De 120 encuestados, mujeres y hombres, blancos, negros y mulatos, y en edades comprendidas entre 19 y 87 años, el 90% considera que el exilio será una piedra angular en el futuro de la isla.
Nidia, 74 años, no cree que sea el mejor momento para hablar de política. Abre su refrigerador chino y dice: “Después que cocine este paquete de picadillo de soya tengo que salir a la calle a zancajear la comida de mañana”.
Pero vislumbrar el futuro es un tema recurrente entre los cubanos. “Siempre he sido pobre. Antes de 1959 la comida no era un dolor de cabeza, sí el dinero, que escaseaba. La educación y la sanidad eran eficientes, tanto la pública como la privada. En determinadas regiones del campo existía una miseria atroz. Con Batista, si no te mezclabas en política, ni cuenta te dabas que vivíamos en una dictadura. El gran problema del castrismo es que en el ideario colectivo plantó expectativas muy altas: democracia, soberanía y prosperidad. En 54 años de revolución nada de eso funciona. Y si te metes en política puedes ir preso, hay en el país una casta militar y los altos miembros del partido gozan de privilegios. Y no somos tan libres ni soberanos: por una razón u otra, dependemos del subsidio de otro país. Ayer fue la URSS hoy es Venezuela”, comenta Nidia.
Mientras pela unos plátanos verdes, añade: “Si ahora mismo se hiciera un plebiscito para decidir qué rumbo tomar, yo votaría por el capitalismo. No es perfecto, pero existen libertades. Del socialismo debiera mantenerse la educación y la salud pública, cohabitando con la privada”.
En los últimos dos meses, a decenas de personas en colas, calles, taxis particulares o en sus casas, les he preguntado en cuál sistema quisieran vivir. El 80% quiere cambios profundos, sin importarles el rumbo. Siempre y cuando no sea un capitalismo salvaje estilo africano.
“Si el futuro es una sociedad capitalista al estilo de algunas naciones en África, con China apropiándose de los recursos naturales como cualquier imperio desalmado, te juro que me alzo en la Sierra Maestra”, señala Orlando, taxista.
“Lo deseable sería apostar por una democracia similar a la de los países nórdicos o Suiza. Creo que el modelo de Costa Rica está más cercano. Cuba tiene un 95% de la población con alto nivel de enseñanza. La calidad no es la mejor, pero no tenemos analfabetos. Y hay un porcentaje amplio de cubanos en Estados Unidos con experiencia y conocimientos, además de capital”, acota el taxista habanero.
De 120 encuestados, mujeres y hombres, blancos, negros y mulatos, y en edades comprendidas entre 19 y 87 años, el 90% considera que el exilio será una piedra angular en el futuro de la isla.
“Los exiliados han creado un poderoso lobby político en Estados Unidos. También empresarios de puntería. Es cierto que cuentan con el apoyo del gobierno estadounidense, que desde 1966 con la Ley de Ajuste les da facilidades para obtener la residencia. Pero nadie puede negar el éxito de numerosos cubanos en la Florida. Visualizo nuestro futuro con lo mejor de sus experiencias en el juego democrático y conocimientos en administración de empresas. En un principio habrá dos carriles, por ellos tener dinero y haberse formado en un país libre, pero en poco tiempo habrá un equilibrio, si los cubanos de la isla tenemos el tino de optar por políticos capaces, modernos y transparentes, que no sean corruptos. La duda que me queda es dónde están esos políticos. Los que están gobernando son un caso perdido. Y de los actuales disidentes no votaría por ninguno para presidente”, expresa Carlos, sociólogo.
Todas las personas encuestadas claman por más libertad. De expresión, política y cultural. “Ver los canales de televisión que desee. Leer los libros que me interesen. Decir bien alto lo que pienso sin que eso constituya un delito”, apunta Rosario, oficinista.
Varios cubanos de raza negra creen que en el futuro, el racismo se pudiera acentuar. “Ya hay señales. Los negros seguimos teniendo menos accesos y oportunidades. Disponemos de menos dinero, apenas participamos en política y pocas veces logramos triunfar”, confiesa Luis, traductor. Y propone: “Abordar abiertamente las diferencias raciales. Perder el temor al negro. Diseñar una sociedad multirracial con iguales derechos para todos que no se quede en letra muerta”.
Del 80% que desea cambios, casi un 50% prefieren el capitalismo y no les deslumbra el liberalismo a ultranza. “El Estado debe mantener una red eficiente de seguridad social. Y también una educación y salud de calidad. Hay cosas del socialismo cubano que son rescatables”, explica María Rosa, ingeniera.
Aunque minoría, dentro de los encuestados no faltan aquéllos que piensan que el país mejorará con las tímidas reformas que viene aplicando Raúl Castro. “Tengo 65 años, viví la etapa capitalista. No se la recomiendo a nadie. Es cierto, debemos hacer cambios, económicos y políticos. La oposición debería ser una opción legal. Pienso que vamos por el camino correcto. Todos critican al gobierno, pero nadie se pregunta ¿y si las reformas de Raúl funcionan?”, argumenta Miguel, administrador estatal.
En los encuestados queda claro -incluso entre quienes apoyan al régimen- que los cambios deben ser más profundos. Y están conscientes de que las opiniones de la ciudadanía suele importarle poco a los gobernantes.
Pero vislumbrar el futuro es un tema recurrente entre los cubanos. “Siempre he sido pobre. Antes de 1959 la comida no era un dolor de cabeza, sí el dinero, que escaseaba. La educación y la sanidad eran eficientes, tanto la pública como la privada. En determinadas regiones del campo existía una miseria atroz. Con Batista, si no te mezclabas en política, ni cuenta te dabas que vivíamos en una dictadura. El gran problema del castrismo es que en el ideario colectivo plantó expectativas muy altas: democracia, soberanía y prosperidad. En 54 años de revolución nada de eso funciona. Y si te metes en política puedes ir preso, hay en el país una casta militar y los altos miembros del partido gozan de privilegios. Y no somos tan libres ni soberanos: por una razón u otra, dependemos del subsidio de otro país. Ayer fue la URSS hoy es Venezuela”, comenta Nidia.
Mientras pela unos plátanos verdes, añade: “Si ahora mismo se hiciera un plebiscito para decidir qué rumbo tomar, yo votaría por el capitalismo. No es perfecto, pero existen libertades. Del socialismo debiera mantenerse la educación y la salud pública, cohabitando con la privada”.
En los últimos dos meses, a decenas de personas en colas, calles, taxis particulares o en sus casas, les he preguntado en cuál sistema quisieran vivir. El 80% quiere cambios profundos, sin importarles el rumbo. Siempre y cuando no sea un capitalismo salvaje estilo africano.
“Si el futuro es una sociedad capitalista al estilo de algunas naciones en África, con China apropiándose de los recursos naturales como cualquier imperio desalmado, te juro que me alzo en la Sierra Maestra”, señala Orlando, taxista.
“Lo deseable sería apostar por una democracia similar a la de los países nórdicos o Suiza. Creo que el modelo de Costa Rica está más cercano. Cuba tiene un 95% de la población con alto nivel de enseñanza. La calidad no es la mejor, pero no tenemos analfabetos. Y hay un porcentaje amplio de cubanos en Estados Unidos con experiencia y conocimientos, además de capital”, acota el taxista habanero.
De 120 encuestados, mujeres y hombres, blancos, negros y mulatos, y en edades comprendidas entre 19 y 87 años, el 90% considera que el exilio será una piedra angular en el futuro de la isla.
“Los exiliados han creado un poderoso lobby político en Estados Unidos. También empresarios de puntería. Es cierto que cuentan con el apoyo del gobierno estadounidense, que desde 1966 con la Ley de Ajuste les da facilidades para obtener la residencia. Pero nadie puede negar el éxito de numerosos cubanos en la Florida. Visualizo nuestro futuro con lo mejor de sus experiencias en el juego democrático y conocimientos en administración de empresas. En un principio habrá dos carriles, por ellos tener dinero y haberse formado en un país libre, pero en poco tiempo habrá un equilibrio, si los cubanos de la isla tenemos el tino de optar por políticos capaces, modernos y transparentes, que no sean corruptos. La duda que me queda es dónde están esos políticos. Los que están gobernando son un caso perdido. Y de los actuales disidentes no votaría por ninguno para presidente”, expresa Carlos, sociólogo.
Todas las personas encuestadas claman por más libertad. De expresión, política y cultural. “Ver los canales de televisión que desee. Leer los libros que me interesen. Decir bien alto lo que pienso sin que eso constituya un delito”, apunta Rosario, oficinista.
Varios cubanos de raza negra creen que en el futuro, el racismo se pudiera acentuar. “Ya hay señales. Los negros seguimos teniendo menos accesos y oportunidades. Disponemos de menos dinero, apenas participamos en política y pocas veces logramos triunfar”, confiesa Luis, traductor. Y propone: “Abordar abiertamente las diferencias raciales. Perder el temor al negro. Diseñar una sociedad multirracial con iguales derechos para todos que no se quede en letra muerta”.
Del 80% que desea cambios, casi un 50% prefieren el capitalismo y no les deslumbra el liberalismo a ultranza. “El Estado debe mantener una red eficiente de seguridad social. Y también una educación y salud de calidad. Hay cosas del socialismo cubano que son rescatables”, explica María Rosa, ingeniera.
Aunque minoría, dentro de los encuestados no faltan aquéllos que piensan que el país mejorará con las tímidas reformas que viene aplicando Raúl Castro. “Tengo 65 años, viví la etapa capitalista. No se la recomiendo a nadie. Es cierto, debemos hacer cambios, económicos y políticos. La oposición debería ser una opción legal. Pienso que vamos por el camino correcto. Todos critican al gobierno, pero nadie se pregunta ¿y si las reformas de Raúl funcionan?”, argumenta Miguel, administrador estatal.
En los encuestados queda claro -incluso entre quienes apoyan al régimen- que los cambios deben ser más profundos. Y están conscientes de que las opiniones de la ciudadanía suele importarle poco a los gobernantes.