Después de 85 días detenido sin que le realizaran juicio, una huelga de hambre de 39 jornadas y la acusación por tres delitos que asegura no ha cometido, el opositor Jorge Cervantes García detalló a Martí Noticias los pormenores de su encierro.
El 23 de mayo Cervantes fue llevado a la Unidad de Instrucción Policial en la Provincia Las Tunas. El activista y coordinador de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) fue a la sede provincial del Partido Comunista de Cuba para poner una queja contra el proceder de Reinaldo Jiménez, un teniente coronel de la Seguridad del Estado que lo acosa constantemente. En esta gestión, el opositor resultó el detenido.
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A los siete días fue llevado a la prisión de Potosí, a unos 18 kilómetros de la capital provincial, ya con los primeros síntomas de la huelga.
“Me pusieron por la fuerza el uniforme de recluso, les dije que todas las veces que me lo pusieran, si me dejaban, yo lo iba a romper”, cuenta Cervantes García.
Según relata el opositor, a la prisión Potosí han enviado a un jefe de unidad de apellido Roca, procedente de Camagüey y al que apodan “Roquita”, conocido por su brutalidad hacia los reclusos.
“Me dijo que yo estaba en sus manos. Me tuvieron veinte días en una celda de castigo, que allí es conocida como la celda “toleada”, porque tiene tres puertas de tola (láminas de metal)”, explicó.
Según describió, la celda tiene unas hendijas pequeñas para la entrada del aire. A unos cien metros de las instalaciones penitenciarias.
“Allí estás totalmente aislado, estuve desnudo porque rompí el uniforme. Me sacaron nueve veces y nueve veces me pusieron por la fuerza el uniforme. Me cargaron, porque me rehusé a caminar”, indica Cervantes.
Hoy Jorge Cervantes enfrenta los delitos de usurpación de funciones, pero él asegura que ni es periodista ni ha ejercido esa labor jamás. Las otras acusaciones son las de resistencia y desacato continuado.
“En una ocasión me arrastraron, para ver si al lesionarme los pies yo caminaba por mí mismo y me lesioné porque me arrastraron por el pavimento. Es celda tiene fama porque dicen que que todo al que llevan para allí desiste de su posición”, indicó.
Sobre esos veinte días de encierro Cervantes añadió que hay “plagas de mosquitos constantes. Allí van los militares dos o tres veces al día, te dejan solo seis o siete horas. Si estás en una situación en huelga de hambre o con problemas de salud, te puedes morir allí, ellos no lo saben hasta las seis horas”.
Cervantes García fue llevado a La Habana e ingresado en la Sala de penados del Hospital Nacional, hasta que a los 39 días dejó la huelga de hambre.
“Desistí voluntariamente porque decidí no morirme en ese momento. Ya iban a llevarme para terapia intensiva para conectarme a hemodiálisis por el paro renal”, indicó.
Finalmente fue liberado el viernes 18 de agosto, luego de casi tres meses “bajo proceso investigativo”, como ha explicado posteriormente. Su liberación ha sido bajo una fianza por la que no le exigieron aporte monetario y le explicaron que el caso estaba prácticamente sobreseído.
“No he tenido que pagar un centavo (…) se dice que se decidió sobreseer temporalmente el caso”, finalizó Cervantes.