El Gobierno cubano anunció en octubre que la venta de cocinas de inducción (a 500 pesos) sería "liberada". Esta semana, sin embargo, una funcionaria provincial de Comercio en Villa Clara aseguró en la radio local que la venta se hará "por la libreta" para evitar el acaparamiento, dijo este martes el periodista independiente Yoel Espinosa en el programa Cuba al Día de Radio Martí.
Según Espinosa: "Aquí en Santa Clara todos quedaron sorprendidos cuando la directora de Comercio dijo que como los módulos vendidos en el pasado no aguantan más reparaciones procederán a la venta de las cocinas de inducción".
Y "para poderlas comprar hay que llevar 'la libreta' y los núcleos tienen dos opciones de pago: en efectivo o con un crédito bancario", señaló Espinosa.
Los que no tienen el dinero enfrentan un problema serio con el banco porque "muchos de ellos no han terminado de pagar los equipos electrodomésticos vendidos años atrás y saben que no les van a dar nuevos créditos".
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"Las personas que no tienen libreta tampoco podrán adquirirlas, pues para comprarlas hay que llevar el documento", destacó.
El módulo compuesto por una cocina de inducción, una cacerola con tapa, una sartén, un jarro y una cafetera.
"Luce muy bonito", refiere Espinosa que opinan los vecinos, "pero no parece resistente al uso continuado". Además, tiene una sola hornilla, lo que da posibilidad para cocinar un solo alimento; por lo que es poco práctico.
Según destacaron los medios de prensa en Cuba, el kit tiene una garantía por tres meses. Dentro de ese periodo, si el equipo presenta algún desperfecto, se sustituiría íntegramente y el servicio de postgarantía se ofrecerá en los talleres de reparación vinculados al "Programa de ahorro energético".
Bárbara Viera, ama de casa residente en Cabaiguán, Sancti Spíritus, dijo a Martí Noticias que "la gente tiene muy presente lo que ocurrió en el pasado con las hornillas eléctricas: siempre estaban rotas y las colas en los talleres para arreglarlas eran interminables".
"La gente que no tiene libreta para comprar estas hornillas o no tiene dinero para pagarlas, y las que todavía deben al banco las anteriores tienen que apelar a la cocina de querosene hechas artesanalmente o en el caso de la gente que vive en el campo al fogón de leña", dijo Viera.
"El querosene que le venden a los núcleos familiares es una cantidad mínima y tampoco alcanza para cocinar todos los días. Por eso lo que hace la gente es comprarlo en los Cupet o en el mercado negro".
Los vecinos recuerdan, además, los múltiples casos de accidentes domésticos producidos por desperfectos en las cocinas o por la mala calidad del combustible.
"En mi caso, me venden gas licuado; 80 libras para el año. Y si lo consumo antes tengo que inventar, como hacen los demás".
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Meses atrás, el Gobierno entregó a familias que consideran casos sociales un módulo gratis. Pero Espinosa ya conoce casos de personas que las están usando y aseguran que no soportan el uso cotidiano por mucho tiempo.
"Muy bonitas y te indican cómo usarlas, pero nadie espera mucho más", concluyó el reportero.
Ambos entrevistados aseguran que el Gobierno lo que ha hecho es buscar una solución momentánea pero el problema seguirá afectando a miles de familias.