Cuando las selecciones Cuba y Estados Unidos disputen la primera semifinal del Clásico Mundial de Béisbol (WBC) este domingo, en Miami, será un día de muchas primeras veces.
Nunca antes ambos equipos se han enfrentado en las cuatro ediciones anteriores del WBC.
En el 2006, a los estadounidenses los eliminaron en segunda ronda, cuando Cuba llegó hasta la finl, mientras que en el 2009, 2013 y 2017, fueron los cubanos quienes no pasaron de esa fase.
Nunca antes, en más de seis décadas, una selección cubana jugó en Miami, la ciudad que alberga la mayor cantidad de exiliados de la isla.
Lo más cerca que estuvo alguna vez de jugar en Miami un equipo cubano fue en 2021, en el torneo clasificatorio para los Juegos Olímpicos, que se disputó en West Palm Beach, unas 80 millas al norte de la Capital del Sol, ocasión que tres jugadores aprovecharon para abandonar el equipo y quedarse en Estados Unidos.
Dos de ellos, el pitcher Andy Rodríguez y el segunda base César Prieto, ya tienen contratos profesionales y forman parte de las organizaciones de los Rangers de Texas y los Orioles, respectivamente.
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En 1991, la selección hizo una breve escala en el Aeropuerto Internacional de Miami, cuando iba de Tennessee a La Habana, y el pitcher René Arocha se convirtió en el primero en 30 años en escapar del equipo.
Arocha llegó a jugar en Grandes Ligas, y con ello abrió el camino a cientos de compatriotas que siguieron sus pasos.
Nunca antes una selección cubana enfrentó un trabuco compuesto por estrellas estadounidenses en las Grandes Ligas.
Lo más parecido fue cuando, en 1999, los cubanos celebraron dos partidos de exhibición ante los Orioles de Baltimore, y en 2016, durante el deshielo con Cuba propiciado por el presidente Barack Obama, los Rays de Tampa Bay disputaron un choque en La Habana.
Fuera de eso, Cuba dominó por décadas el escenario beisbolero mundial con un equipo de profesionales de Estado, disfrazados de amateurs, ante jugadores universitarios de Estados Unidos.
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Cuando en 1962, el dictador Fidel Castro eliminó el profesionalismo en el deporte en Cuba, todo el talento beisbolero de la isla se concentró bajo el control estatal y sus triunfos, cada vez más fáciles en el ámbito internacional, eran usados como bandera para exponer la superioridad del deporte socialista en medio de la Guerra Fría.
Ganarle a los americanos se convirtió en un acto de propaganda política del régimen, que escondía a los fanáticos del béisbol la realidad cualitativa de sus rivales.
Este domingo, por primera vez, Cuba verá enfrente a una pléyade de estrellas como Mike Trout, Nolan Arenado, Paul Goldschmidt, J.T. Realmuto, Mookie Betts y Trea Turner, entre otros.
Nunca antes fueron llamados a filas por las autoridades de La Habana peloteros que juegan en las Grandes Ligas y no están bajo el control de la Federación Cubana de Béisbol (FCB).
No se trata de la primera vez que Cuba use profesionales en su selección nacional.
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Hace años ya, con Fidel Castro fuera de escena, las autoridades desterraron el “amauterismo” que tanto defendía el dictador y, en busca de conseguir ingresos para sus arcas, el régimen comenzó a exportar peloteros a la Liga Profesional Japonesa (NPB), con contratos en los que la FCB se queda con una parte del dinero.
Esos profesionales de la NPB desde hace tiempo son convocados a la selección, prácticamente como un acto obligatorio.
Pero ahora, Luis Robert y Yoán Moncada, de los Medias Blancas de Chicago, se convirtieron en los primeros peloteros activos en MLB en vestir el uniforme de Cuba, junto a Roenis Elías, Yoenis Céspedes, Onelki García, Andy Ibáñez, Erisbel Arrebarruena, quienes han pasado por las Mayores, así como Miguel Romero, que se desempeña en Ligas Menores.
Por décadas, el régimen cubano llamó "desertores, traidores y apátridas" a estos peloteros que se iban del país en busca de perseguir sus sueños de jugar en Grandes Ligas.