Ahora, Ley Mordaza y ¿después qué?

Ruben Remigio Ferro, presidente del TSJ Cuba

Decía mi bisabuela canaria que “el que más amenaza es el que más miedo tiene” y con esa manera de envejecer que llamamos experiencia, aprendí que Dolores, larga, flaca y dura como un cuje, tenía razón: los asustados son quienes más vociferan.

Por eso cuando leí el tuit del señor Triple Erre, presidente del Tribunal Supremo Popular de Cuba, amenazando a los opositores con volver a aplicar la Ley 88 de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba, más conocida como Ley Mordaza, contra aquellos que “colaboren con los objetivos de la Ley Helms-Burton y con medios de prensa extranjeros”, junto al reconocible tufo a miedo, me volvió a la memoria la estampa de la bisabuela canaria con sus sentencias y sus cocotazos porque no lograba corregirme la dicción –la lengua, decía- con aquella retahíla de “Erre con erre cigarro…” de ahí que prefiera llamar “Triple Erre” a Rubén Remigio Ferro.

Descubrí también que el tuit de Triple Erre no era espontáneo, porque espontáneo también se fue de Cuba en 1959. Buscando, encontré la génesis de su amenaza tuitera contra los disidentes y sobre todo, contra los valerosos miembros de la Prensa Independiente dentro de Cuba y además, ¡sorpresa!, no estaba iluminado por la pasión patriótica, si no por esa otra pasión más vulgar y ejercida a modo de deporte nacional, que se llama envidia.

Triste, sí, triste y vergonzoso que precisamente quienes están en la obligación de defender los intereses de los ciudadanos, según suponemos deben hacer en el mundo civilizado los elegidos como delegados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, se sientan inspirados por las más bajas pasiones. Si no me creen, vean cómo empuja la Comisión de Relaciones Internacionales de dicha Asamblea a su homóloga, la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos, a raíz de que el Senador Demócrata John Kerry liberara 20 millones de dólares “para programas federales que promuevan la democracia en Cuba.”

“¿Por qué admitir –reclaman los envidiosos asambleístas- que naturales cubanos adquieran sumas importantes aprobadas por el Congreso norteamericano, nada menos que para subvertir el orden en Cuba? Hay que enfrentar resueltamente ese acto.”

Y obediente -como corresponde a alguien de su rango en un país donde no existe la separación de poderes, ni poderes, sino el poder único, nepótico y feudal de una familia muy acaudalada, y no precisamente gracias al sudor de la frente de sus integrantes- Triple Erre se lanza a proferir amenazas contra sus compatriotas.

Por ahora, el pres-cindente del Tribunal Supremo se limita a enarbolar el “coco” la Ley Mordaza pero, ¿qué pasará cuando la situación empeore aún más en la isla y los cubanos, famélicos, decidan, de una vez y por todas, agarrar el toro de sus destinos por los cuernos?

¿Vamos a esperar a que Triple Erre saque a la palestra el Artículo 91 del Código Penal, complemento perfecto de la Ley Mordaza y pasemos, otra vez, de amordazados, a maniatados, y con vendas en los ojos delante de los pelotones de fusilamiento mientras las turbas de envidiosos invaden las calles al grito de “!Paredón!” “!Paredón!”?