El fallecido, un joven de 31 años, murió reclamando que lo trasladaran de la cárcel de Las Mangas a un centro donde le brindaran mejor atención. Protestan familiares.
El recluso Yoneidy Ríos Palomino, de 31 años de edad, sucumbió al cólera el pasado viernes 26 de julio en la prisión nueva de Las Mangas, provincia cubana de Granma, después de implorar a la dirección del penal que lo trasladaran a un hospital con mejores condiciones para atenderlo, reporta la agencia independiente Hablemos Press, que recibió la noticia del preso político recluido en ese penal Alexander Otero.
Según le dijo Otero por vía telefónica al director de ese centro de Información, Roberto de Jesús Guerra, pasan de 30 los internos infectados con cólera, de los cuales entre siete y nueve se encuentran en estado crítico, pero los mantienen aislados en cubículos, y no los quieren trasladar al hospital provincial “Carlos Manuel de Céspedes” en Bayamo alegando que allí no tienen sala de penados.
A Ríos Palomino lo habían trasladado a uno de los cubículos donde se encuentran los casos menos graves y poco antes de morir lo regresaron a la sala de los graves.
Otero supo por boca de uno de los reclusos encargados de la limpieza del hospital penal que el joven murió rogando que lo mandaran a un hospital especializado, pero el jefe de la prisión, nombrado Rafael, y Omar, el jefe de servicios médicos le negaron el traslado.
El fallecido, oriundo de Veguitas cumplía una condena de 19 años por homicidio, y era una persona saludable y de fuerte complexión física hasta que enfermó. Por médicos que lo atendieron se supo que murió víctima del cólera, aunque las autoridades penitenciarias niegan que haya casos de esa enfermedad en el interior penal.
Otero y otros reclusos que se encontraba ingresados en el hospital de la prisión fueron trasladados a cubículos a fin de abrir espacio para los casos de cólera. Refirió que las medidas que ha tomado la dirección de Las Mangas se limitan a dejar pomos con cloro a la puerta de las celdas y entregar dos tabletas de Sulfaprim solamente a los reclusos que se encuentran hospitalizados.
El preso político cuestionó que no se haya suministrado a la población penal el hipoclorito que se recomienda a los civiles para purificar el agua. Según las autoridades de Las Mangas el agua de la cárcel es potable.
Otero informó que después de conocer de la muerte de Ríos, los familiares de los demás enfermos se presentaron en la cárcel para pedir al jefe de la prisión que los envíe al hospital provincial, pues saben que allí no existen condiciones para atenderlos. Sin embargo sus reclamos no fueron escuchados, y ante su negativa a retirarse la dirección de la prisión pidió ayuda a la brigada especial de la policía (boinas negras) que los desalojó.
La fuente dijo a Hablemos Press que entre los reclusos reina un estado de desesperación debido a que saben que están conviviendo con el cólera y no existen las condiciones higiénicas adecuadas, especialmente con el agua y los alimentos. “Estamos expuestos a la muerte dentro de esta prisión”, terminó diciendo Otero.
El cólera reapareció en Cuba después de más de 150 años en Manzanillo, provincia Granma. El gobierno admitió el brote cinco días después de que fuera reportado por el periodista Calixto Martínez de Hablemos Press, el 28 de junio del 2012. Dos meses más tarde, las autoridades lo dieron por terminado.
Desde entonces continúa en esa demarcación, en la cercana Santiago de Cuba y se han reportado casos prácticamente en todas las demás provincias del país. El gobierno toma medidas para tratar de controlarlo, pero no menciona al cólera por su nombre en los medios de comunicación.
Según le dijo Otero por vía telefónica al director de ese centro de Información, Roberto de Jesús Guerra, pasan de 30 los internos infectados con cólera, de los cuales entre siete y nueve se encuentran en estado crítico, pero los mantienen aislados en cubículos, y no los quieren trasladar al hospital provincial “Carlos Manuel de Céspedes” en Bayamo alegando que allí no tienen sala de penados.
A Ríos Palomino lo habían trasladado a uno de los cubículos donde se encuentran los casos menos graves y poco antes de morir lo regresaron a la sala de los graves.
Otero supo por boca de uno de los reclusos encargados de la limpieza del hospital penal que el joven murió rogando que lo mandaran a un hospital especializado, pero el jefe de la prisión, nombrado Rafael, y Omar, el jefe de servicios médicos le negaron el traslado.
El fallecido, oriundo de Veguitas cumplía una condena de 19 años por homicidio, y era una persona saludable y de fuerte complexión física hasta que enfermó. Por médicos que lo atendieron se supo que murió víctima del cólera, aunque las autoridades penitenciarias niegan que haya casos de esa enfermedad en el interior penal.
Otero y otros reclusos que se encontraba ingresados en el hospital de la prisión fueron trasladados a cubículos a fin de abrir espacio para los casos de cólera. Refirió que las medidas que ha tomado la dirección de Las Mangas se limitan a dejar pomos con cloro a la puerta de las celdas y entregar dos tabletas de Sulfaprim solamente a los reclusos que se encuentran hospitalizados.
El preso político cuestionó que no se haya suministrado a la población penal el hipoclorito que se recomienda a los civiles para purificar el agua. Según las autoridades de Las Mangas el agua de la cárcel es potable.
Otero informó que después de conocer de la muerte de Ríos, los familiares de los demás enfermos se presentaron en la cárcel para pedir al jefe de la prisión que los envíe al hospital provincial, pues saben que allí no existen condiciones para atenderlos. Sin embargo sus reclamos no fueron escuchados, y ante su negativa a retirarse la dirección de la prisión pidió ayuda a la brigada especial de la policía (boinas negras) que los desalojó.
La fuente dijo a Hablemos Press que entre los reclusos reina un estado de desesperación debido a que saben que están conviviendo con el cólera y no existen las condiciones higiénicas adecuadas, especialmente con el agua y los alimentos. “Estamos expuestos a la muerte dentro de esta prisión”, terminó diciendo Otero.
El cólera reapareció en Cuba después de más de 150 años en Manzanillo, provincia Granma. El gobierno admitió el brote cinco días después de que fuera reportado por el periodista Calixto Martínez de Hablemos Press, el 28 de junio del 2012. Dos meses más tarde, las autoridades lo dieron por terminado.
Desde entonces continúa en esa demarcación, en la cercana Santiago de Cuba y se han reportado casos prácticamente en todas las demás provincias del país. El gobierno toma medidas para tratar de controlarlo, pero no menciona al cólera por su nombre en los medios de comunicación.
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