El opositor cubano Carlos Amel Oliva volvió a recibir la negativa de las autoridades cubanas para salir del país.
Sucedió este domingo último en el Aeropuerto Internacional “José Martí” de La Habana, es la quinta ocasión en que instituciones internacionales invitan al joven disidente a encuentros de trabajo y pierden el dinero invertido.
A esa reprimenda venida del Ministerio del Interior se únen las críticas de quienes acusan a los opositores de "disidentes viajeros", resultado de las invitaciones cursadas por insituciones y grupos en países en democracia de América del Norte y Sur, Europa y Asia.
Oliva, líder del frente Juvenil de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), fue invitado por Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, COMEXI, para que intercambiaran ideas activistas de la sociedad civil de ambos países.
“Fui impedido de salir de Cuba con la justificación de que tenía –según los funcionarios de Inmigración- una restricción de salida”, denunció Oliva.
Los agentes de Inmigración en el aeropuerto capitalino evitaron ofrecer declaraciones sobre la verdadera motivación de la negativa gubernamental.
“Me dijeron que solo eran un órgano ejecutor, y que ellos no sabían por qué era la limitación”, indicó Oliva, y relató que les aclaró lo que sabe: que se trata de un opositor pacífico.
Un freno a la sociedad civil
Oliva regresó este lunes a Santiago de Cuba, su ciudad de residencia, y conversó con Martí Noticias sobre las anteriores cinco impedimentas a viajar, y otras nueve ocasiones en que activistas de su grupo se han visto limitados a salir.
El opositor también fijó su posición sobre el cartel de “disidentes viajeros” que pesa sobre él y sus colegas desde que en 2013 el régimen castrista aprobó la reforma migratoria.
“La primera vez que se me impidió viajar fue el 28 de septiembre de 2014. Debería de haber viajado a Chile, invitado por “Libertad y desarrollo”, explica.
Doce días después, el 10 de octubre, le impidieron asistir a un taller en la República Checa; en 2016 no pudo viajar a Argentina invitado por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) y el 13 de diciembre pasado no pudo estar en el Diálogo Democrático de Varsovia, Polonia.
Oliva asegura que se trata de un estratagema de la dictadura cubana para “minimizar el impacto mediático de la actual ola represiva. Determinan que algunos activistas... y dependiendo del tipo de encuentro, pues deciden no dejar salir a algunos para evitar estas denuncias a ciertos niveles”.
Nueve integrantes de UNPACU han sufrido la arbitrariedad de las autoridades cubanas. Después del pago de los pasaportes, viajes a La Habana –donde están las embajadas- y la compra de boletos de avión, reciben la notificación de que su salida está “temporalmente limitada”, comprendido en el amplio espectro legal de responder a asuntos de “interés público”.
Viajar, un derecho universalmente reconocido
En redes sociales, blogs y sitios digitales de asuntos cubanos se ventila la entrada y salida de estos activistas de derechos cubanos como “disitur” o “disidentes viajeros”. Oliva es categórico al responder.
“Hacer uso de un derecho reconocido universalmente (Art. 13 Declaración Universal de los Derechos Humanos) no es ningún delito, no es nada amoral”, asegura.
Oliva explica que si están luchando “por algo” en Cuba es “porque todos los cubanos tengan la posibilidad de ejercer todos los derechos reconocidos en la Declaración Universal y hacerlo con total y entera libertad”.
Sobre la posibilidad, abierta en 2013 cuando se eliminó la famosa “Carta Blanca” o Permiso de salida, Oliva asegura que no hay nada malo en ello, y enfrenta las críticas internas y venidas desde el exterior.
“No creo que viajar, salir de Cuba, ver cómo funcionan los países en democracia… cómo funcionan sus instituciones, como es una elección verdadera, y virar y contárselo al pueblo, no creo que sea nada vergonzoso”, indicó.
Finalmente habló sobre la decisión de los disidentes de regresar a enfrentar a las fuerzas represivas luego de cada viaje que ha efectuado. Aún a costa de ser encarcelados, como sucedió con el Dr. Eduardo Cardet, condenado a 3 años de cárcel por criticar al desaparecido dictador Fidel Castro.
“Hay que tener mucho compromiso para salir un día, estar en democracia y regresar luego hacia Cuba, hacia la esclavitud y estar en un pestilente calabozo (…) Creo incluso que cuando se sale y se regresa es hasta una prueba para el opositor”, concluyó.
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