Un poco encorvado y vestido de civil, con un traje azul oscuro, camisa azul claro, sin corbata, gafas metálicas doradas y una estrellita en el saco, Raúl Castro Ruz, 84 años, presidente elegido a dedo por su hermano Fidel en 2006, entre aplausos avanzó por el estrado hasta una esquina de la sala del Palacio de Convenciones, al oeste de La Habana.
Luego de acomodar brevemente los micrófonos y con la voz más ronca de lo habitual, el primer secretario del Partido Comunista, inició uno de los discursos más largos y aburridos de su repertorio político.
Eran las diez y cuarto de la mañana del sábado 16 de abril cuando el autócrata cubano comenzó hacer un balance de los últimos cinco años transcurridos desde el anterior congreso, celebrado en 2011. En la sala, mil delegados y casi trescientos invitados, esperaban algún anuncio trascendental. El discurso fue trasmitido en vivo por el Canal 6 y Radio Rebelde.
Al menos en la zona de La Víbora aledaña a la llamada Plaza Roja, muy cerca de un antiguo paradero de ómnibus, la gente estaba en otros trotes. A la misma hora que Raúl Castro arrancó su perorata, el Canal Tele Rebelde transmitió el partido entre el Real Madrid y el Getafe y que resultó un serio competidor.
En su apartamento, frente al televisor, René y sus dos hijos se mordían las uñas con las internadas de Cristiano Ronaldo y los disparos de Gareth Bale. Cuando les pregunto su opinión sobre el VII Congreso, que acaba de ser inaugurado, ni caso me hicieron. Ya me marchaba cuando el padre dijo: "Disculpa, asere, no estoy para esa muela jorobada".
Diana, oficinista, aprovechaba para lavar ropa y limpiar su casa. “Nadie está para dispararse ese teque. El sábado es para hacer las cosas de la casa y por la noche ver películas de las que se alquilan en el paquete”.
De treinta vecinos del barrio, solo dos escucharon el discurso. A retazos, pero sabían de qué iba la cosa. A Fabricio, cuentapropista, le interesaba conocer si habría un nuevo giro que beneficiara a los emprendedores privados.
“Acaban de anunciar un mercado mayorista para cooperativas no agropecuarias y particulares que tienen arrendados locales del Estado. Esperaba que informaran más al respecto. Vagamente, Raúl habló que sobre un nuevo marco jurídico a los privados, pero sin aprobar medidas que hagan efectivas las propuestas lanzadas por Obama. Incluso aseguró que se mantiene la política de no permitir a los cuentapropistas la concentración de negocios y capitales. Por el momento no hay buenas noticias. Espero que antes de que termine el evento anuncien algo positivo”, expresa Fabricio.
José Carlos, militar retirado, en short y chancletas, fumando y tomando café, vio en la tele la comparecencia de Raúl Castro. “Habrá que analizar después el discurso cuando salga en Granma. Pero me pareció muy conservador y extenso. Raúl siempre se destacó por la brevedad de sus intervenciones. Estratégicamente el gobierno está retrocediendo. Obama se fue de Cuba el 22 de marzo, pero la secuela que dejó preocupa a más de uno en el Buro Político. Como está la situación económica del país, me parece irresponsable retardar medidas que puedan sacarlo del bache".
Para el ex militar, eso de que si un día en la isla existieran dos partidos políticos, Fidel dirigía uno y Raúl el otro, además de una broma pesada del general-presidente, envía un mensaje: "Que en Cuba, en el terreno político, nada va a cambiar”.
Ni siquiera muchos opositores siguieron en vivo el discurso. Algunos estaban de viaje fuera del país y otros prefieren leerlo en la prensa o escuchar resúmenes.
El poeta y periodista disidente Jorge Olivera estuvo las dos horas y veinte minutos frente al televisor. Del discurso, poco que resaltar. “Más de lo mismo. Raúl Castro repitió su letanía en el plano económico y en lo político se mantiene la retranca. Si alguien esperaba cosas nuevas, se desencantó”.
Hildebrando Chaviano, abogado opositor y periodista independiente, quien en las pasadas elecciones se postuló para delegado del Poder Popular, considera que hay una regresión al pasado. "Se nota incluso en la represión. Cuando volví de un viaje a Perú, la Aduana desempolvó sus viejos métodos de decomisar libros y papeles. El impacto de la visita de Obama ha sido un caballo de Troya. Un fantasma. El gobierno hará lo que mejor sabe hacer, ejercer el control social y reprimir a los que piensan diferente. De cualquier manera, algo que tendrán que anunciar en este congreso. El tiempo se les acaba y la apatía de la gente al sistema es general”.
Castro II recuperó la gastada retórica antiimperialista y los ataques a la OEA. De futuros negocios con Estados Unidos, de sus palabras se infiere que el gobierno solo aceptará lo que beneficie a las empresas estatales.
Volvió la exótica narrativa soviética, de consignas huecas y atmósfera bélica. Lenguaje de otros tiempos ahora calzado con la noticia de que el 2 de diciembre, con un fastuoso desfile militar se celebraría el sesenta aniversario de las FAR y el noventa cumpleaños de su hermano Fidel.
Aunque anunció una reforma de la Constitución, lo más llamativo ha sido la decisión de limitar a 60 años la edad de ingreso al Comité Central y de 70 al Buró Político. Maquillaje de cara a la galería exterior.
Un intento por 'rejuvenecer' una nación con una baja tasa de natalidad, un imparable éxodo migratorio (jóvenes en su inmensa mayoría) y un acelerado envejecimiento poblacional.
Guste o no, Cuba seguirá siendo un país de viejos. En cualquier caso, el 'rejuvenecimiento' en el mando partidista comenzaría a aplicarse en 2018, después que Raúl Castro se jubile.
Y es que el añejo liderazgo castrista siempre se valoró por encima del bien o el mal. Las ordenanzas son para que las cumplan otros. No ellos.
Raúl Castro: más aburrido y conservador que nunca
Luego de acomodar brevemente los micrófonos y con la voz más ronca de lo habitual, el primer secretario del Partido Comunista, inició uno de los discursos más largos y aburridos de su repertorio político.