Imagínese andar en bicicleta por los resplandecientes canales de Ámsterdam; pasear a lo largo del distrito de Montmartre y sus escaparates llenos de prendas en las elegantes tiendas en ese barrio parisino; tomar la luz del día debajo de los cerezos en flor en Japón; o quizás prefiera el olor fresco del océano junto a Miami Beach, o en las calles de La Habana que desembocan en el mar. Estos sitios hermosos forman parte de un colorido collage publicado nuevamente por Architectural Digest.
Esta prestigiosa revista seleccionó las 46 calles más bellas del mundo y capturó su fascinante esencia en fotografías, convocando a una audiencia internacional para disfrutar.
Esta colección escénica y pintoresca lleva a los viajeros a tierras y ciudades lejanas; maravillas de clima frío bajo imponentes casquetes nevados y destinos de arena blanca; desde antiguas ruinas arquitectónicas hasta estructuras de diseño modernas que contrastan con el vasto cielo sobre ellas. No existen dudas de que los autores seleccionaron cuidadosamente una serie de impresionantes lugares.
Uno puede admirar las casas de Sostenil de las Bodegas, en España. Esas viviendas de del pequeño pueblo de 3 mil habitantes están construidas directamente en el dosel de los acantilados rocosos que rodean la región. Sus hipnotizantes formaciones naturales se ciernen sobre las calles allanando el camino hacia un sinfín de impresionantes vistas para que todos disfruten. No debería sorprender, entonces, que este lugar embrujado en Andalucía ocupe el primer lugar entre las 46 calles más bellas del mundo de la publicación mencionada.
La selección número dos lleva al espectador a través del Océano Atlántico hasta Brooklyn, en el barrio Dumbo de Nueva York. La revista revela la intersección de Washington y Water Street la cual está repleta de lugareños y turistas que disfrutan de la magnífica vista de los Puentes de Brooklyn y Manhattan, envueltos por estructuras altas e icónicas como el Empire State Building que sirve como un impresionante telón de fondo.
Este encantador viaje nos invita a disfrutar de sus elegantes paisajes que incluyen Kyoto, Japón, célebre por sus flores de cerezo, que abren en abril, en la calle de 1.2 milla de largo llamada Tetsugaku no michi; o la calle Alameda de San Miguel de Allende, en México. El lector se deileta ante las vistas sacadas de un cuento de hadas a lo largo de caminos empedrados de Brujas, en Bélgica, y en la región italiana de la Toscana que incluye Pienza, un pequeño pueblo renacentista declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996.
La mayoría de las selecciones citadas por Architectural Digest son europeas, incluidas Mykonos en Grecia, los Alpes bávaros en Alemania y la bulliciosa ciudad portuguesa de Lisboa. Más allá de las fronteras de Europa se encuentran las calles de Pretoria, en Sudáfrica, que forma parte de esta cotizada lista, al igual que en Recife, Brasil, que ocupa el tercer lugar de este artículo. Hoi An, en Vietnam, Estambul, en Turquía, y la ciudad china de Lijiang, también cuentan con avenidas deslumbrantes que vale la pena visitar.
Entre la calle Lombard, de San Francisco, en California, y las avenidas de Al Hassan Onsar, Rue Outiwi y Rue Bin Souaki, en Chefchaouen, en Marruecos, y ocupando el espacio número 21 de esta lista, se encuentran las calles de la capital de la Mayor de las Antillas. La Habana, deslumbrante con sus edificios azules y amarillos, es una maravilla arquitectónica bañada de las aguas apasionantes del Malecón habanero, adornadas de sus viejos barrios cercanos a la Catedral de La Habana, abrazada por el Parque Central, con la estatua del Apóstol de la independencia de Cuba, José Martí.
Este luminoso parque invita a posar su mirada por sus bellos edificios coloniales y coloridas calles estrechas, junto al majestuoso Paseo del Prado, lugar neurálgico en la cotidianidad habanera, que respira vida al toparse con las calles Obispo y San Rafael, y vecino del popular Teatro Payret, frente al Capitolio Nacional.
Así lo recuerda el arquitecto y catedrático, José A. Gelabert-Navia, nacido en La Habana en 1954. En 2016, regresó a su patria después de una ausencia de 56 años.
“Durante más de cincuenta años, La Habana había existido en mi mente, sólo a través de fotografías. Salí de la isla cuando tenía seis años y los escasos recuerdos eran de fiestas de cumpleaños y una nueva casa que mis padres habían diseñado y construido”, rememoró.
El arquitecto, que hoy reside en el sur de la Florida, ha mantenido las imágenes de su querida Cuba en su alma desde que partió de la isla en 1960 con sus padres, ambos arquitectos.
“Lentamente, las imágenes de todos esos años cobraron vida, no como piezas de época, sino como historia viva. Un momento conmovedor se produjo cuando me paré en el Malecón mirando los extraordinarios edificios creados por los planificadores de la ciudad y los especuladores de tierras. Me di cuenta de que esta habría sido exactamente la misma vista que habría visto ese octubre de 1960, como si nunca hubiera salido de La Habana”.
El famoso arquitecto cubanoamericano René González, quien también llegó de niño a Estados Unidos junto a su familia, destaca que las calles de La Habana, El Paseo Del Prado, moldeado por el gran paisajista Jean-Claude Nicolas Forestier y los múltiples portales que permiten el caminar protegido de la lluvia y el sol tropical en La Habana por cuadras y cuadras, son un gran ejemplo de lo que hace que las ciudades sean humanas y dignas.
“Estas son calles hermosas sin igual que han resistido la prueba del tiempo. Sus proporciones y consideraciones de las condiciones tropicales son respuestas sensibles del urbanismo en su máxima expresión”, afirmó González. “Estas calles serían ricas experiencias si existieran en cualquier parte del mundo, pero cuando están habitadas por el pueblo cubano, estallan en brillo y luz. Se convierten en lugares animados llenos de vida y alegría”.
El premiado diseñador afirmó que como arquitectos y planificadores, pueden construir espacios y estructuras para permitir que la vida florezca y crezca, pero son las personas que los habitan las que les dan carácter.
Nada ha podido con ella. La Habana se ha salvado de huracanes, derrumbes, guerras. En 2019, cumplió 500 años. Aún a esta edad anciana continúa hipnotizando a sus habitantes, a los extranjeros, y a aquellos que la abandonaron en busca de libertad en el extranjero.
Para Laurd Milián, habanero que hoy radica en Los Ángeles, California, como director de cine, "La avenida del Prado es uno de esos lugares emblemáticos, no solamente de todos los habaneros, sino de Cuba, que define la cultura y el tipo de lugar histórico”. Y agrega Milián, "No me sorprende en lo absoluto que La Habana Vieja sea elegida como uno de los lugares con las calles más hermosas y vistosas del mundo".