En este otoño las noticias que vienen del Norte y el Sur son esenciales para la continuidad del añejo régimen. Quizás de vida o muerte. Y créanme, que no es una metáfora.
Lo peor para el gobierno del General Raúl Castro en 2012 quizás esté por venir. Las malas noticias se agolpan en su carpeta de trabajo. El artefacto Scarabeo 9 no ha hecho brotar petróleo de los pozos submarinos explorados.
La economía cubana sigue en números rojos. La agricultura no carbura. Las exportaciones en mínimos. Para echar dólares al canasto se cuenta con el turismo extranjero, el crecimiento de las remesas giradas por la diáspora y aplicar medidas, como el tarifazo aduanero, altamente impopulares.
A dos años de ampliar el espacio para el trabajo privado, los resultados dejan que desear. La economía de las pizzas caseras y el pan con mayonesa no ha traído un repunte en las cifras macroeconómicas. Se sigue en las mismas. Un millón de empleados a las puertas del paro que deben arreglárselas como puedan en una economía de supervivencia.
El problema es que la baja productividad, la mala calidad de muchos artículos, el encarecimiento del valor agregado de los productos debido a los altos impuestos, y las regulaciones absurdas a los campesinos particulares, son un freno de mano a las tímidas reformas.
Súmele a esto la doble moneda. Los obreros cobran una moneda que apenas alcanza para comprar viandas, pagar la factura eléctrica y adquirir una exigua canasta básica que se otorga por la libreta de racionamiento.
A la hora de comprar detergente, aceite, equipos electrodomésticos, calzado y ropa debes pagar con divisa. Esa aberración monetaria lastra cualquier transformación sería y a fondo en la economía nacional. Mientras los asesores del General barajan opciones en pos de obtener dólares frescos, la gente de a pie se rasca el bolsillo y ponen a prueba el ingenio para llevar tres platos de comida caliente a la mesa.
Ya se sabe que el régimen considera la alimentación un asunto de seguridad nacional. Pero el gobierno de Castro II poco ha logrado. Sigue ausente el vaso de leche en el desayuno. Al igual que el café.
Los precios de los embutidos, carne de cerdo, frijoles, frutas, viandas y hortalizas se mantienen por las nubes. No se ve un atisbo de que bajen. Al contrario. Los salarios se mantienen congelados en el tiempo. Mientras una familia debe desembolsar 6 o 7 veces más para adquirir comida o pagar la cuenta de electricidad, su sueldo solo ha crecido unas pocas decenas de pesos en los últimos 20 años.
El panorama interno se antoja desolador en este otoño. Y puede que la mala racha se estire. Es habitual en las autocracias, ineficaces y que no generan riquezas, la dependencia letal de factores externos.
En el caso de Cuba, experta en pasar la gorra, y acostumbrada a vivir del subsidio de otras naciones, las elecciones de octubre en Venezuela, y en noviembre en Estados Unidos , pasan a ser un asunto de prioridad número uno para el gobierno.
El presidente Hugo Chávez es el as de full en la estrategia de los hermanos Castro. Su mano ganadora. La teta que aprovisiona de petróleo y recursos al país. Para mantenerlo con vida, el régimen no ha escatimado recursos en la atención médica del Santa Claus sudamericano. La lucha de Chávez no es sólo contra el cáncer.
Aunque la mayoría de las encuestas al bolivariano le otorgan ventaja en los comicios de octubre, su mala gestión económica, una de las mayores tasa de criminalidad en el mundo, y el déficit de alimentos, además del degaste lógico del poder, ha provocado un declive en su popularidad entre los venezolanos pobres de los cerros.
Frente a él tiene un joven y saludable Henrique Capriles que va a por todas. De perder Chávez en las urnas, el epicentro del terremoto detonará en Cuba.
Si Capriles, como ha anunciado, deja de ofertar petróleo a precio de saldo al régimen cubano, recorta de golpe los préstamos y el pago en divisas a la cooperación de médicos, entrenadores deportivos y otros especialistas de la isla que laboran en Venezuela, el varapalo al dúo de ancianos guerrilleros que por 54 años han regido los destinos del verde caimán seria estremecedor.
Cuba no está en condiciones de pagar el petróleo al precio que se oferta en el mercado mundial. Esto traería consecuencias nefastas. Fábricas paradas, la vuelta de extensos apagones, en fin, otro ‘período especial ’ dentro de un nuevo ‘período especial ’ .
Las noticias preocupantes no terminan. Al doblar de la esquina están las elecciones de Estados Unidos. Barack Obama es un tipo vilipendiado por los Castro, pero gracias a un grupo de medidas puestas en práctica por su administración, los viajes de cubanoamericanos han aumentado al punto de convertirse en el segundo mayor grupo de visitantes a Cuba detrás del turismo canadiense.
Obama, además, autorizó los viajes a la isla desde 16 ciudades de la Unión. Y permitió transferencias por la Westerrn Union de hasta 10 mil dólares. Esto ha provocado que se duplicara el envío de dólares y pacotilla hacia Cuba en el último año. Si Mitt Rommey gana la presidencia, es muy probable que todas esas medidas se vengan abajo. A ello se suma que el poder político e influencia del lobby cubanoamericano no es desdeñable. Y con el capital político republicano de su lado , podrían dar una vuelta de tuerca para estrangular financieramente a la autocracia castrista.
Por estos días, los típicos problemas locales, como el empeoramiento del transporte público, escasez material y carestía de la vida del cubano de a pie, pasan a un segundo plano para los mandarines criollos. En este otoño las noticias que vienen del Norte y el Sur son esenciales para la continuidad del añejo régimen. Quizás de vida o muerte. Y créanme, que no es una metáfora.
Publicado en El blog de Iván García el 1 de octubre del 2012
La economía cubana sigue en números rojos. La agricultura no carbura. Las exportaciones en mínimos. Para echar dólares al canasto se cuenta con el turismo extranjero, el crecimiento de las remesas giradas por la diáspora y aplicar medidas, como el tarifazo aduanero, altamente impopulares.
A dos años de ampliar el espacio para el trabajo privado, los resultados dejan que desear. La economía de las pizzas caseras y el pan con mayonesa no ha traído un repunte en las cifras macroeconómicas. Se sigue en las mismas. Un millón de empleados a las puertas del paro que deben arreglárselas como puedan en una economía de supervivencia.
El problema es que la baja productividad, la mala calidad de muchos artículos, el encarecimiento del valor agregado de los productos debido a los altos impuestos, y las regulaciones absurdas a los campesinos particulares, son un freno de mano a las tímidas reformas.
Súmele a esto la doble moneda. Los obreros cobran una moneda que apenas alcanza para comprar viandas, pagar la factura eléctrica y adquirir una exigua canasta básica que se otorga por la libreta de racionamiento.
A la hora de comprar detergente, aceite, equipos electrodomésticos, calzado y ropa debes pagar con divisa. Esa aberración monetaria lastra cualquier transformación sería y a fondo en la economía nacional. Mientras los asesores del General barajan opciones en pos de obtener dólares frescos, la gente de a pie se rasca el bolsillo y ponen a prueba el ingenio para llevar tres platos de comida caliente a la mesa.
Ya se sabe que el régimen considera la alimentación un asunto de seguridad nacional. Pero el gobierno de Castro II poco ha logrado. Sigue ausente el vaso de leche en el desayuno. Al igual que el café.
Los precios de los embutidos, carne de cerdo, frijoles, frutas, viandas y hortalizas se mantienen por las nubes. No se ve un atisbo de que bajen. Al contrario. Los salarios se mantienen congelados en el tiempo. Mientras una familia debe desembolsar 6 o 7 veces más para adquirir comida o pagar la cuenta de electricidad, su sueldo solo ha crecido unas pocas decenas de pesos en los últimos 20 años.
El panorama interno se antoja desolador en este otoño. Y puede que la mala racha se estire. Es habitual en las autocracias, ineficaces y que no generan riquezas, la dependencia letal de factores externos.
En el caso de Cuba, experta en pasar la gorra, y acostumbrada a vivir del subsidio de otras naciones, las elecciones de octubre en Venezuela, y en noviembre en Estados Unidos , pasan a ser un asunto de prioridad número uno para el gobierno.
El presidente Hugo Chávez es el as de full en la estrategia de los hermanos Castro. Su mano ganadora. La teta que aprovisiona de petróleo y recursos al país. Para mantenerlo con vida, el régimen no ha escatimado recursos en la atención médica del Santa Claus sudamericano. La lucha de Chávez no es sólo contra el cáncer.
Aunque la mayoría de las encuestas al bolivariano le otorgan ventaja en los comicios de octubre, su mala gestión económica, una de las mayores tasa de criminalidad en el mundo, y el déficit de alimentos, además del degaste lógico del poder, ha provocado un declive en su popularidad entre los venezolanos pobres de los cerros.
Frente a él tiene un joven y saludable Henrique Capriles que va a por todas. De perder Chávez en las urnas, el epicentro del terremoto detonará en Cuba.
Si Capriles, como ha anunciado, deja de ofertar petróleo a precio de saldo al régimen cubano, recorta de golpe los préstamos y el pago en divisas a la cooperación de médicos, entrenadores deportivos y otros especialistas de la isla que laboran en Venezuela, el varapalo al dúo de ancianos guerrilleros que por 54 años han regido los destinos del verde caimán seria estremecedor.
Cuba no está en condiciones de pagar el petróleo al precio que se oferta en el mercado mundial. Esto traería consecuencias nefastas. Fábricas paradas, la vuelta de extensos apagones, en fin, otro ‘período especial ’ dentro de un nuevo ‘período especial ’ .
Las noticias preocupantes no terminan. Al doblar de la esquina están las elecciones de Estados Unidos. Barack Obama es un tipo vilipendiado por los Castro, pero gracias a un grupo de medidas puestas en práctica por su administración, los viajes de cubanoamericanos han aumentado al punto de convertirse en el segundo mayor grupo de visitantes a Cuba detrás del turismo canadiense.
Obama, además, autorizó los viajes a la isla desde 16 ciudades de la Unión. Y permitió transferencias por la Westerrn Union de hasta 10 mil dólares. Esto ha provocado que se duplicara el envío de dólares y pacotilla hacia Cuba en el último año. Si Mitt Rommey gana la presidencia, es muy probable que todas esas medidas se vengan abajo. A ello se suma que el poder político e influencia del lobby cubanoamericano no es desdeñable. Y con el capital político republicano de su lado , podrían dar una vuelta de tuerca para estrangular financieramente a la autocracia castrista.
Por estos días, los típicos problemas locales, como el empeoramiento del transporte público, escasez material y carestía de la vida del cubano de a pie, pasan a un segundo plano para los mandarines criollos. En este otoño las noticias que vienen del Norte y el Sur son esenciales para la continuidad del añejo régimen. Quizás de vida o muerte. Y créanme, que no es una metáfora.
Publicado en El blog de Iván García el 1 de octubre del 2012