Yuribert Capetillo Hardy supo desde una temprana edad que los confines de su isla eran demasiado pequeños para sus aspiraciones.
Nacido y criado en un barrio pobre de La Habana, a menudo era blanco de la brutalidad policial, simplemente por el color de su piel.
"Cuando yo me fui tenía apenas 18-19 años, era muy pobre y no tenía ropa o comida y por vivir en una zona como La Habana Vieja y ser negro, siempre era asediado y maltratado por la Policía Nacional Revolucionaria", manifestó.
Este constante agravamiento del acoso, las punzadas del hambre y la ausencia de oportunidades y libertades, aceleraron sus motores para buscar otros mundos donde su imaginación creativa pudiera florecer, donde pudiera decir lo que pensaba sin temor a represalias y donde fuera libre de tomar sus propias decisiones en lugar de acatar aquellas impuestas por un sistema que dicta dónde lo llevarán sus próximos pasos. La única forma de salir de esta realidad era mirar más allá de las fronteras de lo que llamó su hogar durante casi dos décadas.
A los 19 años de edad conoció a una mujer holandesa en un bar justo debajo del edificio en ruinas donde pasaba sus días. La siguió a Holanda donde comenzó una nueva vida en una tierra extraña y lejana donde comenzaría la próxima etapa de su vida.
"Cuando yo vine a Holanda, yo era prácticamente un niño. Tenía apenas 18 casi 19 años. Pensaba que me las sabía todas pero en realidad tenía muchísimo que aprender. Fue un choque cultural increíble después de haber vivido en Cuba con tantos problemas", afirmó.
Yuribert aprovechó este nuevo mundo para aprender sobre su cultura, sus idiosincrasias, su política y su gente. Se matriculó en la universidad y obtuvo una licenciatura en Economía. Pronto se acostumbró a otro estilo de vida y desafiando una nueva realidad en un país a casi 2.500 km de distancia de su Cuba natal…de ese barrio marginado donde pasaba los días y las noches viendo a su madre trabajar largas horas.
"Tuve una niñez bonita, inocente. Yo era un niño bastante respetuoso debido a la crianza que me dieron en casa. Desde niño podía ver a mi mamá haciendo tabacos para vender a los turistas. Mi mamá trabajaba noches enteras hasta las tres o las cuatro de la mañana con los ojos rojos e inflamados por las toxinas del tabaco. En una jornada hacía 100 ó 150 tabacos".
"El proceso de la adaptación para un cubano en un país como Holanda es increíble y extremadamente complicado. De hecho, no todos los logramos. Hay que estar muy firme con los pies bien puestos sobre la tierra. Cuando uno mira el punto de partida de un cubano que viene de Cuba sin esperanzas con una mano delante y la otra detrás, en un país tan bien organizado socialmente donde todos tenemos una seguridad económica, ya nos hace vencedores".
Años después regresó a la cuna de su niñez pero esta vez como protagonista de una serie televisiva holandesa cuyo enfoque se centraba en que si Yuribert volvería a Cuba si cambiara lo suficiente.
"Me entristeció mucho ver que el 70%-80% de mis conocidos y amigos de La Habana Vieja que eran jóvenes como yo se habrían ido del país o estaban presos. Fue como volver a un lugar conocido donde prácticamente no conoces a nadie".
Pero lo venció...hoy por hoy disfruta de una exitosa carrera en el campo audiovisual, cuenta con una empresa productora de televisión y comerciales y ha ganado premios con sus creaciones. Ha trabajado con la "crème de la crème" de esta industria al colaborar con las grandes de su industria a la talla de National Geographic, BBC y Al Jazeera. También ha dejado su marca en cada uno de los 22 países a donde ha viajado conociendo diferentes culturas lejos de la Cuba donde respiró por primera vez.
Y aunque su pasado siempre está en su mente, espera con ansias el futuro brillante que le espera – el que su madre siempre soñó para él.
"Mi niñez está llena de historietas y recuerdos, pero si hay algo en retrospectivo que me marcó e inspiró a trabajar tan fuerte como lo hago en mi carrera actual, fue ver a mi madre soltando su vida por ganar un par de dólares diarios para poder darme apenas algo de comida. Al llegar a Holanda, empezó mi segundo y más grande maratón que todavía no acaba y que apenas empieza".