Cuba registró 361 protestas públicas en agosto, de acuerdo al nuevo informe del Observatorio Cubano de Conflictos (OCC), un proyecto autónomo de la sociedad civil apoyado por la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC).
“El pueblo cubano decidió que, si para el gobierno siempre es 26, para los ciudadanos, de ahora en adelante va a ser siempre el 11 de julio. Y eso es lo que ha sucedido en agosto: virtualmente no ha habido un día en que no haya habido protestas”, dijo Juan Antonio Blanco, director ejecutivo de la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba.
“El día 1º. comenzó con cacerolazos desde Pinar del Río hasta Santiago de Cuba; 16 el mismo día en 9 provincias, siendo el del barrio Altamira en Santiago de Cuba, el que alcanzó mayores dimensiones”, reseña el informe.
“Ese día también ocurrió una protesta pública de familiares de presos por el 11J frente a la Catedral de La Habana y el apedreamiento de dos tiendas MLC (Moneda Libremente Convertible) en Holguín y Sancti Spíritus".
De las manifestaciones sucedidas el mes pasado, 219 fueron por derechos políticos y civiles, detalla el informe que aclara que, en muchos casos, lo que comenzó como una demanda social como es la terminación de los cortes eléctricos, se radicalizó y devino en demandas políticas.
“Son más de once diarias. Una buena parte de ellas fueron cacerolazos que se multiplicaron de los 20 que había habido el mes pasado, a 49”, recalcó Blanco.
En ese sentido refiere la organización, las demostraciones en las que se acusa directamente al gobierno por su mala gestión se duplicaron hasta 172; muchas de ellas exigieron un cambio del gobierno de Miguel Díaz-Canel, e incluso un cambio de sistema.
Asimismo, 142 ocurrieron en defensa de los derechos económicos, sociales y culturales, mayormente contra los cortes de electricidad, la inflación, el colapso del sistema de salud, la higiene ambiental y el desabastecimiento, afirma el documento.
“Además ha habido fenómenos nuevos, como policías que se negaron a reprimir en Nuevitas, [Camagüey], carros especiales de policía traídos para reprimir que fueron rechazados a pedradas, e intentos de diálogo por parte de los ciudadanos con represores. O sea, se están ensayando por parte de la población todas las posibilidades: la de protestar pacíficamente en la calle, la de establecer una conversación, no un diálogo, con los represores. Y el primer intento ha sido fallido. Los represores le fueron para arriba cuando terminó la conversación”, precisó el ejecutivo de la Fundación.
El informe indica que “se profundiza la crisis de credibilidad de las autoridades. El desastre de la Base de Súper Tanqueros en la bahía de Matanzas y el colapso del sistema energético nacional pusieron en primer plano la falta de previsión de la dirigencia y la ineficiencia del sistema de gobernanza para proveer estabilidad interna”.
“Lo importante es que esto se mueve contrario a todos los pronósticos pesimistas. Si se mueve, se mueve hacia adelante y lo que no tiene salida es el régimen en las actuales circunstancias, o se van o simplemente el sistema que tienen se va a derrumbar”, auguró.
Las protestas han asumido una gran diversidad de formatos, desde manifestaciones callejeras hasta plegarias masivas en lugares públicos, cacerolazos, pintadas, campañas, misas contestatarias, hackeo de sitios oficiales y hoteles extranjeros asociados al grupo militar-empresarial GAESA, denuncias en las redes sociales, renuncias a centros de trabajo para no aceptar las reglas políticas, participación en las transacciones económicas del mercado informal y, por supuesto, la emigración misma.
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