No es la final deseada, pero es la mejor final posible. Si en la discusión del título estuviese enfrascado Santiago de Cuba o Villa Clara, dos de las novenas grandes, entonces en la isla se hablaría de pelota en cada rincón.
Pero a día de hoy, viendo las horas bajas que vive el deporte nacional, afectado por el chorro de peloteros que abandonan el país, un play off por la corona entre los Tigres de Ciego de Ávila y los Leones de Industriales no es un duelo desdeñable.
Desde hace cinco años, Ciego es el equipo que mejor juega a la defensa de campo. Tiene una línea central de lujo. Con una combinación de doble play que funciona como un reloj suizo. Encabezada por Yorbis Borroto, un paracorto de manos seguras, y el experimentado camarero Mario Vega, entre los mejores al guante en los clásicos.
En el jardín central Yoelbis Fiss es toda una garantía. Y detrás del plato el máscara Lisdey Díaz está lejos de ser una estrella, pero cumple su trabajo defensivo.
Si a esto añadimos que la novena tiene un tercer bate como Rusney Castillo, pelotero de cinco herramientas, y bateadores de nivel al estilo de Isaac Martínez, Yorelvis Charles o el todoterreno Raúl González, entonces llegamos a la conclusión de que los Tigres son competitivos.
Los pupilos dirigidos por Roger Machado reúnen todos los ingredientes para coronarse. Les ha faltado esa pizca de suerte y bravura que acompañan a los elegidos.
Por supuesto, también han sufrido las habituales bajas por deserciones de varios peloteros protagónicos. Son los casos de su antesalista Adonis García, el jardinero Yordanis Pérez o el lanzador Alíen Mora.
2012 pudiera ser el año de Ciego de Ávila. Pero para escalar al máximo sitial hay que desbancar a Industriales. Una novena que ya es historia en el béisbol cubano.
Por muchas cosas. Que van desde sus 12 campeonatos, hasta una manera diferente de jugar y entender la pelota. Industriales es Industriales. Juegan bajo presión como nadie. Y nunca dan un partido por perdido.
Es para que Industriales flotara entre los sotaneros. Desde 1991 a la fecha, han perdido más de 150 peloteros, quienes prefirieron probar suerte como profesionales.
En los últimos años sus mejores lanzadores han dicho adiós a su patria. Y para males mayores, jóvenes talentosos como Carlos Martínez, Joan Socarrás y Gerardo Concepción, el relevo de los que se fueron, también saltaron la cerca.
Solo la poderosa cantera del béisbol habanero, trabajando a destajo, ha podido sustituir con cierta calidad las ausencias. Que no es poca cosa. Si el goteo de deserciones no hubiese ocurrido, ahora mismo el sensacional Kendry Morales fuera su cuarto bate.
Y el torpedero de los azulejos de Toronto, Yunel Escobar, su short stop. Desde el 2003 a la fecha, solamente el jardinero central, el veterano Carlos Tabares se mantiene en su nómina regular. Todos los demás, o se han retirado, o se han marchado.
Gracias al buen trabajo de La Habana en las categorías pequeñas se pueden recoger frutos. Y en esta versión azul vemos a un prospecto de la talla de Yasmany Tomás, que si sigue jugando en Cuba hará historia. También entre sus jóvenes lanzadores hay talento. Son oro puro los relevistas Antonio Armando Romero, Rogelio Armenteros, Adrian Sosa y el cerrador Julio Raizan Montesinos, un moreno de 21 años, capaz de tirar rectas de 4 costuras a 94 millas.
Por cierto, Montesinos es un caso sui generis. Junto al antesalista de Cienfuegos, Pavel Quesada, abandonaron el país hace tres años. Las puertas del béisbol rentado se les cerraron y regresaron a su patria. La Federación Cubana les conmutó la sanción y esta temporada los autorizó a competir.
Montesinos no estaba en la nomina inicial. Pero Industriales perdió por lesiones a dos de sus mejores cartas, el abridor Arley Sánchez y su taponero estelar, Yoandry Portal. En la recta final de la campaña, Montesinos salvó 8 juegos. Además de una recta poderosa, lo acompaña una slider de nivel y mucho valor para enfrentar situaciones complejas de juego.
Lo mejor de los Leones capitalinos es el bateo. Desde su excelente primer bate Irait Chirinos, hasta el noveno en la tanda, Raiko Olivares, una segunda base reconvertido en torpedero, son bateadores de contacto y fuerza.
A la hora crucial saben hacer su trabajo. Es un equipo hecho a la medida para discutir campeonatos. En los play offs es cuando mejor juegan. Y eso lo saben sus rivales: no pocas veces el miedo escénico al coloso del Cerro los ha disminuido.
El domingo 20 de mayo, Tigres y Leones iniciaron un match al mejor de 7 encuentros para dirimir el campeón de Cuba. Con un Estadio Latinoamericano repleto hasta la bandera.
Cada equipo colocó en la lomita a sus cartas ganadoras. Ciego abrió con el supersónico de Morón, Vladimir García, un lanzador derecho con rectas de hasta 97 millas y rompimientos diabólicos.
Vladimir tenía 14 victorias al hilo de las 18 que ha alcanzado. Cuando lanza, su novena batea poco. De esas 18 victorias, 12 han sido por margen de una carrera. Incluso de sus 5 derrotas, 3 también han sido por la mínima.
Era un hueso duro para los Leones. En la trinchera de enfrente se encaramó Odrisamer Despaigne, quien llevaba 8 triunfos en línea. En abril ganó 7 juegos y lanzó para una efectividad de 0.25.
Los dos picherts saben colocar sus envíos en la zona baja. Despaigne, tiene una recta que alcanza 94 millas y excelente cambio de velocidad.
Poncha más que Vladimir. En la temporada regular abanicó a 7 por encuentro. El domingo pasado, los dos se presentaron que cortaban. En 7 capítulos la pizarra estaba llena de ceros.
A Vladimir solo le habían conectado un hit. Y a Odrisamer 4, pero había ponchado a 6 y se veía dueño de la situación. Cuando mejor estaba el partido, a la altura del séptimo inning llegó la lluvia.
Después de dos horas se reinició el juego. Odrisamer no fue el mismo. Regado en su control permitió un par de hits, lo que acompañado por dos pasboles de su receptor Lisván Correa, excelente con el madero, pésimo en el mascoteo, abrió el home a tres carreras de los Tigres.
Suficiente para un pichert como Vladimir, que promedia dos anotaciones por partido y le batearon solo 201 en la temporada. Aunque con Industriales se gana cuando se acaba el juego. Y remando a la contra son los mejores. Vladimir vio como los azules recortaron diferencias y el partido se cerró 3 carreras por 2.
El final fue de infarto. A un out de la victoria y con un hombre en primera, Carlos Tabares conectó un batazo descomunal que por pocos centímetros se fue de foul, de haber sido válida la conexión los Tigres hubieran quedado al campo.
Vladimir respiró hondo. Y la gente, enloquecida en la gradas, pedía otro batazo milagroso. Pero el derecho de Morón dominó a Tabares en una línea al jardín derecho. Fue un juego digno de una final. Y la buena noticia para Ciego de Ávila es que su abridor estrella pudiese lanzar dos encuentros más.
Industriales suele ser peligroso cuando lo pican. La historia promete ser más larga. Lo mejor está por llegar.
Desde hace cinco años, Ciego es el equipo que mejor juega a la defensa de campo. Tiene una línea central de lujo. Con una combinación de doble play que funciona como un reloj suizo. Encabezada por Yorbis Borroto, un paracorto de manos seguras, y el experimentado camarero Mario Vega, entre los mejores al guante en los clásicos.
En el jardín central Yoelbis Fiss es toda una garantía. Y detrás del plato el máscara Lisdey Díaz está lejos de ser una estrella, pero cumple su trabajo defensivo.
Si a esto añadimos que la novena tiene un tercer bate como Rusney Castillo, pelotero de cinco herramientas, y bateadores de nivel al estilo de Isaac Martínez, Yorelvis Charles o el todoterreno Raúl González, entonces llegamos a la conclusión de que los Tigres son competitivos.
Los pupilos dirigidos por Roger Machado reúnen todos los ingredientes para coronarse. Les ha faltado esa pizca de suerte y bravura que acompañan a los elegidos.
Por supuesto, también han sufrido las habituales bajas por deserciones de varios peloteros protagónicos. Son los casos de su antesalista Adonis García, el jardinero Yordanis Pérez o el lanzador Alíen Mora.
2012 pudiera ser el año de Ciego de Ávila. Pero para escalar al máximo sitial hay que desbancar a Industriales. Una novena que ya es historia en el béisbol cubano.
Por muchas cosas. Que van desde sus 12 campeonatos, hasta una manera diferente de jugar y entender la pelota. Industriales es Industriales. Juegan bajo presión como nadie. Y nunca dan un partido por perdido.
Es para que Industriales flotara entre los sotaneros. Desde 1991 a la fecha, han perdido más de 150 peloteros, quienes prefirieron probar suerte como profesionales.
En los últimos años sus mejores lanzadores han dicho adiós a su patria. Y para males mayores, jóvenes talentosos como Carlos Martínez, Joan Socarrás y Gerardo Concepción, el relevo de los que se fueron, también saltaron la cerca.
Solo la poderosa cantera del béisbol habanero, trabajando a destajo, ha podido sustituir con cierta calidad las ausencias. Que no es poca cosa. Si el goteo de deserciones no hubiese ocurrido, ahora mismo el sensacional Kendry Morales fuera su cuarto bate.
Y el torpedero de los azulejos de Toronto, Yunel Escobar, su short stop. Desde el 2003 a la fecha, solamente el jardinero central, el veterano Carlos Tabares se mantiene en su nómina regular. Todos los demás, o se han retirado, o se han marchado.
Gracias al buen trabajo de La Habana en las categorías pequeñas se pueden recoger frutos. Y en esta versión azul vemos a un prospecto de la talla de Yasmany Tomás, que si sigue jugando en Cuba hará historia. También entre sus jóvenes lanzadores hay talento. Son oro puro los relevistas Antonio Armando Romero, Rogelio Armenteros, Adrian Sosa y el cerrador Julio Raizan Montesinos, un moreno de 21 años, capaz de tirar rectas de 4 costuras a 94 millas.
Por cierto, Montesinos es un caso sui generis. Junto al antesalista de Cienfuegos, Pavel Quesada, abandonaron el país hace tres años. Las puertas del béisbol rentado se les cerraron y regresaron a su patria. La Federación Cubana les conmutó la sanción y esta temporada los autorizó a competir.
Montesinos no estaba en la nomina inicial. Pero Industriales perdió por lesiones a dos de sus mejores cartas, el abridor Arley Sánchez y su taponero estelar, Yoandry Portal. En la recta final de la campaña, Montesinos salvó 8 juegos. Además de una recta poderosa, lo acompaña una slider de nivel y mucho valor para enfrentar situaciones complejas de juego.
Lo mejor de los Leones capitalinos es el bateo. Desde su excelente primer bate Irait Chirinos, hasta el noveno en la tanda, Raiko Olivares, una segunda base reconvertido en torpedero, son bateadores de contacto y fuerza.
A la hora crucial saben hacer su trabajo. Es un equipo hecho a la medida para discutir campeonatos. En los play offs es cuando mejor juegan. Y eso lo saben sus rivales: no pocas veces el miedo escénico al coloso del Cerro los ha disminuido.
El domingo 20 de mayo, Tigres y Leones iniciaron un match al mejor de 7 encuentros para dirimir el campeón de Cuba. Con un Estadio Latinoamericano repleto hasta la bandera.
Cada equipo colocó en la lomita a sus cartas ganadoras. Ciego abrió con el supersónico de Morón, Vladimir García, un lanzador derecho con rectas de hasta 97 millas y rompimientos diabólicos.
Vladimir tenía 14 victorias al hilo de las 18 que ha alcanzado. Cuando lanza, su novena batea poco. De esas 18 victorias, 12 han sido por margen de una carrera. Incluso de sus 5 derrotas, 3 también han sido por la mínima.
Era un hueso duro para los Leones. En la trinchera de enfrente se encaramó Odrisamer Despaigne, quien llevaba 8 triunfos en línea. En abril ganó 7 juegos y lanzó para una efectividad de 0.25.
Los dos picherts saben colocar sus envíos en la zona baja. Despaigne, tiene una recta que alcanza 94 millas y excelente cambio de velocidad.
Poncha más que Vladimir. En la temporada regular abanicó a 7 por encuentro. El domingo pasado, los dos se presentaron que cortaban. En 7 capítulos la pizarra estaba llena de ceros.
A Vladimir solo le habían conectado un hit. Y a Odrisamer 4, pero había ponchado a 6 y se veía dueño de la situación. Cuando mejor estaba el partido, a la altura del séptimo inning llegó la lluvia.
Después de dos horas se reinició el juego. Odrisamer no fue el mismo. Regado en su control permitió un par de hits, lo que acompañado por dos pasboles de su receptor Lisván Correa, excelente con el madero, pésimo en el mascoteo, abrió el home a tres carreras de los Tigres.
Suficiente para un pichert como Vladimir, que promedia dos anotaciones por partido y le batearon solo 201 en la temporada. Aunque con Industriales se gana cuando se acaba el juego. Y remando a la contra son los mejores. Vladimir vio como los azules recortaron diferencias y el partido se cerró 3 carreras por 2.
El final fue de infarto. A un out de la victoria y con un hombre en primera, Carlos Tabares conectó un batazo descomunal que por pocos centímetros se fue de foul, de haber sido válida la conexión los Tigres hubieran quedado al campo.
Vladimir respiró hondo. Y la gente, enloquecida en la gradas, pedía otro batazo milagroso. Pero el derecho de Morón dominó a Tabares en una línea al jardín derecho. Fue un juego digno de una final. Y la buena noticia para Ciego de Ávila es que su abridor estrella pudiese lanzar dos encuentros más.
Industriales suele ser peligroso cuando lo pican. La historia promete ser más larga. Lo mejor está por llegar.