El coronavirus ha servido para incrementar en Cuba un mal que lamentablemente ha gozado de muy buena salud con la “revolución”: la vigilancia no policial, sino vecinal, dice la directora del diario digital 14ymedio, Yoani Sánchez.
“Se ha redoblado muchísimo la vigilancia porque, además de la vigilancia epidemiológica, las autoridades están intentando frenar el desvío de recursos, el mercado negro, las redes informales de compra y venta, debido al gran desabastecimiento, a la falta de suministros de la red estatal que fomenta muchas de esas prácticas ilegales”, comenta Sánchez en su tradicional podcast Ventana 14.
En medio de esta situación, las autoridades les han dado carta blanca a los vigilantes de barrio para que informen quién entra y sale a qué casa con una bolsa, con qué productos; quién tiene contactos en el mercado informal, indica la periodista.
“Así que están en su salsa por estos días esos que dicen: ‘Revolucionario que es revolucionario no tiene nada que esconder’; esos mismos que en nombre de una ideología se sienten con el derecho de irrespetar el espacio de otros”, subraya.
No es nada nuevo que esa clase de personas estén por todas partes mirando, reportando, informando, añade Sánchez, y reconoce que en el lugar donde vive, un edificio de 14 plantas en pleno centro de La Habana, esa sensación de vigilancia podría ser incluso un poco menor de lo que se vive en los pueblos pequeños del interior de la isla.
“Allí donde todos los vecinos se conocen, donde a la tendencia humana al chismorreo se suma la impunidad ideológica o política con la que han actuado por décadas estos vigilantes; imagínense: si en la ciudad se siente esa presión, se siente ese control, qué queda para los pequeños pueblitos donde no hay manera de hacer algo que no sea visto por esos ojos atentos que todo lo miran, todo lo reportan, todo lo delatan”, comenta la directora de 14ymedio.
En una nota que publica en la edición del lunes bajo el título de “Día 33 al 38: Siempre hay un ojo que te ve”, Sánchez cuenta que ella y su esposo, el jefe de redacción de 14ymedio, Reinaldo Escobar, debieron salir a hacerle rosca a una pieza de tubería necesaria para reparar un salidero en su apartamento, y al regreso sintieron el peso de la vigilancia vecinal.
“Al llegar al edificio, un vecino apostado en los bajos miró con ojos inquisidores lo que traíamos, algo habitual en él, que lleva años husmeando quién entra y sale de nuestra vivienda o qué contiene la bolsa con la que regresamos del mercado”, escribió la periodista. “Se trata de una vigilancia tan permanente y sin tapujos que hasta bromeamos y advertimos a nuestros visitantes”.
El individuo es un jubilado “de una mentalidad muy autoritaria” que forma parte del ejército de personas cuya vida gira alrededor de vigilar a otros y estar pendientes de lo que hacen, advierte.
“Gente que considera la intimidad un nicho de individualismo que no debe permitirse”, apunta Sánchez. “Son esos que desconfían de cuando cerramos la puerta, nos quedamos en silencio y nos refugiamos en nuestro interior, porque allí no pueden alcanzarnos ni hurgar en nuestros pensamientos”.