Si no fuera porque ese generoso y nutritivo tubérculo desapareció hace décadas de la agricultura cubana, la información pudiera parecer un pésimo chiste.
El retorno del ñame a los campos cubanos de cultivo es noticia de primera plana este martes en el diario Granma. Uno de los éxitos de las reformas económicas del raulismo.
Si no fuera porque ese generoso y nutritivo tubérculo desapareció hace décadas de la agricultura cubana, la información pudiera parecer un pésimo chiste.
Componente esencial del emblemático ajiaco criollo, el ñame se extinguió al mismo tiempo que ese tradicional cocido era reemplazado por la caldosa cederista, una variante corrupta de aquél ajiaco nacido en los barracones de esclavos en tiempos de la colonia, y utilizado por el Doctor Fernando Ortiz, como referencia para definir la identidad nacional del cubano.
El ñame cohabitó en Cuba con los aborígenes; es un noble tubérculo, de probados requerimientos energéticos que no requiere de cuidados especiales, y su desaparición bajo el castrismo es todavía uno de los tantos misterios por descifrar que va dejando el régimen como legado.
Granma nos cuenta que gracias a la labor paciente de los especialistas del Instituto Nacional de Investigaciones en Viandas Tropicales (INIVIT), y en especial de su director, el Doctor Sergio Rodríguez Morales, el ñame ha ido escalando posiciones en la preferencia de los agricultores villaclareños.
“No es de dudar que un día no muy lejano esa vianda pueda tener una mayor presencia en la mesa de los pobladores de esta y otras regiones del país", aseguró el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba. “Esta exquisita vianda irá ganando espacio en el gusto y la mesa del cubano, reconoce el avezado científico, también miembro del Consejo de Estado", añadió.
El reportaje atribuye a los desvelos de los especialistas de Viandas Tropicales, lo que los campesinos cubanos de antaño conocían desde la cuna: el ñame es capaz de satisfacer los requerimientos energéticos y de nutrición de cualquier ser humano, además de servir como alimento animal. Se considera el segundo en eficiencia para producir energía digestible, solo superado por la yuca. Una vez cosechado, puede estar hasta tres y cuatro meses sin echarse a perder, aunque esté fuera de frío; y en caso de ciclón constituye una reserva de alimento bajo tierra.
El campesino de Camajuaní Emerio Reyes Ventura, de 78 años, le comentó al reportero de Granma que no recuerda la primera vez que comió ñame, pero que era bien chiquito cuando probó aquella deliciosa vianda, y que en su casa, él y su esposa, Ramona Morales, lo comen frito, cocinado con mojito o en buñuelo.
Para Reyes, cultivar ñame no es ningún prodigio. Como no tiene mucha tierra él lo siembra pegado a las cercas, a orillas del arroyo o en los linderos del camino.
“Este es un alimento muy económico porque no da trabajo alguno, es solo sembrar y recoger. Ah, y el fertilizante es el abono orgánico que traen los arrastres de las lluvias y las hojas de los árboles, así que cultivar ñame de esta manera es ganancia neta", explicó Emerio.
Si no fuera porque ese generoso y nutritivo tubérculo desapareció hace décadas de la agricultura cubana, la información pudiera parecer un pésimo chiste.
Componente esencial del emblemático ajiaco criollo, el ñame se extinguió al mismo tiempo que ese tradicional cocido era reemplazado por la caldosa cederista, una variante corrupta de aquél ajiaco nacido en los barracones de esclavos en tiempos de la colonia, y utilizado por el Doctor Fernando Ortiz, como referencia para definir la identidad nacional del cubano.
El ñame cohabitó en Cuba con los aborígenes; es un noble tubérculo, de probados requerimientos energéticos que no requiere de cuidados especiales, y su desaparición bajo el castrismo es todavía uno de los tantos misterios por descifrar que va dejando el régimen como legado.
Granma nos cuenta que gracias a la labor paciente de los especialistas del Instituto Nacional de Investigaciones en Viandas Tropicales (INIVIT), y en especial de su director, el Doctor Sergio Rodríguez Morales, el ñame ha ido escalando posiciones en la preferencia de los agricultores villaclareños.
“No es de dudar que un día no muy lejano esa vianda pueda tener una mayor presencia en la mesa de los pobladores de esta y otras regiones del país", aseguró el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba. “Esta exquisita vianda irá ganando espacio en el gusto y la mesa del cubano, reconoce el avezado científico, también miembro del Consejo de Estado", añadió.
El reportaje atribuye a los desvelos de los especialistas de Viandas Tropicales, lo que los campesinos cubanos de antaño conocían desde la cuna: el ñame es capaz de satisfacer los requerimientos energéticos y de nutrición de cualquier ser humano, además de servir como alimento animal. Se considera el segundo en eficiencia para producir energía digestible, solo superado por la yuca. Una vez cosechado, puede estar hasta tres y cuatro meses sin echarse a perder, aunque esté fuera de frío; y en caso de ciclón constituye una reserva de alimento bajo tierra.
El campesino de Camajuaní Emerio Reyes Ventura, de 78 años, le comentó al reportero de Granma que no recuerda la primera vez que comió ñame, pero que era bien chiquito cuando probó aquella deliciosa vianda, y que en su casa, él y su esposa, Ramona Morales, lo comen frito, cocinado con mojito o en buñuelo.
Para Reyes, cultivar ñame no es ningún prodigio. Como no tiene mucha tierra él lo siembra pegado a las cercas, a orillas del arroyo o en los linderos del camino.
“Este es un alimento muy económico porque no da trabajo alguno, es solo sembrar y recoger. Ah, y el fertilizante es el abono orgánico que traen los arrastres de las lluvias y las hojas de los árboles, así que cultivar ñame de esta manera es ganancia neta", explicó Emerio.