Cada 15 o 20 años Cuba hace lo mismo. Cuando tiene problemas en la isla abre una válvula de escape y permite que cientos de miles de cubanos se vayan del país.
Ya es realidad la muy esperada ley de migración aprobada por Cuba. Ahora es que comienzan las preguntas.
¿Permitirá Cuba a los doctores, profesionales, atletas y disidentes salir del país, o mantendrán el control de acuerdo a las conveniencias del gobierno? ¿Cuán fácil será para los cubanos obtener visas para otros países? ¿Cómo van a financiar sus viajes?
La pregunta más importante para el sur de la Florida no cambia: ¿Cómo afectará estas medidas el flujo de cubanos a esta zona?
Para las familias divididas la nueva ley es una bendición. Sin embargo también es importante saber que impacto tundra la nueva ley en nuestra comunidad. ¿Será posible acomodar a una nueva ola de residentes temporales en el sur de la Florida?
La nueva ley requiere solo que los cubanos compren un pasaporte (muy caro por cierto), que tengan una visa y un pasaje para poder viajar. Con los salarios miserables que ganan los cubanos no van a poder pagar las cosas. Eso lo pagarán sus familiares en el exterior.
Aquellos que llenen los requisitos podrán salir de país y permanecer fuera de la isla hasta por dos años sin perder su ciudadanía cubana o sus propiedades. Y aquellos que se fugaron de la isla ilegalmente – tal como los atletas – podrán volver a la isla como turistas.
Desde el punto de vista de los derechos humanos, esto es una gran victoria para el gobierno cubano y para Raúl Castro. Por décadas Cuba ha sido criticada por no permitir la reunificación familiar. Ahora el hermano menor se viste de gloria al darles esta salida a los cubanos del país.
Como periodista que cubre Cuba hace más de medio siglo, permítanme no creerme todo lo que leo. El propósito de Cuba al pasar estas medidas no es humanitario; es simplemente una forma de aumentar los dineros que mandan a la isla los que salen del país.
Ya los que tienen familiares en Cuba mandan remesas para ayudarlos a sobrevivir la pobreza en la que viven. Ahora tendrán que mandar más para pagar el pasaporte, las visas y el pasaje de los que quieran viajar. A la vez los nuevos viajeros pueden trabajar y hasta conseguir una doble ciudadanía en los países a donde viajen. Y con este dinerito mandarles algo también a sus familiares. Para Cuba es un negocio redondo. Se quitan de arriba la presión de alimentar a los que salen y reciben más dinero del exterior.
Acá en el sur de la Florida y en Washington, debemos pensar bien las consecuencias de esta generosidad del Raúl. No es lógico pensar que Estados Unidos va a aumentar el número de visas que dan a los cubanos. De por sí, entre los que vienen con visa y los que tocan tierra americana para quedarse, entran 38,000 cubanos al año en este país.
Sería ilógico pensar que Estados Unidos va a aumentar el número de visas turistas que otorga en Cuba. Hay que recordar que todo cubano que toque tierra americana tiene el derecho a hacerse residente al año y un día y comenzar a trabajar legalmente en este país.
Ellos pueden trabajar, mandar remesas y a los dos años viajar a Cuba; permanecer en la isla unos días o meses y volver a Estados Unidos. Casi una doble ciudadanía donde ellos ganan dinero acá para gastarlo allá. Por supuesto que al ser residentes tienen derecho al Social Security, a los cupones de alimentos y a todos los programas que el gobierno de Estados Unidos le otorga a los más necesitados. Dinero que pagamos los contribuyentes de este país.
Para mí todo esto es una bien planeada estrategia de Cuba para lograr que los cubanos en el exterior financien al fracasado régimen de la isla. Porque de una manera o de otra el número de cubanos que tocará suelo americano va a aumentar.
Digámoslo sin tapujos: lo que Cuba hace es un Mariel disfrazado para no asustar a los ingenuos.
Cada 15 o 20 años Cuba hace lo mismo. Cuando tiene problemas en la isla abre una válvula de escape y permite que cientos de miles de cubanos se vayan del país. Lo hicieron en 1965 con Camarioca que dio pie a los llamados Vuelos de la Libertad en la cual salieron de Cuba 270,000 personas en siete años. Por Mariel en 1980 vinieron 125,000 personas en menos de siete meses.
Y en 1994 más de 38,000 balseros abandonaron el país y eventualmente llegaron a Estados Unidos.
Por eso pregunto: ¿Estamos listos para recibir a miles de nuevos residentes con derechos a los beneficios de este país que puedan a los dos años regresarse a la isla con todo lo ganado aquí?
Yo digo que no.
¿Permitirá Cuba a los doctores, profesionales, atletas y disidentes salir del país, o mantendrán el control de acuerdo a las conveniencias del gobierno? ¿Cuán fácil será para los cubanos obtener visas para otros países? ¿Cómo van a financiar sus viajes?
La pregunta más importante para el sur de la Florida no cambia: ¿Cómo afectará estas medidas el flujo de cubanos a esta zona?
Para las familias divididas la nueva ley es una bendición. Sin embargo también es importante saber que impacto tundra la nueva ley en nuestra comunidad. ¿Será posible acomodar a una nueva ola de residentes temporales en el sur de la Florida?
La nueva ley requiere solo que los cubanos compren un pasaporte (muy caro por cierto), que tengan una visa y un pasaje para poder viajar. Con los salarios miserables que ganan los cubanos no van a poder pagar las cosas. Eso lo pagarán sus familiares en el exterior.
Aquellos que llenen los requisitos podrán salir de país y permanecer fuera de la isla hasta por dos años sin perder su ciudadanía cubana o sus propiedades. Y aquellos que se fugaron de la isla ilegalmente – tal como los atletas – podrán volver a la isla como turistas.
Desde el punto de vista de los derechos humanos, esto es una gran victoria para el gobierno cubano y para Raúl Castro. Por décadas Cuba ha sido criticada por no permitir la reunificación familiar. Ahora el hermano menor se viste de gloria al darles esta salida a los cubanos del país.
Como periodista que cubre Cuba hace más de medio siglo, permítanme no creerme todo lo que leo. El propósito de Cuba al pasar estas medidas no es humanitario; es simplemente una forma de aumentar los dineros que mandan a la isla los que salen del país.
Ya los que tienen familiares en Cuba mandan remesas para ayudarlos a sobrevivir la pobreza en la que viven. Ahora tendrán que mandar más para pagar el pasaporte, las visas y el pasaje de los que quieran viajar. A la vez los nuevos viajeros pueden trabajar y hasta conseguir una doble ciudadanía en los países a donde viajen. Y con este dinerito mandarles algo también a sus familiares. Para Cuba es un negocio redondo. Se quitan de arriba la presión de alimentar a los que salen y reciben más dinero del exterior.
Acá en el sur de la Florida y en Washington, debemos pensar bien las consecuencias de esta generosidad del Raúl. No es lógico pensar que Estados Unidos va a aumentar el número de visas que dan a los cubanos. De por sí, entre los que vienen con visa y los que tocan tierra americana para quedarse, entran 38,000 cubanos al año en este país.
Sería ilógico pensar que Estados Unidos va a aumentar el número de visas turistas que otorga en Cuba. Hay que recordar que todo cubano que toque tierra americana tiene el derecho a hacerse residente al año y un día y comenzar a trabajar legalmente en este país.
Ellos pueden trabajar, mandar remesas y a los dos años viajar a Cuba; permanecer en la isla unos días o meses y volver a Estados Unidos. Casi una doble ciudadanía donde ellos ganan dinero acá para gastarlo allá. Por supuesto que al ser residentes tienen derecho al Social Security, a los cupones de alimentos y a todos los programas que el gobierno de Estados Unidos le otorga a los más necesitados. Dinero que pagamos los contribuyentes de este país.
Para mí todo esto es una bien planeada estrategia de Cuba para lograr que los cubanos en el exterior financien al fracasado régimen de la isla. Porque de una manera o de otra el número de cubanos que tocará suelo americano va a aumentar.
Digámoslo sin tapujos: lo que Cuba hace es un Mariel disfrazado para no asustar a los ingenuos.
Cada 15 o 20 años Cuba hace lo mismo. Cuando tiene problemas en la isla abre una válvula de escape y permite que cientos de miles de cubanos se vayan del país. Lo hicieron en 1965 con Camarioca que dio pie a los llamados Vuelos de la Libertad en la cual salieron de Cuba 270,000 personas en siete años. Por Mariel en 1980 vinieron 125,000 personas en menos de siete meses.
Y en 1994 más de 38,000 balseros abandonaron el país y eventualmente llegaron a Estados Unidos.
Por eso pregunto: ¿Estamos listos para recibir a miles de nuevos residentes con derechos a los beneficios de este país que puedan a los dos años regresarse a la isla con todo lo ganado aquí?
Yo digo que no.