Palabras ambiguas para hablar de justicia

Bob Menéndez, senador del estado de Nueva Jersey.

Muy poco de esta columna será escrito en términos absolutos. Estará repleta de palabras ambiguas que permitan dar a entender algo sin de hecho decirlo.

El motivo es simple. Es así como se ha escrito todo lo publicado acerca de la investigación por supuestos delitos que se dice ha sido propuesta por el Departamento de Justicia de Estados Unidos sobre la labor del senador demócrata por Nueva Jersey, Bob Menendez, en pro de los intereses de un buen amigo suyo.

Dependiendo de cómo uno lea los documentos, el reportaje fue transmitido primero en CNN el 6 de marzo. Informaba que el Departamento de Justicia se prepara a emitir cargos por corrupción contra el veterano legislador. Un informante dentro del Departamento de Justicia, origen de este reportaje, pidió que su nombre no fuese divulgado, y CNN respetó su deseo.

Ese mismo día, la revista jurídica de New Jersey Law Journal sacó un artículo donde se afirma que la Corte Federal de Apelaciones del Tercer Circuito había ordenado una audiencia para determinar si los ayudantes de Menendez pueden ser obligados a testificar ante un gran jurado acerca de las actividades de Menendez a favor de los intereses comerciales de un amigo.

El New York Times, por su parte, reportó que el documento que dio pie a esta noticia fue errónea y brevemente dado a conocer.

La decisión de la Corte de Apelaciones revocaba el fallo anterior de la jueza federal del distrito de Nueva Jersey, Anne Thompson, que había ordenado a dos asistentes de Menendez que testificaran acerca de los esfuerzos del Senador por ayudar a su buen amigo el oculista Dr. Salomón Melgenen en materia de reglamentos del Gobierno.

Luego entonces, ¿debe uno suponer que el reportaje de CNN fue redactado cuando el Departamento de Justicia pensaba que los asistentes de Menendez se verían obligados a testificar ante un Gran Jurado? ¿Debemos pensar que la decisión de la Corte de Apelaciones descarrila la investigación del Departamento de Justicia? ¿O debe uno creer que el testimonio de estos dos ayudantes no tendrá impacto alguno en este caso y que el Departamento de Justicia y el Procurador de la República ya están decididos a presentar cargos contra el Senador?

Hay otras dos cuestiones extrañas en este calderón de brujas.

Esta es la tercera vez que Menendez ha sido amenazado con una acción judicial por delito o, de hecho, ha sido acusado formalmente en casos que involucran a su buen amigo, un médico de Florida. (Hasta ahora éste no ha sido enjuiciado ni hallado culpable). Y resulta que, aunque el Senador de Nueva Jersey sea miembro del Partido Demócrata, él es uno de los más fieros críticos de las políticas de acercamiento del presidente Obama hacia Cuba e Irán.

¿Es esto último una casualidad o la causa de la investigación?

Estos cargos no han tomado al senador Menendez por sorpresa. Ya él había establecido un fondo de defensa jurídico y gastado $250.000 en defenderse.

Pero volvamos a la decisión de la Corte Federal de Apelaciones del Tercer Distrito. Esta le ha pedido a la corte inferior que determine específicamente si todas las comunicaciones entre el Senador y su equipo y el Poder Ejecutivo se consideran acciones legislativas o no. Si se determina que son de alguna manera legislativas, el legislador y su equipo estarían exentos de enjuiciamiento delictivo –la ley prohíbe que legisladores en el ejercicio de sus funciones sean acusados de delito alguno.

Todos los periódicos y cadenas de televisión que han reportado esta noticia explican que los casos donde se implican políticos con amigos íntimos son extremadamente difíciles de probar. Es difícil determinar si el quid pro quo se produjo a consecuencia de donaciones de dinero al político o si se producen en vista de la amistad existente entre ambos hombres. Lo primero constituye un delito, lo segundo no.

Lo anterior es lo que ha acontecido hasta el momento. En la opinión de muchos, el senador Menendez ya ha sido acusado, enjuiciado y hallado culpable de una fechoría.

Esto es lo que ocurre cuando un informante anónimo dentro del gobierno habla con los miembros de los medios acerca de lo que su departamento está pensando hacer. Los cargos son entonces publicados recibiendo amplia divulgación. Un fiscal anónimo bosqueja el caso y el defensor se ve imposibilitado de probar la inocencia de su cliente.

¿Es culpable el senador Menendez de cabildear a oficiales del Poder Ejecutivo para obtener beneficios para su amigo, el oftalmólogo de Florida? En este momento nadie lo puede saber. En la jurisprudencia de Estados Unidos se presume la inocencia del acusado hasta que éste sea hallado culpable. Excepto en casos en que el fiscal se esconde detrás del manto del anonimato para proporcionar datos del caso a los principales medios del país.

Guillermo I. Martínez reside en el Sur de la Florida. Su correo electrónico es: Guimar123@gmail.com.