música a la gente en Cuba, fundamentalmente a la gente en Cuba, pero ellos me han dado mucho a mí, me han ayudado a crecer, me han ayudado despertar aún más”.
Como Escuadrón Patriota, Collazo pone en una balanza sus ganancias: “Yo me he beneficiado, me he buscado muchos problemas, pero me he beneficiado también de hacer este tipo de música”, concluye.
También están Los Aldeanos, el dúo de rap cubano formado en el 2003 por Aldo Roberto Rodríguez Baquero ("Al2 El Aldeano") y Brian Oscar Rodríguez Galá ("El B"). Desde su primer disco "Censurados", dieron y siguen dando de qué hablar cuando de música de protesta en Cuba se trata. El tema de El Aldeano, Carta al presidente, es un ejemplo.
"Señor presidente, voy a hablarte claro, man/ una introducción bien corta, que yo sé que tú estás bien;
Simplemente soy otro de los cubanos que también quiere expresar su descontento.../ presidente, no hables de revolución/ cuando la información es restringida en la nación/Cuando el que se opone y libre grita su opinión
Tú mandas a que lo agredan y lo metan en prisión".