Caracas- Tras haber sido la gallina de los huevos de oro de Venezuela, la petrolera estatal PDVSA es actualmente apenas una andrajosa sombra de lo que fue: sobrecargada, sin recursos y a merced de sus acreedores rusos y chinos.
Los bajos precios en el mercado internacional impactan en una disminución de ingresos de PDVSA, y muchos de los dólares que recibe por exportaciones se destinan a pagar préstamos.
Eso deja al presidente Nicolás Maduro en una frágil posición: PDVSA le aporta a Venezuela el 96% de los dólares que ingresan por exportaciones.
Menores ingresos petroleros significan "un importante riesgo de default", dijo Tamas Varga; analista en Londres de la firma PVM Oil Associates.
Venezuela enfrenta problemas adicionales debido a sanciones de Estados Unidos.
En agosto el presidente Donald Trump prohibió negociar nueva deuda de Venezuela y de PDVSA y también prohibió a su subsidiaria Citgo enviar dinero a Caracas.
El objetivo es "negarle a la dictadura de Maduro una crucial fuente de financiamiento para sostener su ilegítimo régimen", dijo la Casa Blanca.
En la práctica, esa medida amputa a Venezuela la opción de reestructurar sus deudas con nuevas emisiones de bonos.
Maduro dice ser víctima de una bloqueo y la agencia calificadora Fitch advirtió que ahora es más probable el default de Venezuela.
En octubre y noviembre, Venezuela deberá pagar vencimientos por 3.800 millones de dólares. Sus reservas se fueron a pique y le quedan menos de 10.000 millones de dólares.
Otra complicación es el huracán Harvey que azotó Texas; un estado que concentra un tercio de la capacidad total de refinación de Estados Unidos. Muchas instalaciones texanas están adaptadas para tratar el pesado petróleo de Venezuela.
El presidente de PDVSA, Nelson Martínez, dijo la semana pasada que de las dos refinerías de su compañía, Lake Charles y Corpus Christi, una debió cerrar por el huracán, aunque no resultó dañada.
Las consecuencias de Harvey pueden ser otro golpe para Venezuela.
"La tormenta podría acarrearle problemas financieros adicionales a Venezuela (...) porque la demanda estadounidense de petróleo caerá, al menos mientras estén cerradas las refinerías" que lo procesan, dijo el analista petrolero Antoine Halff al diario Financial Times.
Con una menor demanda estadounidense, PDVSA deberá buscar otros mercados y probablemente vender más barato el petróleo, estimó Halff. "Eso hará que el régimen de Maduro tenga dificultades para honrar sus deudas", afirmó.
Venezuela está asentada sobre las mayores reservas petroleras probadas del mundo, casi 300.000 millones de barriles.
Actualmente es el tercer mayor abastecedor de Estados Unidos detrás de Canadá y Arabia Saudí. Un tercio de la producción de 1,9 millones barriles diarios de PDVSA se destina a Estados Unidos.
Sin embargo el petróleo venezolano es muy pesado por lo que su calidad es inferior al petróleo saudí y, por lejos, es mucho más caro de extraer o refinar.
"Mucho (crudo venezolano) debe ser diluido con petróleo ligero para poder ser transportado", explicó James Williams analista de la firma estadounidense WTRG.
Para lograr ventas a valores equilibrados, Venezuela debería vender el crudo "muy por encima de los 125 dólares por barril", según James.
Eso es un imponente desafío por cuanto los precios del crudo se derrumbaron en los últimos tres años. El barril vale hoy la mitad de lo que cotizaba a mediados de 2014.
Según PDVSA, el precio promedio de su barril fue de 35,15 dólares en 2016.
El año pasado la empresa recibió 48.000 millones de dolares por la venta de 2,7 millones barriles por día (mbpd); bastante menos que los 72.000 millones de dólares de 2015 cuando vendió 2,65 mbdp.
En casi 20 años de gobiernos socialistas con elevado gasto público, primero con Hugo Chávez y luego con Maduro, las ganancias de PDVSA se fueron reduciendo; por ejemplo con la venta de crudo a bajo precio a Cuba y el Caribe a cambio de apoyo político.
La falta de inversiones en oleoductos y campos petroleros, junto con una política económica fuertemente intervencionista, espantó a las firmas extranjeras.
(AFP)