Evelin Pineda Concepción asegura que tuvo que vender su casa para darle de comer a su hijo, portador de VIH en Guanabacoa, Cuba. La ausencia de antirretrovirales y la poca alimentación son sus principales preocupaciones.
“Desde que diagnosticaron a mi niño ha sido un dolor de cabeza conseguir los antirretrovirales. Es más el tiempo en que no los hay que cuando nos los dan”, dijo Pineda Concepción.
Su hijo tiene ocho años y una parálisis que le afecta la mitad del cuerpo.
“Nosotros tuvimos que vender la casa para darle de comer y poder comprar los alimentos del niño y llevarlo a las consultas, porque la salud es gratuita, pero el transporte no”, añadió.
Pineda Concepción aseguró que las dietas que el Estado provee a los pacientes con VIH se han reducido. “Antes daban pescado y carne de res. A los adultos nos quitaron la leche y el pescado. La carne de res es un pellejo nada más. Hay que hervirla para sacarle algo de sustancia. A los niños le dan una leche blanca que lo que les da es vómito y diarreas”, dijo.
“Lo que estamos viviendo los enfermos de VIH es criminal. Nos están matando lentamente”, lamentó.
En Cuba, 28,643 personas viven con VIH/Sida de acuerdo a cifras oficiales, según las cuales el 96.8% tiene tratamiento. El régimen ha informado a la ONU que un 89.3% de quienes reciben la terapia antirretroviral tienen una carga viral suprimida de la enfermedad.
La isla también ha informado que suprimió en 2015 -justo el año en que Martínez Valle asegura que fue infectada- la transmisión materno-infantil del VIH/Sida y la sífilis congénita. En 2017, 2019 y 2022 revalidaron esa condición.
El doctor Alfredo Melgar, médico en el sur de la Florida, explicó que los tratamientos han permitido mejorar mucho la expectativa de vida de los enfermos de VIH en el mundo.
“La única forma de prolongar la vida de estos niños [enfermos con VIH] es con tratamientos antirretrovirales, pero medicamentos en una dosis correcta. Los niños no son como los adultos. Hay que calcular por kilo de peso y por dosis”, explicó.
“Si a un niño se le da una dosis mayor de la que requiere, se puede intoxicar”, dijo el médico. Entre las consecuencias de la intoxicación pueden estar daños en el hígado, náuseas, vómitos, descenso de los glóbulos blancos y rojos, indicó.
Recientemente, Winnie Byanyima, directora ejecutiva del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA), visitó Cuba y elogió el trabajo del régimen con los pacientes de VIH. Pero algunos enfermos en Cuba tienen otra opinión.
Dianelys Martínez Valle, residente en Perico, Matanzas, está cansada de escribir cartas a La Habana pidiendo soluciones para su niño enfermo. Ella asegura que fue infectada en 2015 con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) durante el embarazo con una transfusión de sangre recibida en un centro de salud pública.
“Me han maltratado en el hospital. Me han discriminado. Todos los meses hay un problema distinto. Mi niño tuvo que tomar un retroviral de adultos porque el país no tenía medicamentos para niños, y eso le provocó temblores. Ni siquiera las vitaminas que el niño necesita me las da el Estado”, dijo Martínez Valle a Martí Noticias.
Su hijo, que hoy tiene nueve años, su esposo y ella son pacientes del sistema de salud pública de Cuba, reconocido hace décadas por su calidad, pero que como casi todo en la isla sufre el peso de la crisis económica que vive el país.
“En Cuba no hay reactivos para ningún análisis. Hace meses que a mi niño ni siquiera le dan la dieta para su alimentación. Todo el mundo sabe que los enfermos de VIH deben alimentarse bien porque los retrovirales son muy fuertes. Mi niño ha tenido varias veces anemia”, dijo Martínez Valle.
“Nuestra vida se ha convertido en un infierno”, concluyó.
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