La plana mayor de la política alemana recordó este martes la caída del Muro de Berlín, en 1989.
"Debemos confrontarnos con esas fechas en todas sus contradicciones", afirmó el presidente, Frank-Walter Steinmeier, en un acto solemne y en presencia de los máximos representantes institucionales del país, informó la agencia de prensa Efe.
Junto a la canciller saliente, Angela Merkel, participaron en la ceremonia la presidenta del Bundestag (cámara baja del Parlamento), la socialdemócrata Bärbel Bas, así como el del Bundesrat (cámara alta), el izquierdista Bodo Ramelow, y el del Tribunal Constitucional, Stephan Harbarth.
"Es una fecha ambivalente para los alemanes, una fecha radiante y una fecha oscura", destacó Steinmeier. Un día en que "nos asoman las lágrimas" y en el que confluyen "la esperanza, ante lo mejor que le ha ocurrido a este país", pero también "sus abismos más oscuros".
Es por todo ello que el 9 de noviembre es "un día muy alemán", reflexionó Steinmeier, desde el Palacio de Bellevue, la sede presidencial.
El aniversario de la caída del Muro berlinés de 1989 representa la alegría del reencuentro entre ciudadanos y familias separados durante décadas por la llamada "Franja de la Muerte", construida por el régimen de la Alemania comunista, indicó Efe.
Ese día representa el fin de la traumática división ciudadana y nacional, al que siguió el proceso de reunificación política, social y económica impulsado por el entonces canciller, Helmut Kohl, y negociada con las potencias aliadas.
Se selló el 3 de octubre de 1990 con la entrada en vigor del Tratado de Unidad y la integración del territorio de la República Democrática Alemana (RDA) en la República Federal de Alemania (RFA).
La fecha adoptada como fiesta nacional de la Unidad es el 3 de octubre, pese a que la del 9 de noviembre tiene, para la memoria colectiva alemana, una carga emocional mucho mayor.
En 1985, Mijaíl Gorbachov asumió la presidencia de la Unión Soviética e implementó las políticas de la glásnost (‘apertura’) y la perestroika (‘reestructuración’), que relajaron el control soviético sobre la economía y la política. Esto facilitó que surgieran movimientos nacionalistas y prodemocracia en todo el bloque comunista, como el sindicato Solidaridad en Polonia. En el verano de 1989, ciudadanos de la RDA empezaron a manifestarse cada semana, demandando democracia y derechos civiles en las llamadas “manifestaciones de los lunes”.
Hechos como el “pícnic de la libertad”, por el que Hungría abrió su frontera con Austria en agosto, permitiendo que cientos de alemanes del Este cruzaran, exacerbaron las protestas, hasta el punto de que el líder de la RDA, Erich Honecker, se vio forzado a dimitir en octubre. Su sucesor, Egon Krenz, no logró apaciguar los ánimos, y el 4 de noviembre tuvo lugar la manifestación más grande de la historia del país, con medio millón de personas en la Alexanderplatz de Berlín. Aun así, nadie esperaba que el Muro cayera cinco días después.
(Con información de Efe y Twitter)