La revista argentina Vida Nueva dedica su número más reciente a la reanudación de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, y señala que a pesar de que el embargo comercial y las principales sanciones económicas siguen vigentes, "ya hay signos que hacen pensar en una distensión real como facilitar el envío de remesas a la isla, la mejora de las telecomunicaciones o las facilidades para entrar y salir del país".
La publicación destaca que las negociaciones contaron con un actor fundamental: La Iglesia. "La valentía y el carisma de Francisco para ejercer de mediador entre ambas partes permitieron acelerar un proceso en el que la diplomacia vaticana viene trabajando desde hace décadas".
"Testigo y artífice de este deshielo es el cardenal de La Habana, Jaime Ortega, que desde hace 34 años viene pastoreando a una comunidad creyente que ha sufrido la opresión, haciendo suyos los desvelos de Juan Pablo II y de Benedicto XVI para dar salida a esta crisis que rebasa lo institucional".
Así lo ha explicado el Cardenal en la entrevista que ha concedido a Vida Nueva, "en la que relata en primera persona cómo ha vivido la reciente negociación entre la Casa Blanca y el Gobierno cubano. Su testimonio reivindica, una vez más, a la Iglesia como agente mediador sin intereses particulares, únicamente el de hacer presente el Reino de Dios y crear una cultura del encuentro donde las personas sean el centro y no las ideologías o los postulados económicos".
El cardenal Ortega, quien asegura que en Cuba ya no hay presos políticos ("Hace tiempo que no quedan"), desvela que como bien le apuntó Francisco a Barack Obama en conversación telefónica, "el enfrentamiento entre La Habana y Washington es mucho más que la pugna entre dos países: detrás están el sufrimiento y las carencias cotidianas del pueblo cubano, el dolor de sus compatriotas exiliados, pero también se juega la estabilidad de América Latina".
La revista estima que si los pasos dados hasta ahora son insuficientes, no se puede soslayar el hecho de que después de cinco décadas sin contacto, resulta complicado iniciar una relación basada en la confianza. Pero, por paradójico que parezca, es precisamente la confianza el valor imprescindible para avanzar en esta búsqueda del entendimiento, asegura.
"Ahora solo queda esperar a que esta apertura de Estados Unidos no se paralice por presiones electoralistas y que Raúl Castro no se enroque en utopías nostálgicas y permita acelerar la transformación de la Isla, para que los principios democráticos dejen de ser un sueño y se puedan palpar de forma real en las calles de Cuba. La Iglesia, como hasta ahora, estará ahí para recordárselo tanto a unos como a otros", concluye Nueva Vida.