El viernes 29 de septiembre, una llovizna fina e intermitente y el cielo encapotado le daban un toque luctuoso a las inmediaciones de la Embajada de Estados Unidos en La Habana.
El edificio de seis pisos con cristales tintados y fachada enchapada en piedra, donde cada mañana cientos de personas hacen cola para citas consulares y decenas de disidentes esperan conectarse gratis a internet, parecía abandonado.
Unos pocos automóviles con chapa diplomática estaban parqueados en una calle lateral muy cerca de la entrada principal de la sede diplomática. Los vientos furiosos del huracán Irma y las penetraciones del mar provocaron daños en el inmueble y las entrevistas de solicitud de visas habían sido aplazadas.
Pero los negocios gastronómicos y los dedicados a rellenar formularios de visa seguían funcionando. Pedro, 78 años, residente en un edificio cercano, se dedica a asesorar aquellas personas que viajan a Estados Unidos.
Cobra el equivalente a 23 dólares por tirar fotos, llenar la planilla de visa y enviarla luego por internet a la oficina consular. El viernes en la tarde, cuando ya se conocía que el gobierno de Trump iba a parar por tiempo indefinido la entrega de visas, Pedro atendía en la sala de su casa a Daniel, un cliente con planes de volar a Estados Unidos antes de finalizar el año. “Espero que baje la marea y la embajada vuelva a atender a los cubanos que emigramos por reunificación familiar. Por ahora no se ha dicho nada que esos acuerdos se han roto”, dice Daniel intentando ser optimista.
Diversas cafeterías privadas y fondas de comida estaban desiertas. “El 90 por ciento de nuestros clientes son las personas que hacen trámites migratorios en la embajada. Si ahora los yumas deciden cerrarla, habrá que devolver la licencia del negocio”, comenta David, dueño de un paladar cercano a la Funeraria Rivero.
En el parque de la calle Línea esquina L, aledaño a la clínica para extranjeros Camilo Cienfuegos, varias personas conectadas a internet vía wifi manifestaban abiertamente su malestar. “De madre este brete. Siempre pasa lo mismo: el gobierno americano fajado con esta gente y en el medio el pueblo que siempre sale perdiendo”, decía en alta voz un habanero sujetando frente al rostro su teléfono inteligente mientras charlaba con un pariente en la Florida.
Danay, estudiante de tercer año de preuniversitario, después de hablar con el padre través de la aplicación IMO, le contaba a Martí Noticia sus impresiones. “Mi mamá y yo quisimos emigrar a Estados Unidos el pasado mes de julio. Pero mi papá, que vive en Nueva Jersey desde hace quince años, me dijo que esperara a terminar el pre, para cuando llegara allá poder ingresar en la universidad. Y mira la bomba que acaba de soltar Trump”.
Después de los acuerdos migratorios acordados por Bill Clinton y Fidel Castro en 1994, cerca de medio millón de cubanos han podido emigrar de manera ordenada, legal y segura hacia Estados Unidos bajo el acápite de reunificación familiar.
A falta de una información detallada, los cubanos no comprenden por qué el gobierno de Estados Unidos decidió cerrar temporalmente la embajada. La historia del "ataque sónico" a una veintena de funcionarios estadounidenses les parece un guión de John Le Carré.
“Si las armas rusas de las fuerzas armadas tienen más de cuarenta años, de dónde carajo el G-2 va sacar un arma sónica ultra moderna. Tampoco creo la versión que Corea del Norte o Rusia montaron esa operación sin contar con el 'aparato' (servicios secretos). Aquí no funciona nada, pero la Seguridad del Estado lo tiene todo bajo control. Ese cuento es más largo o faltan cosas que no se han contado”, expresa Livio, jubilado.
En un sondeo a 23 personas (vecinos, amigos, conocidos y familiares), 12 respondieron que creían el régimen de Raúl Castro no estaba detrás de esas agresiones, por falta de tecnología; 6 afirmaron que si “Trump ha tomado esas medidas, es porque hay gato encerrado” y 5 dijeron desconocer el asunto.
En la oposición, las opiniones son diversas. Manuel Cuesta Morúa, académico, considera que “el gobierno de Trump se ha apresurado a la hora de retirar a la mitad de su personal diplomático”.
Martha Beatriz Roque Cabello, economista, cree “que es una decisión soberana del gobierno de Estados Unidos, pues la embajada forma parte de su territorio”. La veterana opositora piensa que “esta decisión va afectar los vuelos aéreos, viajes de estadounidenses a Cuba y el ingreso de dólares a las arcas del régimen”. Y señala que la respuesta del régimen pudiera ser mayor represión. “Iba a viajar a Estados Unidos y las autoridades cubanas no me lo permitieron”.
El opositor y ex prisionero político Ángel Moya, esposo de Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, coincide con Roque Cabello en que “Estados Unidos tiene todo el derecho a proteger a sus funcionarios diplomáticos”, dijo, y añadió que "la reacción del régimen puede manifestarse de varias formas, una de ellas sería reprimir con mayor rudeza a los opositores que apoyan al gobierno de Trump”.
Para Juan González Febles, director del semanario Primavera Digital, “el primer beneficiado con el cierre de la embajada es el régimen. Ahora los periodistas independientes y activistas de derechos humanos no pueden conectarse a internet de forma gratuita en la embajada estadounidense".
A su juicio, ha cambiado también la situación para los que califican para el programa de reunificación familiar.
"Una parte considerable de los cubanos, en algún momento, tiene pensado emigrar a Estados Unidos. Esas 20 mil visas eran una válvula de escape. Con esta medida, gana el ala más conservadora de la dictadura y el exilio. Y desde luego, la respuesta del régimen será aumentar la represión contra la oposición”, señaló.
Si en algo coinciden los disidentes entrevistados es que la decisión de retirar el 60% del personal de la embajada es la primera movida de una estrategia que podría traer consecuencias en el ámbito político y represivo dentro de Cuba.
La luna de miel entre el Palacio de la Revolución y la Casa Blanca se extendió por dos años. Con la llegada de Trump, los analistas esperaban que el tema cubano no fuera de su interés. Pero la realidad ha sido otra.
El presidente estadounidense se ha propuesto revertir las políticas de Obama. Y Cuba era una pieza importante en ese legado.