El gobierno permite la compraventa de casas pero prohíbe que los cubanos ejerzan como agentes de bienes raíces. Sin embargo algunos se están ganando de esa manera la vida.
Después de que el gobierno de Raúl Castro autorizó la compraventa de casas en Cuba, aunque es ilegal algunos cubanos están aprovechando la oportunidad para buscarse dinero como agentes inmobiliarios, destaca un reportaje publicado en la edición digital de la revista Time.
La publicación identifica como Ray a un cubano de 65 años que mostró a varios extranjeros, entre ellos al reportero Girish Gupta, un apartamento con vista al malecón habanero, cuidándose todo el tiempo de que la policía no lo viera en la calle en compañía de sus potenciales clientes.
Al igual que muchas propiedades en Cuba, señala Time, “los muebles, equipos eléctricos, como un enorme radio de transistores, encajarían a la perfección en un museo”. El precio del apartamento era $30 mil dólares, aunque “necesita arreglos”, les dijo Ray.
El reportaje indica que como muchos otros cubanos Ray ha encontrado la forma de no verse obligado a vivir con los escasos $20 dólares al mes que paga el gobierno, y como corredor inmobiliario recibe 10 por ciento del precio de venta y tal vez propinas de los compradores.
Sin embargo, amplía, no todos los involucrados en el naciente mercado de bienes raíces recurren a métodos tan rudimentarios como los de Ray, quien anuncia sus servicios en el Paseo del Prado en letreros manuscritos de las propiedades en venta o que se alquilan.
Como ejemplo pone el caso de Yosuán Crespo, de 28 años, quien dirige EspacioCuba desde una oficina en el bario habanero del Vedado, que proporciona fotografías, detalles y precios de las propiedades, como hace cualquier agencia inmobiliaria en el mundo.
Pero Crespo insiste en que su negocio no es de corredor de bienes raíces, subraya Time, y que él no recibe ninguna comisión por las ventas, que fluctúan entre $20 mil y $250 mil. Según dijo, solo cobra a sus clientes por las fotografías y la publicidad, incluida online, de las propiedades.
“Muchas de las casas se venden en este momento a personas que tienen dinero en otras partes del mundo”, dijo el joven. De hecho, precisa la revista, con frecuencia el dinero cambia de manos en cuentas bancarias en el extranjero puesto que muchos cubanos simplemente no tienen acceso a las sumas requeridas para comprarlas.
Según la publicación, el exceso de oferta actual variará cuando los extranjeros se percaten de la gran oportunidad de inversión que representa el país. “Con los precios relativamente bajos—dice—muchos imaginan que el valor de los bienes raíces cubanos se disparará en los próximos años a medida que la isla se abra inevitablemente a los extranjeros”.
Aquellos que no tengan residencia permanente en Cuba para comprar, tal y como le exige la ley, señala Time, pueden valerse de una esposa cubana, un amigo o cualquier otra persona como apoderado. “Esto conlleva riesgos –dice– pero los inversionistas pueden verlo como una apuesta que vale la pena”.
De acuerdo con las más recientes cifras oficiales disponibles, apunta Time, en los primeros ocho meses del año pasado unas 45 mil viviendas cambiaron de propietarios en la isla.
La publicación identifica como Ray a un cubano de 65 años que mostró a varios extranjeros, entre ellos al reportero Girish Gupta, un apartamento con vista al malecón habanero, cuidándose todo el tiempo de que la policía no lo viera en la calle en compañía de sus potenciales clientes.
Al igual que muchas propiedades en Cuba, señala Time, “los muebles, equipos eléctricos, como un enorme radio de transistores, encajarían a la perfección en un museo”. El precio del apartamento era $30 mil dólares, aunque “necesita arreglos”, les dijo Ray.
El reportaje indica que como muchos otros cubanos Ray ha encontrado la forma de no verse obligado a vivir con los escasos $20 dólares al mes que paga el gobierno, y como corredor inmobiliario recibe 10 por ciento del precio de venta y tal vez propinas de los compradores.
Sin embargo, amplía, no todos los involucrados en el naciente mercado de bienes raíces recurren a métodos tan rudimentarios como los de Ray, quien anuncia sus servicios en el Paseo del Prado en letreros manuscritos de las propiedades en venta o que se alquilan.
Como ejemplo pone el caso de Yosuán Crespo, de 28 años, quien dirige EspacioCuba desde una oficina en el bario habanero del Vedado, que proporciona fotografías, detalles y precios de las propiedades, como hace cualquier agencia inmobiliaria en el mundo.
Pero Crespo insiste en que su negocio no es de corredor de bienes raíces, subraya Time, y que él no recibe ninguna comisión por las ventas, que fluctúan entre $20 mil y $250 mil. Según dijo, solo cobra a sus clientes por las fotografías y la publicidad, incluida online, de las propiedades.
“Muchas de las casas se venden en este momento a personas que tienen dinero en otras partes del mundo”, dijo el joven. De hecho, precisa la revista, con frecuencia el dinero cambia de manos en cuentas bancarias en el extranjero puesto que muchos cubanos simplemente no tienen acceso a las sumas requeridas para comprarlas.
Según la publicación, el exceso de oferta actual variará cuando los extranjeros se percaten de la gran oportunidad de inversión que representa el país. “Con los precios relativamente bajos—dice—muchos imaginan que el valor de los bienes raíces cubanos se disparará en los próximos años a medida que la isla se abra inevitablemente a los extranjeros”.
Aquellos que no tengan residencia permanente en Cuba para comprar, tal y como le exige la ley, señala Time, pueden valerse de una esposa cubana, un amigo o cualquier otra persona como apoderado. “Esto conlleva riesgos –dice– pero los inversionistas pueden verlo como una apuesta que vale la pena”.
De acuerdo con las más recientes cifras oficiales disponibles, apunta Time, en los primeros ocho meses del año pasado unas 45 mil viviendas cambiaron de propietarios en la isla.