Tom Brady contra Russell Wilson en guerra de mariscales; Bill Belichik frente a Pete Carroll en duelo de entrenadores, Marshawn Lynch que no habla con la prensa y LeGarrette Blount porque habla demasiado, el 49º Superbowl se jugará el domingo a la sombra del escándalo del "Deflategate".
Los actuales campeones Seattle Seahawks se enfrentan en la final del campeonato nacional de football americano a unos New England Patriots que han ganado tres Superbowls, ocho campeonatos de Conferencia y 16 de su División, y que tienen al frente a dos futuros miembros del Salón de la Fama como Brady y Belichik.
El encuentro se jugará en el estadio de la Universidad de Phoenix (Arizona) desde las 23H30 GMT, y promete superar la cifra de 111.5 millones de televidentes que acaparó el año pasado.
El mega evento deportivo más importante de Estados Unidos es el momento más rentable para la mercadotecnia del sector, con comerciales de televisión de 30 segundos que pueden llegar a costar 4.5 millones de dólares.
Hasta Ecuador se ha colado en esta danza de los millones. El Ministerio de Turismo de ese país anunció una contratación con la cadena estadounidense NBC para un anuncio turístico que le costará 2.9 millones de dólares.
Este Superbowl se juega a la sombra del escándalo del "Deflategate", el episodio de los balones desinflados de los Patriots en su victoria sobre Indianápolis Colts en la final de la Conferencia Americana.
Tom Brady completó en ese encuentro 23 de 35 pases y lanzó tres touchdowns para guiar la paliza de los Patriots sobre los Colts 45-7, y el pase a su sexto Superbowl.
Pero después se descubrió que los balones tenían menos aire de lo que establecen los reglamentos de la liga (NFL), lo que dio pie al "Deflategate" (Desinflargate).
Brady es el líder de todos los tiempos en victorias de postemporada para un mariscal de campo con 19 triunfos.
Su contraparte, Russell Wilson, tiene menos cartel, pero ha demostrado ser un batallador incansable en los apenas dos años que lleva en la liga.
En la final de Conferencia hace dos semanas ante los poderosos Green Bay Packers, los Seattle Seahawks levantaron vuelo cuando parecían totalmente desplumados, y con tres touchdowns consecutivos de Wilson en los minutos finales vencieron 28-22 para avanzar al Superbowl por segundo año consecutivo.
El estilo enérgico del entrenador de Seattle, Pete Carroll, contrasta con el reposado y sesudo del estratega de New England, Bill Belichick. Pero en su método, cada uno ha sabido sacar lo mejor de sus equipos.
Bajo el mando de Belichik, los Patriots han ganado los Superbowls de 2001, 2003 y 2004, mientras que Carroll, en su quinto año con los Seahawks, está compitiendo para convertirse en el primer entrenador en ganar dos Superbowls consecutivos en la actual década.
El último equipo en conseguir esa hazaña fue precisamente New England Patriots, cuando Belichik los llevó al título en 2003 y 2004.
Carroll promueve la singularidad de cada jugador, Belichick se atiene al molde tradicional de la NFL con el mantra de "Haz tu trabajo".
Belichick, de 62 años, busca ser el segundo entrenador en la historia de la NFL en ganar cuatro Superbowls. Y él es el único en llevar a su equipo a seis finales por el título.
El running back de los Seattle Seahawks, Marshawn Lynch, no es precisamente el tipo más popular entre la prensa que cubre el Superbowl. Su negativa a dar declaraciones y entrevistas le ha ganado el mote de "El Mudo" Lynch, pero a él le es indiferente.
Y por ello ha pagado varios miles de dólares en multas, pero eso apenas es un arañazo en las arcas de un hombre que ganará 5 millones de dólares esta temporada.
"Vengo a conferencias de prensa y ustedes me ponen sus cámaras y micrófonos en la boca", expresó molesto el jugador en su única alocución la semana anterior.
En el lado contrario está LeGarrette Blount, un hombre que habla hasta por los codos y que podría convertirse en el "Factor X" que guíe la victoria de los Patriots.
En el triunfo ante Colts, Blount corrió 30 veces para 148 yardas y tres touchdowns, y casi hubo que quitarle el micrófono de la boca al finalizar el partido.