Canadienses aventajan a EEUU en planes para Cuba

Emigrantes de la zona oriental de Cuba que no cuentan con los permisos que establece el gobierno cubano para radicarse en la capital  viven en contenedores. La foto muestra lo que ocurre en Güira de Melena, Artemisa.

El embargo de EE.UU. contra el gobierno cubano les permite ocupar espacios de negocios que de otro modo estarían totalmente copados por compañías estadounidenses.
Un canadiense que se mudó a vivir en Cuba el año pasado reporta en el Globe & Mail de Toronto cómo “una Cuba más abierta a los negocios está recibiendo una mano de Canadá”.

Aunque por lo que expone el autor, Stephen Wicary, su país natal más que estar ayudando se está ayudando a sí mismo, al apurarse a llenar en la isla los nichos reales o potenciales de mercado a los que no pueden acceder las compañías estadounidenses vetadas por el embargo.

Wicary, que se mudó con su esposa a Cuba en julio del 2012, afirma que el país caribeño ha experimentado un continuo relajamiento de las reglas desde que Raúl Castro reemplazó en 2006 a su hermano enfermo, Fidel.

El colaborador del Globe & Mail detalla cómo en 2011 el Partido Comunista aprobó un plan de cinco años para redefinir el socialismo cubano mediante el aumento de la producción de alimentos, y la creación de un robusto (aunque todavía controlado ) sector privado con un sistema de impuestos.

También --dice-- por medio de la reducción del sector estatal a través del despido de más de un millón de trabajadores, o una quinta parte de la fuerza laboral [esto último puede contrastarse con datos actualizados ofrecidos por un economista cubanoamericano. En un reciente artículo para el diario español El País, Carmelo Mesa-Lago señalaba que en 2010 se estimó entre 1,3 y 1,8 millones el número de empleados estatales innecesarios que había que despedir; frente a una meta de un millón en 2011, solo 365.000 fueron despedidos en 2012]

Los fines del Estado, según Wicary, serían “continuar facilitando de manera sostenible y gratuita salud pública, educación, vivienda y otros servicios básicos”.

El reportaje del periódico de Ontario toma nota de cambios específicos introducidos por Raúl Castro en materia de negocios, como legalizar los suplementos que pagan las empresas foráneas a los trabajadores cubanos; extender de 50 a 99 años el plazo de los arrendamientos de tierras a empresas extranjeras (un dulce incentivo para los urbanizadores), y fortalecer “la pequeña empresa“ mediante la emisión de licencias a “empresarios” --de forma rápida y prolíficamente - en decenas de oficios recién legalizados.

Ian Delaney, de Sherrit, saluda a Raúl Castro durante una de sus visita a Cuba.

El autor recuerda como “durante el estrés del período especial” la compañía Sherrit International inyectó una dosis de capitalismo canadiense a Cuba, traducida en una empresa mixta con el Estado cubano para explotar las minas de níquel y cobalto de la provincia oriental de Holguín y exportar a todo el mundo.

Y también como desde los 90, cuando Cuba abrió sus playas a los turistas extranjeros, los canadienses han representado la mayor fracción del turismo extranjero, actualmente un tercio de los cerca de tres millones de vacacionistas anuales.

LA LIEBRE Y... EL ELEFANTE

El canadiense establecido en Cuba preguntó a un coterráneo que lleva 20 años en La Habana sobre el potencial que tiene Cuba para las empresas de su país.

Según el abogado Gregory Biniowsky, “Cuba es la isla más grande del Caribe [con 11,2 millones de personas] . Tiene zonas agrícolas importantes . Tiene una población altamente educada que puede insertarse en la economía mundial de producciones de alto valor agregado" .

Además,están “la riqueza de recursos naturales que Sherritt y otros están extrayendo; el éxito razonable de Cuba en la lucha contra la corrupción, comparada con otros países de Amérlica Latina, y el hecho de que, a diferencia de otros países de la región ,está en gran parte libre de delitos violentos” .

Para Wicary, en cambio, la mayor ventaja que tiene Canadá en Cuba está en la desventaja estadounidense. "El embargo –escribe-- representa una doble oportunidad para las empresas canadienses: la cancha se mantendrá notablemente despejada mientras el embargo esté vigente, y en caso de que se levante Cuba será mucho más rentable" .

Por eso las firmas de Canadá están corriendo mientras pueden. Dice Biniowsky: "Sencillamente estamos llenando un vacío que de otro modo estaría totalmente copado por las compañías de EE.UU".

Una de las que apuesta por el futuro de Cuba es 360 Vox Corp., que tiene su sede central en Montreal. Se dedica a construir instalaciones para el turismo, y tiene tres grandes proyectos en la isla.

Guy Chartier, ejecutivo principal de la división Cuba de la empresa, observa que poder llevar su experiencia a un mercado en el que no compiten con su vecino del sur ya abre una ventana de oportunidad, mientras que, si solamente se levantara la prohibición de viajar a Cuba que pesa sobre los estadounidenses, sería como una bonificación.

Proyecto Hotel Monte Barreto

360 Vox espera comenzar a principios del próximo año las obras del que se convertirá en el hotel de cinco estrellas Monte Barreto, de cara al mar junto al acuario nacional en Miramar, al oeste de La Habana. Chartier espera que su ubicación, en la ruta al puerto de Mariel, atraiga a los empresarios extranjeros , técnicos y profesionales que inundarán la capital de la isla una vez que se inaugure el puerto ampliado y la zona de libre comercio.

La Playa de Jibacoa

Después de que comience la construcción del Monte Barreto, la empresa se concentrará en un plan para desarrollar Jibacoa ,"una soñolienta franja de playa a mitad de camino entre La Habana y Varadero" (en el pasado se destinaba al “campismo popular”, la única alternativa que hasta 2008 ofrecía el gobierno a sus nacionales, vetados en los hoteles de turismo). El proyecto de Jibacoa incluye un campo de golf, puerto deportivo, hoteles y villas privadas.

A más largo plazo, 360 Vox también tiene planes para construir un centro turístico en Cayo Largo, un cayo al sur de la isla de Cuba (que tiene algunas de las mejores playas del mundo y que sigue siendo exclusivo para el turismo extranjero) donde Fidel Castro y Pierre Trudeau practicaron juntos la pesca submarina en 1976.

DEL EMBARGO Y LA LUPA

Claro que los hombres de negocios canadienses se toman sus precauciones. Tres miembros del personal de 360 Vox en La Habana son abogados cuya primera tarea en cualquier proyecto es escudriñar minuciosamente los registros de títulos de tierras para averiguar quién era el propietario del sitio antes de 1959.

"Si eran estadounidenses, se considera intocable, porque no queremos estar en una posición en la que se considere que estamos traficando con bienes reclamados", dice Chartier.

Si por el contrario eran cubanos, la firma debe determinar si se quedaron en Cuba o se fueron; y si se fueron, adónde. A continuación, se investiga si los propietarios o sus parientes han presentado desde entonces reclamaciones legales sobre los terrenos .

Por último, 360 Vox lleva sus conclusiones a un bufete de abogados de EE.UU. para conocer su opinión antes de que cualquier proyecto pueda continuar. De lo contrario, la empresa podría ser demandada bajo la Ley Helms -Burton, que prevé sanciones contra quienes inviertan en activos estadounidenses intervenidos por el gobierno cubano décadas atrás.

SER CANADIENSE NO TE HACE INMUNE

Otra preocupación de los inversores canadienses es la campaña contra la corrupción. Raúl Castro está librando una batalla contra los delitos de corrupción, y entre las bajas se cuentan los ejecutivos de tres empresas extranjeras (un británico y dos canadienses).

El empresario canadiense Sarkis Yacoubian entra al Tribunal Municipal "Diez de Octubre" para la segunda vista de su juicio a puerta cerrada en La Habana (Cuba).

Los comerciantes del área de Toronto Sarkis Yacoubian, director de Tri-Star Caribbean, y Cy Tokmakjian, presidente del Grupo Tokmakjian, dirigían prósperos negocios rivales de venta de vehículos y equipos pesados al Estado cubano cuando fueron detenidos en 2011, y recluidos sin cargos durante casi dos años.

A pesar de su cooperación con las autoridades, Yacoubian fue juzgado y condenado a nueve años de cárcel. Tokmakjian, de 73 años, permanece en prisión todavía sin cargos.

Para aquellos empresarios canadienses a los que se les encienden en los ojos signos de dólar ante el mercado prácticamente virgen cubano, un diplomático de su país que fue embajador en La Habana (1993-1997) tiene un consejo sano.

Mark Entwistle habrá estado unas cien horas cara a cara con Fidel Castro. Actualmente dirige una consultoría de asuntos cubanos en Toronto.

"Uno tiene que escuchar atentamente lo que dicen los cubanos", advierte. "Estos cambios están destinados a hacer que el peculiar modelo socialista de Cuba funcione mejor. No a reemplazarlo".