Big Leaguers cubanos en Cuba: de cómo un sueño se hizo realidad

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En el Hotel Nacional de La Habana: al frente (de izq a der) los peloteros cubanos de la MLB Alexéi Ramírez, José Abreu, Brayan Peña, Yasiel Puig y el cubanoamericanoi John Jay

El New York Times explica cómo se logró que cuatro beisbolistas cubanos de las Grandes Ligas que salieron de la isla como desertores pudieran regresar como lo que son: estelares y admirados profesionales del deporte.

Una generosa idea en apariencia simple, pero complicada por la política, del pelotero cubano Yoenis Céspedes, fue la semilla que germinó en la primera visita a Cuba, como jugadores activos de Grandes Ligas, de beisbolistas que como Céspedes “desertaron“ de la isla para poder cumplir sus sueños de jugar en el mejor béisbol del mundo.

Yoenis Céspedes, dos veces campeón del Derby de Jonrones

El diario The New York Times explica que después de que el toletero de Campechuela ganara el Derby de Jonrones paralelo al Juego de las Estrellas 2013, se le dio la oportunidad de hacer una donación a la organización caritativa que quisiera. Céspedes pensó de inmediato en Cuba, el país del que huyó en 2011, pero no sabía cómo hacerlo. Así que le pidió consejo a Leonor Colón, directora de Programas para Jugadores del sindicato de jugadores de Grandes Ligas.

El Times destaca que en ese momento, era impensable considerar un viaje a Cuba que involucrara a jugadores cubanos de la Gran Carpa. Sin embargo, un esfuerzo de dos años encabezado por Colón culminó el martes con el inicio de la gira de buena voluntad a Cuba, en la que participan los cienfuegueros Yasiel Puig y José “Pito” Abreu, el pinareño Alexéi Ramírez y el habanero Brayan Peña, todos luminarias del béisbol profesional con los Dodgers de los Angeles, los Medias Blancas de Chicago y los Cardenales de San Luis respectivamente (Ramírez es ahora agente libre).

"Sin la diligencia y la visión de Leonor, esto nunca habría ocurrido", dice Tony Clark, el director ejecutivo del sindicato de jugadores. "La mayor pieza del rompecabezas es que, por primera vez, los cubanos tienen la oportunidad de volver a casa”, agrega.

En sus primeras gestiones Colón se acercó al Departamento de Estado y a la Asociación Nacional de Básquetbol, la NBA, que dice fueron de gran ayuda. A continuación, se puso en contacto con la Federación Cubana de Béisbol, partiendo de relaciones establecidas a través del Clásico Mundial, un torneo internacional que se celebró por última vez en 2013.

El momento clave llegó en octubre pasado, durante la postemporada de las Grandes Ligas. Colón viajó a La Habana con Patrick Houlihan, un vicepresidente de Major League Baseball (MLB), y otros empleados de la entidad que inspeccionaron estadios y trabajaron en otros aspectos de la logística del viaje.

Se reunieron con funcionarios cubanos, entre ellos el presidente del Instituto Nacional de Deportes (INDER ) Antonio Becali, y con Antonio Castro, hijo de Fidel Castro y vicepresidente de la federación cubana.

Colón y sus colegas hicieron hincapié en que jugadores activos cubanos de Grandes Ligas cubanas debían poder hacer el viaje, sin restricciones. Explicó que también llevarían a otros estelares, "no cubanos".

En la reunión de octubre, los funcionarios cubanos se mostraron receptivos a lo que pideron Colón y Houlihan. El acuerdo estaba casi completo, quedando pendientes las solicitudes de visas, algunas de las cuales fueron expedidas el lunes, la víspera de la visita.

Según el Times, se acordó que los jugadores cubanos visitantes podrían recibir a sus familiares en su hotel. Impartirán dos talleres, uno en el Estadio Latinoamericano de La Habana y el otro en el Victoria de Girón, en Matanzas. Los jugadores también se reunirán con funcionarios del gobierno y podrán hacerlo con jugadores de la liga cubana, así como asistir a juegos.

Cuando Colón regresó de La Habana después de la reunión de octubre, llamó a los peloteros cubanos y les dijo que su sueño de regresar a casa estaba a punto de cumplirse."Alexéi estaba llorando", dijo, refiriéndose a Ramírez, quien había hecho una discreta visita familiar a Cuba, al igual que Peña. El gobierno de la isla les impone un destierro de ocho años antes de poder regresar.

Los peloteros cubanos de Grandes Ligas José Abreu (d) y Brayan Peña (2do d) en La Habana

Pero ese plazo no se cumplió en el caso de Puig, quien no había vuelto desde su huida, concertada con contrabandistas de personas, en 2012; ni tampoco en el de Abreu, que dejó detrás en 2013 a su hijo Dariel Eduardo, ahora de cinco años.

(Varios cronistas describen como el niño llegó el martes al Hotel Nacional de La Habana a ver a su papá, acompañado por su abuela, y llevando una gorra de los Medias Blancas, aunque le han dicho que "papá juega pelota en Japón").

Colón explicó al New York Times que esos cuatro jugadores fueron seleccionados considerando su alto nivel y disponibilidad. Pero asegura que de los cerca de dos docenas de cubanos que juegan actualmente en las ligas mayores, casi todos mostraron interés en ir, .

Céspedes decidió no viajar ahora porque ha sido declarado agente libre y está gestionando un jugoso contrato. Pero podría hacerlo en la próxima visita, si la hubiera, junto con otros jugadores cubanos interesados en restablecer su conexión con la isla que dejaron atrás creyendo que sería para siempre, como "desertores".