Saldos. Los doce años de mano dura de Raúl Castro al frente de los designios de Cuba deben medirse por saldos, y en materia de derechos humanos el octogenario general de cuatro estrellas ha llevado con rigor extremo la diferencia de opinión y posiciones políticas opuestas desde 2006 a la fecha.
Quizás el más sonado de los casos sea la muerte, en prisión luego casi tres meses en huelga de hambre del exprisionero político y de conciencia Orlando Zapata Tamayo, que pereció exigiéndoles a sus carceleros un trato justo, lejos de las golpizas y las humillaciones que le hacían padecer desde que ingresara a la cárcel semanas después de iniciada la Primavera Negra, en marzo de 2003 junto al grueso de Los 75.
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Zapata Tamayo murió el 23 de febrero 2010 y Castro, aunque justificó por todos los medios que se trataba de “un delincuente común”, recibió una enorme repulsa internacional, desglosada en reclamaciones de parlamentarios europeos, organizaciones como Amnistía Internacional y Freedom House, así como protestas de exiliados cubanos en diferentes sedes diplomáticas cubanas en Europa.
En enero de 2013 el gobierno de Cuba puso en práctica las flexibilidades migratorias que eliminaron la draconiana “carta blanca” o Permiso de Salida, así como el Permiso de Residencia en el Exterior (PRE).
En los grupos opositores era muy esperado el permiso a la bloguera Yoani Sánchez, que acumulaba ya una veintena de negativas de salidas del país. Entre los primeros en salir estuvieron los Premios Sájarov Berta Soler (por la Damas de Blanco, 2005) y Guillermo Fariñas (2010).
También se vieron por primera vez ante importantes instituciones internacionales la entonces directora del Centro de Información Legal Cubalex, la abogada independiente Laritza Diversent, el ingeniro informático Eliécer Avila y la periodista Miriam Leyva, esposa del expreso político Oscar Espinosa Chepe, entre muchos otros.
Si las nuevas medidas migratorias aligeraron los trámites a seguir para salir de la isla a miles de cubanos, también permitió que opositores e integrantes de la sociedad civil independiente expusieran sus denuncias ante la ONU, el Parlamento Europeo, la Comisión Interamericana de derechos Humanos de la OEA, el Parlamento español, el Congreso de Estados Unidos y otros foros de alcance internacional.
Histórica mediación
La muerte de Zapata en prisión llevó a su vez a una huelga de hambre Guillermo Fariñas, que al borde de la muerte consiguió que el régimen de Raúl Castro -por mediación de la Iglesia Católica y el gobierno de España- liberara al medio centenar de condenados de 2003 y otros incluidos que penaban por motivos políticos y pudieran salir del país.
A inicios de julio de ese 2010 ya estaban en España los primeros siete excarcelados y sus familiares. Si bien puede verse como un saldo a favor de éstos, ni la muerte de Zapata ni la exposición a secuelas de por vida de Fariñas debieron ocurrir.
Castro II terminó indultando a quienes su hermano mayor había encerrado bajo acusaciones de atentar contra la seguridad nacional.
Muerte y calabozo contra el disenso político
Hay tres hechos puntuales, terminados en muertes lamentables, que demuestran que el general en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias mientras buscaba lavarse el rostro en la arena internacional, no iba a ceder un paso en su afán de hacerse con todo el poder en la isla.
Castro ha blandido siempre un mazo sobre aquellos que dentro del país han desobedecido su manera de gobernar de ‘ordeno y mando’.
Si bien el grueso de los prisioneros políticos más conocidos fue liberado entre julio de 2010 y marzo de 2011, el movimiento femenino Damas de Blanco (Premio Sájarov 2005), con Laura Pollán al frente, continuó pidiendo la liberación de todos los que sufrían cárcel por oponerse al gobierno.
Pollán, esposa del periodista Héctor Maseda Gutiérrez, integrante del Grupo de los 75, habría firmado su propia condena al declarar a la prensa acreditada en Cuba, el 27 de marzo de 2011 en una de las marchas dominicales, que continuarían su lucha en las calles hasta que liberaran al último preso político en la isla.
''La vida de las Damas de Blanco no ha terminado hoy como muchos pensaron, todavía hay un buen rato para las Damas de Blanco'', sostuvo Pollán citada por la agencia EFE, al referirse a la conclusión del proceso de excarcelación del Grupo de los 75.
Diez meses después, el 14 de octubre de 2011, Laura falleció víctima del “virus respiratorio sincicial”, un germen que afecta en una abrumadora mayoría de los casos a bebés y niños de menos de 3 años”.
El dictamen médico levantó la suspicacia de muchos. El régimen recibió la acusación de haberla eliminado físicamente.
Si la muerte de Pollán sorprendió a los cubanos familiarizados con el movimiento opositor en la isla, casi un año después se volvieron a levantar las alarmas cuando el 22 de julio de 2012 fallecía en un extraño accidente de tráfico el también Premio Sájarov (2002) y líder del Movimiento Cristiano Liberación (MCL) Oswaldo Payá Sardiñas. Junto a él murió el coordinador del ala juvenil de la organización Harold Cepero Escalante.
La muerte de Payá y Cepero está rodeada de un velo de imprecisiones, mal manejo de la explicación por parte del gobierno cubano de cómo ocurrieron los hechos y el desaguisado de acusar al español Ángel Carromero de provocar el ‘accidente’, e implicarlo en declaraciones que luego de liberado se encargó de calificar como una burda manipulación por parte de sus carceleros.
Un tercer hecho estriba en que, para el momento en que Castro y el expresidente norteamericano Barack Obama sorprenden al mundo anunciando el 17 de diciembre de 2015 que reanudarían relaciones después de casi seis décadas de tensión, una de las prebendas concedidas por el autoritario hermano menor de Fidel Castro fue liberar -nuevamente- a un grupo numeroso de presos políticos.
Cinco años después de la liberación del grupo de Los 75, Castro se presentaba ante el mundo, no como un gobernante magnánimo, sino como un castigador reincidente, un dirigente autoritario que de vez en cuando, en periodos de tiempo más o menos parecidos, debe abrir las puertas de los calabozos nacionales para dejar salir a quienes se le oponen.
La magnitud de la noticia de aquellas relaciones bilaterales que se abrían por primera vez en décadas de tirantez, puso un velo a la represión sistémica, propia de quien no aceptaría jamás la diferencia.
Un mes después de anunciado el ‘deshielo’ Washington-La Habana, 53 nombres de presos políticos engrosaban la lista del petitorio de Obama a Castro, pero grupos opositores en la isla denunciaron oportunamente que algunos de los enlistados habían sido liberados meses -incluso un año- antes.
Sombrío panorama en materia de derechos
La Comisión Cubana de Derechos Humanos y reconciliación Nacional (CCDHRN), dirigida desde hace años por el profesor Elizardo Sánchez Santa Cruz deja periódicamente el registro sobre las principales violaciones en que incurre el régimen castrista contra sus ciudadanos.
El pasado mes de febrero la alerta puso al descubierto que 2018 repunta hacia un año de mayor represión: solo en enero las detenciones arbitrarias subieron a 330, muy superior a los dos meses finales de 2017.
En esta ocasión la Comisión ofreció un gráfico detenciones arbitrarias o procesados por motivos políticos en Cuba desde enero de 2010 a 2018. Revisando solo los meses de enero y febrero de 2010, estos actos llegaron hasta 117 y 235, respectivamente, mientras que en ese mismo periodo bimensual en 2017 fue de 478 y 482.
Otro dato interesante del registro de detenciones publicado por la citada organización ilegal en la isla es documentar el incremento de la represión: en 2010 (año de la muerte de Orlando Zapata) se registraron 2074 detenciones y encarcelamientos, una cifra que se vuelve irrisoria cuando se compara con las 9940 detenciones de 2016 (cuando se cumplía el primer aniversario del acercamiento con EEUU y Castro en un acto de envalentonamiento ante la prensa internacional negó la existencia de presos políticos, en aquel memorable y cínico “dame la lista”.
Mano dura con el disenso. Una mueca de desprecio cuando se le pregunta por los presos políticos en la isla (cuando no suelta una andanada de improperios y acusaciones) y una manera fría y calculada para abrir un mínimo espacio de oxígeno a sus connacionales.
Represión, prohibiciones, es el saldo de casi tres lustros de autoritarismo por parte de Raúl Castro, en quienes algunos ilusos han visto (y han querido vender) como un militar pasado a mandatario pragmático.