El intensificado embargo de EE.UU. y la quiebra del turoperador Thomas Cook han puesto en jaque a Cuba, que perdió casi 500.000 turistas en 2019.
Para revertir la situación, los hoteleros apuntan a China, Rusia y sobre todo a los cada vez más cubanos que se pueden permitir unas buenas vacaciones.
"Nuestro principal mercado es el interno, el del turismo cubano. Creció mucho más de un 10 % en 2019 y aumenta todos los años", asegura a Efe Reiner Rendón, delegado del Ministerio de Turismo en la provincia de Sancti Spiritus, donde se encuentra la ciudad colonial de Trinidad, tercera villa fundada por la Corona española en Cuba hace más de cinco siglos e inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Con más de 1,4 millones de estancias anuales -según el delegado- Trinidad suele estar en el itinerario de todo viajero que visita Cuba para algo más que sol y playa. Las autoridades han apostado fuerte por esta joya patrimonial y planean casi sextuplicar en la próxima década el número de habitaciones disponibles, desde las 3.945 actuales hasta 22.276.
La proyección sigue en pie pese a que Cuba ha perdido más de un 8 % de visitantes, que pasaron de más de 4,7 millones en 2018 a 4,3 en 2019, según estimaciones del Gobierno, que plantean un futuro incierto para el sector.
¿Quién ocupará las nuevas plazas hoteleras de la ciudad y alrededores? Según el responsable provincial de Turismo, la mayoría se llenarán de extranjeros pero una buena parte de las reservas serán de cubanos venidos de La Habana, Santiago, Villa Clara o Camagüey.
Rendón afirma que cada vez más locales "de todos los estratos" disfrutan de unas cómodas vacaciones en Trinidad, y va más allá: "tengo que decirle que mucho turismo nacional se está orientando a los hoteles de cuatro y cinco estrellas", remarca.
"Está claro que los de más alto estándar no están al alcance muy fácil de un trabajador asalariado. Aquí hay muchos trabajadores no estatales y que tienen (dinero), y profesionales", reconoce Rendón.
El funcionario se refiere a los nuevos emprendedores o "cuentapropistas", convertidos en un importante motor económico desde que el exgobernante Raúl Castro suavizara, ya entrado el presente siglo, los férreos postulados comunistas abriendo un resquicio al sector privado.
Al auge del turismo doméstico, incapaz por sí solo de revitalizar el sector, se suman los cada vez más frecuentes visitantes de dos países socios políticos de Cuba: China y Rusia. Por ejemplo, el turismo ruso en Cuba se ha disparado desde 51.000 viajeros en 2017 a 137.000 en 2018 y 178.000 el año pasado, la mayoría en vuelos directos desde Moscú.
Al igual que en años anteriores, Canadá fue en 2019 el principal emisor de turistas a la isla, seguido de la comunidad cubana en el exterior, EE.UU., Francia, Alemania, México y España.
El año pasado la administración Trump vinculó a Cuba con los abusos del régimen venezolano de Nicolás Maduro y endureció el embargo vigente desde hace seis décadas con nuevas sanciones, gran parte de ellas destinadas a reducir la captación de divisas por parte del sector turístico.
La prohibición de los viajes de cruceros, yates y aviones privados, nuevas restricciones a viajes de particulares o la eliminación de instalaciones hoteleras de la isla de sistemas de búsqueda en internet fueron las primeras medidas, que provocaron una caída del 5,2% interanual en las llegadas de estadounidenses a Cuba en los primeros nueve meses de 2019.
A esto se sumaron la suspensión, a finales de año, de todos los vuelos regulares desde EE.UU. excepto a La Habana, y ya entrado 2020 la misma medida aplicada a los vuelos chárter, por lo que se calcula que el descenso porcentual de turistas del país norteamericano alcance los dos dígitos.
Por otro lado el gigante turístico Thomas Cook, principal emisor de turistas británicos a Cuba, quebró en septiembre, provocando cancelaciones masivas de viajes.
Uno de los puertos que más frecuentaban los cruceros de Thomas Cook es el de Cienfuegos, ciudad cuyo centro histórico fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO por su valiosa arquitectura colonial combinada con una fértil variedad de expresiones artísticas.
Fundado en 1959, el año de la Revolución que cambió la historia de Cuba, y hoy gestionado por la cadena española Meliá, el emblemático hotel Jagua de esta ciudad portuaria conocida como "la perla del sur" es uno de los que más sufren el bache turístico.
Mientras en enero del año pasado el 63 % de sus habitaciones estaban ocupadas, recién comenzado 2020 apenas se ven clientes en el bar o la piscina. "Este año, tras la retirada de operaciones de americanos y la quiebra de Thomas Cook tenemos un 35% de ocupación", declara a Efe la subdirectora del hotel, Liliana Guerra.
Asegura que, al caer drásticamente las llegadas de extranjeros, se hizo necesaria "una nueva proyección hacia el mercado interno".
Por primera vez en seis décadas se lanzaron ofertas especiales de navidad especialmente para cubanos, que se han prorrogado en enero y febrero.
"El cliente nacional es un cliente tranquilo, que viene a caminar la ciudad, el centro histórico", elogia, aunque reconoce que aún quedan algunos años para que el mercado local gane suficiente poder adquisitivo para desbancar a los hoy principales emisores: Alemania, Italia y Francia.
En esta tesitura, el hotel se someterá a una millonaria remodelación para ascender de categoría. Es un proyecto pensado a largo plazo y el bache del turismo es circunstancial, así que saldrá adelante tal y como estaba previsto, afirma la subdirectora.