El tema del dopaje es muy complicado, extenso, preocupante, lucrativo, difícil de controlar y genera muchas vías para dañar a un deportista que decida ser limpio en el amplio sentido de la palabra.
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Estimaciones determinan que cada año se mueven 700 toneladas de esteroides; 14.000 millones de dosis de anabolizantes; 70 toneladas de testosterona sintética; 34 millones de viales de eritropoyetina (EPO) y hormona del crecimiento, obviamente no todas van dirigidas al dopaje, tienen aplicaciones en tratamientos médicos.
Las sustancias prohibidas consideradas dopaje son una oferta que muchos aceptan, ya sean deportistas de alto rendimiento, técnicos, gobiernos, deportistas aficionados y hasta gimnasios. Todos buscan resultados rápidos, mejor rendimiento, excelente apariencia física y no podemos dejar de lado los oportunistas que buscan ingresos por la venta de productos como suplementos que dicen ser “milagrosos”, pero que muchas veces son portadores de esas sustancias que no son reportadas en los datos de ingredientes y composición.
Esos productos milagrosos han dejado amargos momentos y truncado los sueños a muchos deportistas que han incluido inocentemente en su dieta los famosos suplementos, que al final también generan positivos en dopaje. El que inocentemente peca, inocentemente se condena. Ahí empieza el calvario del sindicado de dopaje.
Este campo es al revés de la justicia, aquí el deportista es culpable hasta que demuestre lo contrario si es que lo puede hacer. El desprestigio es inmediato, los medios de comunicación se dan un banquete con la víctima, las preseas en caso de haberlas ganado, son retiradas inmediatamente; las sanciones caen como una guillotina con sentencias drásticas que pueden llevar varios años, el futuro deportivo es destruido y lo único que se gana para siempre es la sombría etiqueta de “dopado”.
Ahora viene la parte más oscura y desleal de todo este peligroso negocio. Un deportista limpio que nunca haya ingerido ninguna sustancia, haya hecho sus entrenamientos con dedicación, tenga supervisión medica con toda la ética y compromiso, puede salir positivo en un control de dopaje. Se preguntarán cómo puede ser eso posible.
Hay una investigación de la cadena pública alemana ARD donde se da a conocer que ciertos agentes dopantes pueden “transferirse” por el simple contacto a través de la piel, solo se necesita un corto apretón de manos, una palmada en el hombro o cualquier otro tipo de contacto entre las pieles de la víctima y la del portador de la sustancia.
La Universidad del Deporte Alemana de Colonia junto al Instituto de Medicina Forense del Hospital Universitario de Colonia y un equipo de investigadores experimentaron con un grupo de doce hombres cuyas edades oscilaban entre 18 y 40 años. A este grupo se les aplicó una pequeña cantidad de esteroides anabólicos en la mano, el cuello y el brazo. En las semanas siguientes, el grupo en experimentación suministró al laboratorio diversas muestras de orina. Los investigadores se sorprendieron al encontrar a los 12 hombres positivos por dopaje. Las muestras indicaron que habían “consumido” sustancias ilegales, aunque nunca ingirieron nada. Aún después de dos semanas de haber sido aplicados los esteroides, las muestras de orina revelaban las sustancias prohibidas.
Después de esta demostración hecha por los investigadores alemanes, nos asaltan las dudas sobre cuántos deportistas que han jurado no haberse dopado de ninguna manera, han salido positivos para los controles antidopaje.
Lo más grave de todo es que no tiene como demostrar que es una víctima inocente de la corrupción, la competencia desleal o la desafortunada casualidad de haber estado en contacto con una superficie contaminada.
Los deportistas están en riesgo permanente de ser contaminados con sustancias que viajan a través de la piel y quedan atados a unos resultados que no admiten apelación, al descrédito y quizás al termino de una carrera deportiva prometedora.
Es un tema de difícil tratamiento para los tribunales deportivos que ahora no pueden pasar por alto el nuevo descubrimiento. También para los deportistas que tendrán que reeducarse en la manera de celebrar los triunfos y evitar el contacto físico en todos los ámbitos de la competencia. Podemos aprender de los japoneses y los yoguis la manera de saludar y felicitar, haciendo una amable reverencia que sin duda aportará un saludable y respetuoso reconocimiento.