El grupo de cineastas cubanos conocido como G-20 aprobó el sábado el documento "Hacia una nueva Ley de Cine". El documento sería enviado al Ministerio de Cultura y otros organismos del Estado, según anuncio previo al encuentro en el que se elaboró y en el que participó el presidente del ICAIC.
En la reunión que realizaron los profesionales del gremio en el centro cultural Fresa y Chocolate, de La Habana, quedó claro que la censura, el tiempo de espera para la ley y los mecanismos de financiación del cine, son tres cabos sueltos a seguir debatiendo, opinan periodistas y ceneastas independientes. La semana próxima volverán a reunirse.
Para los actores, cineastas y productores independientes cubanos, la aprobación de una ley de cine es de vital importancia, afirman.
Amado Gil conversó en su programa de Radio Martí con el actor Néstor Jiménez, uno de los participantes en la reunión de esta semana. Jiménez aboga por una ley de cine y afirmó, desde La Habana, que mantendrán la presión sobre las autoridades para lograr su objetivo.
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En un texto publicado en el portal oficialista Cubadebate (inicialmente en cubacine.cult.cu, desactivado posteriormente), el presidente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficas (ICAIC), Roberto Smith, reconoce que durante más de dos años "un numeroso grupo de cineastas cubanos, junto a directivos del ICAIC, el Ministerio de Cultura y de otras entidades del Estado Cubano, han trabajado en un grupo de propuestas de políticas para la reestructuración del cine cubano y del propio ICAIC" y que "todavía no se han logrado los cambios que necesitan el cine cubano y su institucionalidad".
Los cambios a los que se refiere los circunscribe a la "actualización del modelo económico y social cubano".
Según el texto oficial (Smith), lo más importante de la ley en la que trabajan "se refiere al reconocimiento legal del creador audiovisual como artista independiente, el reconocimiento legal de la producción audiovisual no estatal, a nuevos mecanismos de apoyo y estímulo a la producción audiovisual estatal y no estatal, a la transformación del ICAIC como entidad rectora del cine nacional y a las normativas jurídicas que deben proteger y regular al sistema del cine cubano".
"Ellos no quieren una reforma; ellos quieren una ley de cine (…) La contradicción mayor que yo veo es que el ICAIC pretende incluir a esos productores dentro del ICAIC, o sea reestructurarse ellos, redimensionarse ellos… Esta ley creo que va más allá del ICAIC", afirma desde La Habana la periodista María Matienzo.
La propuesta de ley "ha desatado lo que algunos interpretan como una controversia entre cineastas e instituciones", afirma Smith. La producción cinematográfica cubana, como toda la información en Cuba ha estado total y absolutamente bajo control del Estado (la "convergencia entre cineastas e instituciones" a la que se refiere).
Algunos productores independientes esperan que una reforma pueda amparar la producción independiente y reducir el alcance de la censura.
Smith afirma que no hay que esperar a la aprobación de una ley para aplicar cambios al sistema, que pueden aprobarse de manera "expedita" con la aprobación de normativas jurídicas.
Si la ley en la que trabaja el ICAIC se refiere a cambios en función del modelo económico, entonces, la clave del escrito de Smith, puede estar en este párrafo: "En otros países, las leyes de cine han incrementado la producción nacional, porque han establecido nuevos mecanismos de financiamiento, principalmente desde el sector privado y dentro de este".
La producción cinematográfica continuará en manos del Estado: "La distribución y exhibición cinematográficas cumplen una función cultural que debe estar preservada en manos del Estado" (Smith).
"En el escenario actual es previsible el crecimiento de la producción nacional y el incremento de productores extranjeros con interés de filmar en Cuba o de invertir en áreas específicas del sistema audiovisual, tanto en la producción, como en la exhibición y comercialización". Se refiere a que la ley (o las normativas "expeditas") promoverá la inversión extranjera en el sector cinematográfico.
A la vez, continúa parapetado en la "necesidad" del Estado de controlar la producción cultural: "En un universo saturado de obras audiovisuales foráneas, muchas producidas por la industria global y hegemónica del entretenimiento, proteger y estimular la producción audiovisual nacional es una necesidad urgente para la protección y desarrollo de la cultura cubana" (Smith).