Campesinas cubanas exhortaron al gobierno a permitir la libertad en la producción, distribución y precios de productos del agro, así como la autonomía de los trabajadores agrícolas para importar y exportar directamente.
También solicitaron que se eliminen por 10 años todos los impuestos a los productores y procesadores de alimentos, y que las autoridades cubanas entreguen títulos de propiedad permanente a los productores agrícolas.
“FLAMUR [Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales] cuenta con 3822 mujeres a lo largo y ancho de la isla que luchamos por devolverle la dignidad al campesino y sacar al país adelante. Planteamos un grupo de exigencias, entre las que sobresalen que se respeten nuestros derechos como agricultores y seres humanos, para que la descendencia del campesinado actual se sienta orgullosa de vivir en el campo”, dijo Dora Ávila Hernández desde Santiago de Cuba.
“Cómo entender que estamos rodeados de mar y se prohíbe pescar, pero para el turismo y la exportación siempre todo tipo de delicias del mar. Y no hablemos de la sal, pues no la encontrarás ni en los centros espirituales”, apuntó.
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En la séptima y última reunión del año de grupos focales coordinada por la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC) y FLAMUR, las campesinas insistieron en demandas formuladas hace más de dos años.
Los grupos focales, con representantes de 9 provincias (Guantánamo, Santiago de Cuba, Holguín, Camagüey, Sancti Spíritus, Santa Clara, Matanzas, Mayabeque y Pinar del Río), debatieron sobre la necesidad de exponer al gobierno como el principal bloqueador de recursos para los campesinos y para el pueblo en general.
“Experimentadas campesinas opinaron sobre la grave crisis alimentaria que atraviesa el país, las trabas que impone el régimen para un desarrollo sostenible de la agricultura, la falta de insumos, máquinas herramientas y las limitaciones para la libre venta del producto cosechado por los campesinos”, señaló Ramona Aguilera Estévez, de Pinar del Río.
En las mesas de trabajo participaron también miembros de la Liga de Campesinos Independientes, trabajadores de comercio, servicios, pesca, y artesanos por cuenta propia, a quienes se unieron activistas comunitarios.
Las mujeres rurales recordaron que Cuba era un país netamente agrícola antes de 1959, que se autoabastecía en casi la totalidad de los renglones alimentarios.
“En 2022, importa el 80 por ciento de los alimentos para consumo nacional. Este dato demuestra la ineficacia de la política económica socialista”, resaltó Ubelsys Torres Perna, residente en Mayabeque.
Las campesinas analizaron que, aunque en el mundo, y en especial América Latina, ha avanzado la producción de alimentos, en la Isla la crisis alimentaria se intensifica al punto que organizaciones no gubernamentales han valorado la necesidad de que Cuba reciba ayuda humanitaria internacional.