El Gobierno de Brasil debe mostrar humildad y escuchar cuando hay protestas callejeras, pero sin cambiar de posición respecto de lo que considera importante, dijo el lunes la presidenta socialista Dilma Rousseff.
La mandataria habló un día después que más de un millón y medio de personas salieron a las calles en varias ciudades a protestar contra la corrupción, el alza de los precios y a pedir su destitución por su alianza con los países antidemocráticos del ALBA, especialmente el régimen comunista del general Raúl Castro en Cuba.
"Intervención militar ya", decía el cartel de un manifestante. "No estoy pidiendo un golpe (de Estado), sino una intervención constitucional para llamar a nuevas elecciones limpias, sin urna electrónica, sin la manipulación del Partido de los Trabajadores. ¡Que se vayan todos para Cuba!", dijo a AFP Rita Souza, una productora televisiva que junto a más de un millón y medio de brasileños protestaron el domingo pacíficamente en todo el país contra la socialista Rousseff.
Sin embargo, Rousseff volvió a afirmar este martes que el ajuste fiscal es necesario para mejorar las cuentas públicas y garantizar que Brasil vuelva a crecer. Destacó que el programa de ajuste fiscal es el "camino para seguir creciendo". La mandataria también admitió que la política económica de su primer mandato no fue eficaz para reactivar la economía.
Rousseff afronta un momento muy delicado a menos de tres meses de haber comenzado su segundo mandato, por los problemas de la economía y el creciente escándalo de corrupción que envuelve a Petrobras.