El pasado mes de enero en medio de la crisis con los boteros en La Habana, el gobierno anunció la entrada en funcionamiento microbuses operados por la empresa estatal Cubataxi, pero las críticas por las irregularidades en este servicio son cada vez más frecuentes.
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Los vehículos destinados a transportar pasajeros en moneda nacional bajo supervisión de un equipo de inspectores han probado una vez más no ser la solución a la crisis del transporte.
El biólogo Oscar Casanella, que ahora trabaja como transportista privado tras ser expulsado de su centro de trabajo por su activismo político, asegura que el experimento ha fracasado.
Los choferes de estos taxis sobornan a inspectores y en realidad usan los vehículos para mover a extranjeros y a pasajeros que paguen en divisa.
En realidad estos vans estatales funcionan como taxis privados por lo que se al final es un negocio muy rentable.
Los chóferes pagan más de mil dólares por una licencia para operar estos vehículos, explica Casanella.
Por otra parte desde diciembre, más de la mitad de boteros han entregado o no le han renovado la licencia, lo que empeora el servicio del transporte en la capital.
En enero entraron en funcionamiento 450 microbuses con capacidad para 12 pasajeros para el transporte público.
El tramo más caro es la ruta que va desde el municipio Playa hasta Alamar que cuesta 20 pesos cubanos.