Si la salud lo acompaña y le permite tener una larga carrera, Yordán Álvarez se retirará como el mejor bateador cubano que haya pasado por las Grandes Ligas.
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El jardinero izquierdo y bateador designado de los Astros de Houston es, a decir de su manager Dusty Baker, lo más parecido a Barry Bonds la caja de bateo.
Y es también uno de los mayores errores gerenciales de los Dodgers de Los Angeles, equipo que lo firmó como agente libre internacional, pero lo cambió a los Astros sin haber siquiera debutado en Ligas Menores.
Desde que puso un pie en la Gran Carpa, el pelotero nacido en Las Tunas enseñó madera estelar.
Novato del Año de la Liga Americana en 2019, se perdió casi todo el 2020 por una lesión en la rodilla que lo llevó al quirófano.
Entre 2021 y 2023 ha sido simplemente demoledor, con más de 30 cuadrangulares en cada una de esas temporadas y bordeando siempre las 100 carreras impulsadas, lo que lo hace un perenne candidato al Jugador Más Valioso.
Desde su debut en 2019, Alvarez acumula 513 hits en 1,738 turnos, para average de .295, con 114 dobles, cuatro triples, 129 jonrones, 324 carreras anotadas y 380 remolcadas.
Es un bateador que usa todo el terreno para disparar sus batazos, lo que dificulta aún más ponerlo out.
Su promedio de embasamiento es de .390 y su slugging de .588, con un OPS de .978.
Sin embargo, en los últimos tres años también se ha visto afectado por lesiones recurrentes, que le han hecho perderse 93 juegos, de 486 posibles y 43 de ellos en el 2023.
Con 26 años, todavía no parece haber llegado a su clímax, aunque ya le regalan, como a Barry Bonds, boletos intencionales con la primera base ocupada, una acción sólo reservada para unos pocos elegidos.
El talento sobra. La clave es la salud. Y la meta final es el Salón de la Fama de Cooperstown.