Cuba no va a volver a ser lo que era en 1959. Es imposible darle marcha atrás al reloj o a la historia.
La semana pasada noticias relacionadas con Cuba llegaron como vientos huracanados.
La bloguera y disidente Yoani Sánchez comenzó el alud noticioso cuando dijo en Brasil que los cinco espías cubanos encarcelados en Estados Unidos debían ser liberados para que así el gobierno de Cuba pudiera gastar esos millones en ayudar al pueblo de la isla.
Las protestas de medios del exilio no se hicieron esperar y Sánchez explicó que sus palabras eran irónicas; que creía que los espías eran culpables y que pedía disculpas a quienes se sintieran ofendidos por lo que había dicho. Hay que recordar que los cinco espías fueron condenados por haberle dado al gobierno cubano inteligencia sobre los vuelos de Hermanos al Rescate y que Fidel Castro utilizó esta información para pedirle al piloto de unos de sus aviones Migs a que derribara a dos de las avionetas civiles. Cuatro exiliados murieron en el incidente.
Admito que dos colegas me dijeron, aún antes que Sánchez se disculpara, que el comentario era irónico; que le hablaba al pueblo cubano en un idioma que ellos entendían. No creo que uno deba usar la ironía cuando hay muertos por medio; es de mal gusto.
Sánchez también repitió su posición sobre el embargo. Ella cree que debe ser eliminado. Discrepo con ella pero defiendo con vehemencia su derecho a decir lo que quiere. Ella se ha ganado el derecho al criticar al gobierno cubano por su falta de libertad y democracia. Y lo ha hecho en Cuba donde las garras del gobierno la pueden apresar en cualquier momento. Además en su blog Generación Y, Sánchez ha logrado transmitir las realidad que viven los cubanos de a pie al mundo. Su cuenta Twitter es traducida a 18 idiomas.
Después hizo su aparición Raúl Castro. El domingo anunció que en cinco años se retiraría y que Miguel Díaz Canel era el escogido a gobernar después. Pero en Cuba cinco años es una eternidad. ¿Quién dice que en ese tiempo no surja un Castro más joven para continuar la dinastía?
En ese instante se desvanecieron los sueños de muchos de los exiliados históricos. Aquellos que salimos de Cuba hace muchas décadas después de haber visto los abusos de la revolución. No creo que lleguemos a ver a una Cuba democrática en nuestras vidas. Ni veremos a los hermanos Castro ante un tribunal internacional para que los juzguen por sus crímenes lesa humanidad. No podré volver a ver la tumba donde mi madre está enterrada.
La realidad es que si hay cambios en Cuba, estos surgirán por el esfuerzo que hacen una nueva generación de cubanos en la isla que tienen ideas muy diferentes a los que nos fuimos hace medio siglo y a cómo piensan nuestros hijos y nietos. Hablan un idioma diferente. Ellos ven los conceptos de democracia, libertad, elecciones pluralistas y los derechos humanos bajo el prisma de la opresión en la que viven.
En el exilio pudiéramos ayudar a los cubanos en la isla si estuviéramos dispuestos a pagar un alto porcentaje – digamos, el chantaje - de lo que mandemos a los que gobiernan despiadadamente. Seríamos ingenuos si creyéramos que levantando el embargo apresuraríamos la libertad de Cuba.
Tristemente hay poco que podemos hacer como exiliados. No critico a los que tratan de hacerlo pero creo que pierden su dinero y el tiempo. No voy a hablar mal de Sánchez o de ninguno de los disidentes en la isla. Ellos tienen una valentía extraordinaria. Muchos han muerto por sus ideas. Cuba se ha encargado de matar a otros.
Oponerse al gobierno en Cuba no es fácil. Y no es posible que los exiliados podamos tener un impacto decisivo desde afuera.
Cuba no va a volver a ser lo que era en 1959. Es imposible darle marcha atrás al reloj o a la historia. En estos momentos no tenemos formas de entender la realidad de los que viven en la isla y los que llegan a Estados Unidos en los últimos años. Somos diferentes. Y nuestros hijos y nietos aún más.
Mis sueños se han convertido en pesadillas demasiadas veces; cada vez que he pensado que el final está cerca. Hoy día miro lo que ocurre en Cuba con tristeza y me doy cuenta que es un país que ya yo no entiendo.
La bloguera y disidente Yoani Sánchez comenzó el alud noticioso cuando dijo en Brasil que los cinco espías cubanos encarcelados en Estados Unidos debían ser liberados para que así el gobierno de Cuba pudiera gastar esos millones en ayudar al pueblo de la isla.
Las protestas de medios del exilio no se hicieron esperar y Sánchez explicó que sus palabras eran irónicas; que creía que los espías eran culpables y que pedía disculpas a quienes se sintieran ofendidos por lo que había dicho. Hay que recordar que los cinco espías fueron condenados por haberle dado al gobierno cubano inteligencia sobre los vuelos de Hermanos al Rescate y que Fidel Castro utilizó esta información para pedirle al piloto de unos de sus aviones Migs a que derribara a dos de las avionetas civiles. Cuatro exiliados murieron en el incidente.
Admito que dos colegas me dijeron, aún antes que Sánchez se disculpara, que el comentario era irónico; que le hablaba al pueblo cubano en un idioma que ellos entendían. No creo que uno deba usar la ironía cuando hay muertos por medio; es de mal gusto.
Sánchez también repitió su posición sobre el embargo. Ella cree que debe ser eliminado. Discrepo con ella pero defiendo con vehemencia su derecho a decir lo que quiere. Ella se ha ganado el derecho al criticar al gobierno cubano por su falta de libertad y democracia. Y lo ha hecho en Cuba donde las garras del gobierno la pueden apresar en cualquier momento. Además en su blog Generación Y, Sánchez ha logrado transmitir las realidad que viven los cubanos de a pie al mundo. Su cuenta Twitter es traducida a 18 idiomas.
Después hizo su aparición Raúl Castro. El domingo anunció que en cinco años se retiraría y que Miguel Díaz Canel era el escogido a gobernar después. Pero en Cuba cinco años es una eternidad. ¿Quién dice que en ese tiempo no surja un Castro más joven para continuar la dinastía?
En ese instante se desvanecieron los sueños de muchos de los exiliados históricos. Aquellos que salimos de Cuba hace muchas décadas después de haber visto los abusos de la revolución. No creo que lleguemos a ver a una Cuba democrática en nuestras vidas. Ni veremos a los hermanos Castro ante un tribunal internacional para que los juzguen por sus crímenes lesa humanidad. No podré volver a ver la tumba donde mi madre está enterrada.
La realidad es que si hay cambios en Cuba, estos surgirán por el esfuerzo que hacen una nueva generación de cubanos en la isla que tienen ideas muy diferentes a los que nos fuimos hace medio siglo y a cómo piensan nuestros hijos y nietos. Hablan un idioma diferente. Ellos ven los conceptos de democracia, libertad, elecciones pluralistas y los derechos humanos bajo el prisma de la opresión en la que viven.
En el exilio pudiéramos ayudar a los cubanos en la isla si estuviéramos dispuestos a pagar un alto porcentaje – digamos, el chantaje - de lo que mandemos a los que gobiernan despiadadamente. Seríamos ingenuos si creyéramos que levantando el embargo apresuraríamos la libertad de Cuba.
Tristemente hay poco que podemos hacer como exiliados. No critico a los que tratan de hacerlo pero creo que pierden su dinero y el tiempo. No voy a hablar mal de Sánchez o de ninguno de los disidentes en la isla. Ellos tienen una valentía extraordinaria. Muchos han muerto por sus ideas. Cuba se ha encargado de matar a otros.
Oponerse al gobierno en Cuba no es fácil. Y no es posible que los exiliados podamos tener un impacto decisivo desde afuera.
Cuba no va a volver a ser lo que era en 1959. Es imposible darle marcha atrás al reloj o a la historia. En estos momentos no tenemos formas de entender la realidad de los que viven en la isla y los que llegan a Estados Unidos en los últimos años. Somos diferentes. Y nuestros hijos y nietos aún más.
Mis sueños se han convertido en pesadillas demasiadas veces; cada vez que he pensado que el final está cerca. Hoy día miro lo que ocurre en Cuba con tristeza y me doy cuenta que es un país que ya yo no entiendo.