La alimentación a las reclusas de la Cárcel de Mujeres de Guamajal, en Villa Clara, no contiene los nutrientes mínimos que debe tener para garantizarles la salud, denunció la madre de dos prisioneras políticas.
"Están dando puré de papas y plátano hervido. Eso no es, ni remotamente, una buena alimentación. Sin embargo, los funcionarios y trabajadores del centro penitenciario comen y almuerzan todos los días arroz, carne y frijoles", denunció Bárbara Isaac Rojo, madre de Lisdanys y Lisdianys Rodríguez Isaac, condenadas a 8 años de prisión por su participación en las protestas del 11 de julio en la localidad villaclareña de Placetas.
Las Reglas Mínimas para el Tratamiento a los Reclusos de Naciones Unidas estipulan que toda persona privada de libertad "recibirá de la administración, a las horas acostumbradas, una alimentación de buena calidad, bien preparada y servida, cuyo valor nutritivo sea suficiente para el mantenimiento de su salud y de sus fuerzas".
"Tampoco tienen una buena atención médica. Cuando las presas necesitan una pastilla para el dolor, los carceleros les dicen que no hay. Y en el mejor de los casos, dan una pastilla para dos reclusas. Si están enfermas o requieren de asistencia médica, las autoridades contestan que no hay médico", señaló Isaac.
"Mi hija Lisdanys está padeciendo de fuertes dolores de cabeza debido, aparentemente, a problemas de la vista y la otra, Lisdiany, le atacan dolores en la boca del estómago. Han pedido ser atendidas por un profesional y las autoridades han hecho caso omiso a sus solicitudes".
En este sentido, establecen las conocidas también como Reglas Mandela que "todo establecimiento penitenciario dispondrá por lo menos de los servicios de un médico calificado".
Bárbara Isaac Rojo se refirió, además, al carácter espurio del juicio a los manifestantes de Placetas, en el que, según afirma, no oficiaron los fiscales designados.
"Cambiaron todas las declaraciones a su conveniencia. Sentenciaron a ocho años injustamente a las gemelas ya que el delegado Héctor Luis de la Fe Freire se ensañó con ellas y les dijo delante de mí que él iba a asegurarse de que ellas estuvieran bastante tiempo presas y, en contubernio con los fiscales y el tribunal arreglaron todo para sentenciar a ocho años de prisión a mis hijas".