El miércoles en la tarde la Seguridad del Estado liberó sin cargos a José Carlos Girón Reyes, uno de los activistas del Comité de Ciudadanos Defensores de los Derechos Humanos en Cuba que protestaron el pasado 26 de julio en la terraza de la Catedral de Santiago de Cuba.
En el programa Cuba al Día declaraciones Girón dijo que los hermanos Leonardo y Alberto Antonio Ramírez Odio, y Alberto de la Caridad Ramírez, padre de ambos, permanecen detenidos en el Centro de Detención conocido como Versalles.
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Según Girón, él ha sido puesto en libertad porque un oficial de la Seguridad del Estado le explicó que no representa un peligro estando en la calle.
Con relación al resto de los opositores “ellos" (se refiere a las autoridades) "dicen que los van a liberar pero cuando lo entiendan”, agregó.
En otra entrevista concedida al portal Diario de Cuba, Girón ofreció más detalles:
"En la tarde de ayer la Seguridad del Estado habló conmigo y me liberó sin cargos. Me dijeron que ellos nos iban a ir liberando según ellos entiendan. Abrieron conmigo ayer. No me hicieron firmar ningún documento".
"Estuvimos detenidos siete días, durmiendo en el piso, no nos permitieron ningún tipo de aseo, ni cepillo de dientes ni jabón para bañarnos. En la unidad de Versalles estábamos en un calabozo de máxima seguridad".
Durante el tiempo que estuvo detenido, el joven asegura que no tuvo contacto con el resto de los opositores y en el caso de los oficiales de la Seguridad del Estado solo intercambió con ellos el miércoles cuando le comunicaron la decisión de liberarlo.
"Estoy permanentemente vigilado. Están controlando todos los movimientos que hago, todos los pasos que doy. Me dijeron que cada paso que dé es un paso que darán ellos detrás de mí. Estoy prácticamente sitiado. Desde que llegué anoche a mi casa he visto a la Seguridad del Estado haciendo rondas de patrullaje frente a mi casa cada media hora. Estoy bajo una total vigilancia", dijo a Diario de Cuba.
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El activista relató las circunstancias del violento arresto el 26 de julio:
"La protesta fue reprimida brutalmente por la Policía desde que nos detienen en el muro de la Catedral. Nosotros nunca nos resistimos al arresto. Ellos ya después que nos esposan comienzan a darnos con los bastones en las piernas, los brazos, las costillas. Después, las autoridades los sacan de "la presencia de las personas que estaban filmando. Nos entran al cine que está frente a la Catedral y allí continúan golpeándonos. Nos sacan de la vía pública, de la presencia de las personas que todas estaban filmando. En el cine siguen dándonos golpes. Nos dieron patadas en el pecho, piñazos en la boca, por las rodillas, por los tobillos. Nos golpearon hasta que se cansaron y nos llevaron para la unidad del Palacete".
[Redactado por Idolidia Darias con información de Yolanda Huerga y Diario de Cuba]