"Todos los hombres pueden caer en un error; pero sólo los necios perseveran en él". La reflexión se atribuye a Cicerón. El economista cubano Pavel Vidal califica en un artículo de “peligroso”, el repliegue de las reformas en la agricultura cubana y estima que “la peor secuela” para ese sector del reciente VII Congreso del Partido Comunista de Cuba sería la decisión de frenar el experimento en la comercialización agrícola en las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque, y retomar el desacreditado mecanismo del acopio estatal y el tope de los precios.
En su trabajo publicado en el sitio “Cuba Posible” el experto, que ha encabezado junto con el recién sancionado Omar Everleny Pérez la crítica económica de las reformas raulistas desde el oficialismo, señala que el obvio repunte en los precios de los alimentos a lo largo de 2015 “motivó un grupo de reacciones culpando a las reformas de mercado introducidas en tales provincias”.
Pero Vidal considera contraproducentes las medidas implementadas casi inmediatamente después del congreso comunista: “De hecho, a partir del reforzamiento del sistema de Acopio y la colocación de topes a los precios, no se puede esperar otra cosa durante el año 2016 que más escasez en los mercados agropecuarios e incremento de las importaciones de alimentos”.
El autor recuerda que en el experimento que comenzó en 2013 para las citadas provincias “se iba desmantelando el sistema de comercialización centralizado, regido por la empresa estatal conocida como Acopio, y en su lugar, se ponían en práctica los nuevos mercados mayoristas, donde operaban trabajadores por cuenta propia y cooperativas como intermediadores-comercializadores, y los precios se ajustaban de acuerdo a la oferta y a la demanda".
Observa que, sin embargo, “en el imaginario popular existe la impresión de que los intermediarios privados en la agricultura, controlan los precios y forman oligopolios”, una tesis “alimentada por la prensa estatal y que también salió a relucir en el VII Congreso del PCC”. (Poco después de concluido ese evento el gobierno decretó el tope de los precios en todas las formas de comercialización de productos del agro menos los mercados de oferta y demanda)
El economista, que se desempeña actualmente como profesor de la Universidad Javeriana en Colombia, explica por qué la atribución del incremento de los precios a los intermediarios es un espejismo:
“Por el lado de la oferta, la agricultura cubana sufrió (en 2015) un evento de sequía generalizada, lo que limitó la capacidad productiva de un grupo importante de alimentos”.
“En 2015 también tuvo lugar en Cuba una expansión de la demanda de alimentos. Aumentó en dos dígitos el crecimiento de la llegada de turistas, lo que se unió a la multiplicación de los (restaurantes) paladares y al incremento del salario nominal promedio en el sector público. ¿Qué se esperaba que sucediese frente a esta situación? Pues dos cosas: que aumenten los precios y que aumente la producción”.
“Para que aumente la producción, los productores tienen que verse incentivados por el incremento de los precios (...). Todo depende entonces si la producción tiene capacidad potencial de atender los nuevos requerimientos de la demanda”.
Los mencionados factores, afirma Vidal, “fueron los responsables del incremento de los precios, y no los intermediarios”.
Regreso al error
El autor, que en una entrevista en 2011 con la publicación católica Espacio Laical abogaba por la eliminación del monopolio estatal de Acopio, lamenta el retorno a la "ya comprobada ineficiente estructura (…), caracterizada por un limitado espectro de productos a contratar, pérdidas de parte de las cosechas por incumplimientos en la recogida, deterioro de la calidad de los productos y grandes deudas con los campesinos y cooperativistas". "¿Quién puede asegurar y con cuáles argumentos que estos problemas no se repetirán?”, se pregunta Vidal.
Agrega que la agricultura es el sector de la economía priorizado con mayores transformaciones, principalmente la entrega de tierras ociosas en usufructo desde 2008 a productores agrícolas individuales y cooperativos. Recuerda que en 2012 se elevó el máximo de tierras por productor de 40 a 67 hectáreas, se dieron más facilidades para la obtención de algunos insumos, y la posibilidad de construir viviendas e infraestructura en las tierras entregadas.
También se abrieron desde los bancos estatales el crédito y los servicios micro-financieros para los usufructuarios, y se autorizó que las cooperativas agrícolas y los campesinos privados pudieran vender directamente a los hoteles y entidades turísticas estatales.
Sin embargo, “el crecimiento promedio anual del sector agropecuario cubano del año 2008 hasta el año 2014, según las cuentas nacionales de la ONEI, ha sido de apenas un 0,9 por ciento”.
Vidal cree que el ritmo de las reformas en el sector privado agropecuario debería ser más rápido, y apunta que “Vietnam, país referenciado en el Informe Central del VII Congreso, es un ejemplo donde las reformas de mercado resultaron favorables para la agricultura. con 3,2 por ciento de crecimiento medio en los primeros siete años y 3,9 por ciento en los años 90", lo cual permitió incrementar las exportaciones, eliminar el racionamiento y mejorar los ingresos reales de las familias.
Libre acceso a tecnología, capital, insumos...
Pero comparada con la de Vietnam la población cubana es urbana y envejecida, y el economista recomienda paliar la falta de fuerza de trabajo permitiendo a los productores agrícolas cubanos acceso directo y sin restricciones a la tecnología y al capital.
Vidal explica por qué en 2015 en Cuba “los agricultores no tenían capacidad potencial para responder con más producción al incremento de la demanda. El mercado de bienes de capitales prácticamente no existe. Los instrumentos, maquinarias y medios de transporte con que trabajan los campesinos y los comercializadores tienen décadas de obsolescencia. A eso se añade un mercado de insumos insuficiente e inestable”.
“¿Cómo lo hizo Vietnam? Pues eliminó las restricciones para el acceso directo a los bienes de capital e insumos importados. La devaluación y unificación de las tasas de cambio, la eliminación de los monopolios estatales en el comercio externo y la flexibilización a las restricciones a la importación fueron la fórmula”.
El economista recomienda entre otros pasos dejar que inversionistas extranjeros y cubanos abran mercados mayoristas de insumos y bienes de capital para los agricultores y comercializadores, permitiendo que dichos mercados incluyan crédito comercial con pagos a plazos; y dar entrada en el experimento a proyectos internacionales que desde hace años han manifestado interés en apoyar las micro-finanzas cubanas.
Dicha propuesta, a su juicio, también serviría para multiplicar el número de participantes en los mercados agrícolas y mejorar su eficiencia, aunque “se requiere además que el proceso burocrático para obtener licencias como privado en la agricultura y para adquirir tierras en usufructo debe tender a costo cero, lo que implica además que sea sencillo y que no demore”.
“Cuba tiene la tasa de formación de capital más baja de América Latina. La variable que internacionalmente muestra una correlación más clara con el crecimiento económico es precisamente la inversión (…) para lograr definitivamente aumentar y sostener la inversión nacional y extranjera se requiere aportar confianza y seguridad a los cambios. Los retrocesos no ayudan”, concluye diciendo Pavel Vidal.