Las palabras vinieron a la mente automáticamente al leer el reportaje del entrenador de una liga de fútbol en Cooper City que había sido echado del juego por hablarle español a sus jugadores. Pensé que esto era una cuestión de discriminación, de cortesía, de los días en que trataron de imponer el inglés en Miami-Dade. Pensé que todo había sido un mal entendido.
Es posible que lo ocurrido haya sido una combinación de estas cosas.
Como veterano de mil batallas sobre la discusión sobre el idioma en que debemos de hablar en público en Miami-Dade admito que me molestó el incidente.
No existen reglas fáciles ni claras que nos indica cuando es adecuado hablar en español y cuando no lo es. No hay leyes al respecto,; solo sentido común.
En este caso en particular habría que saber cuáles eran las intenciones del árbitro Justin Arner Rose al advertirle al entrenado Rubén Albarrqacín que no podia hablarle en español a sus jugadores y a expulsarlo del partido por hacerlo. Hay que decir lo mismo sobre la mama de Rose, la jefe de árbitros de la liga y la que decidió decirle a los mismos que no podían permitir que los entrenadores hablaran en español a sus jugadores.
Geri Kelly, uno de los miembros de la junta directiva del Optimist Club dijo que “en una reunión habíamos decidido que para el beneficio de la mayoría todos debían hablar el mismo idioma. No tenemos una regla que dice que no se puede (hablar español). Eso no sería aceptable”, agregó.
Su lógica es impecable, aunque la organización está trazando una línea muy difícil de imponer. Hacerlo voluntario es legal. Imponerlo no lo es. Si ellos quieren que todos participen en el juego por bue compañerismo en juegos amistosos la idea es aceptable. Pero si el mismo es un juego en serio entre muchachones de 14 y 18 años que quieren ganar, entonces están mal.
En una competencia hay que aprovecharse de todo. La idea que hay que hablar un idioma que todos entienden es una estupidez. En todos los juegos hay estrategias en las cuales un equipo trata de engañar al otro con seños y palabras claves. Entonces, ¿Qué hay de malo en hacerlo en españo? Es cierto que le da ventaja a un equipo, pero eso es irrelevante en una competencia.
Repito, este es un juego entre muchachos de 14 y 18 años. A esa edad en las secundarias se juega a ganar y ahí valen todo tipo de señas y de estrategias. Todos quieren ganar y se aprovechan de cualquier ventaja que tengan.
Lo mismo debe ocurrir en esta liga. El fútbol es un deporte internacional y cuando juegan contra un equipo alemán lo jugadores hablan en su idioma natal. Ahí el inglés es una ventaja para los estadounidenses y el alemaán para los alemanes.
Por supuesto que debemos siempre no olvidar los buenos modales. Uno no debe de hablar español en frente de un grupo de personas que no lo entienden. Cuando entre en un elevador y me encuentro con personas que no hablan español automáticamente cambio al inglés como cosa de cortesía. Es pura lógica y buenos modales.
Pero impedir el uso del español en una liga organizada es inaceptable y probablemente inconstitucional. Sin duda va en contra de los derechos de la libre expresión.
En Broward no veo a nadie quejarse que los canadienses de Quebec y Montreal que vienen a la zona hablan francés. Traen mucho dinero a la zona y eso lima todas las asperezas. No importa que no entendamos una papa de lo que dicen.
El club Optimista de Cooper City tiene el derecho a sugerir que los entrenadores no le hablen en español a sus jugadores. Pero no pueden imponer reglar escritas u orales prohibiendo el uso del español.
Yo soy optimista y como veterano de muchas de estas discusiones nunca pensé que se repetirían en Broward. Me equivoqué. Los residentes de Broward deben entender que hay muchas comunidades en el condado cuyos residentes no hablan bien inglés. Hay residentes que vienen de América Latina, de Haití.
Debemos respetar sus derechos. Por eso las boletas están impresas en tres idiomas. El club de Optimistas de Cooper City debe recordar estas cosas. Insistir en que hablen sólo inglés es discriminatorio y deben dejar de hacerlo en forma inmediata.
Es posible que lo ocurrido haya sido una combinación de estas cosas.
Como veterano de mil batallas sobre la discusión sobre el idioma en que debemos de hablar en público en Miami-Dade admito que me molestó el incidente.
No existen reglas fáciles ni claras que nos indica cuando es adecuado hablar en español y cuando no lo es. No hay leyes al respecto,; solo sentido común.
En este caso en particular habría que saber cuáles eran las intenciones del árbitro Justin Arner Rose al advertirle al entrenado Rubén Albarrqacín que no podia hablarle en español a sus jugadores y a expulsarlo del partido por hacerlo. Hay que decir lo mismo sobre la mama de Rose, la jefe de árbitros de la liga y la que decidió decirle a los mismos que no podían permitir que los entrenadores hablaran en español a sus jugadores.
Geri Kelly, uno de los miembros de la junta directiva del Optimist Club dijo que “en una reunión habíamos decidido que para el beneficio de la mayoría todos debían hablar el mismo idioma. No tenemos una regla que dice que no se puede (hablar español). Eso no sería aceptable”, agregó.
Su lógica es impecable, aunque la organización está trazando una línea muy difícil de imponer. Hacerlo voluntario es legal. Imponerlo no lo es. Si ellos quieren que todos participen en el juego por bue compañerismo en juegos amistosos la idea es aceptable. Pero si el mismo es un juego en serio entre muchachones de 14 y 18 años que quieren ganar, entonces están mal.
En una competencia hay que aprovecharse de todo. La idea que hay que hablar un idioma que todos entienden es una estupidez. En todos los juegos hay estrategias en las cuales un equipo trata de engañar al otro con seños y palabras claves. Entonces, ¿Qué hay de malo en hacerlo en españo? Es cierto que le da ventaja a un equipo, pero eso es irrelevante en una competencia.
Repito, este es un juego entre muchachos de 14 y 18 años. A esa edad en las secundarias se juega a ganar y ahí valen todo tipo de señas y de estrategias. Todos quieren ganar y se aprovechan de cualquier ventaja que tengan.
Lo mismo debe ocurrir en esta liga. El fútbol es un deporte internacional y cuando juegan contra un equipo alemán lo jugadores hablan en su idioma natal. Ahí el inglés es una ventaja para los estadounidenses y el alemaán para los alemanes.
Por supuesto que debemos siempre no olvidar los buenos modales. Uno no debe de hablar español en frente de un grupo de personas que no lo entienden. Cuando entre en un elevador y me encuentro con personas que no hablan español automáticamente cambio al inglés como cosa de cortesía. Es pura lógica y buenos modales.
Pero impedir el uso del español en una liga organizada es inaceptable y probablemente inconstitucional. Sin duda va en contra de los derechos de la libre expresión.
En Broward no veo a nadie quejarse que los canadienses de Quebec y Montreal que vienen a la zona hablan francés. Traen mucho dinero a la zona y eso lima todas las asperezas. No importa que no entendamos una papa de lo que dicen.
El club Optimista de Cooper City tiene el derecho a sugerir que los entrenadores no le hablen en español a sus jugadores. Pero no pueden imponer reglar escritas u orales prohibiendo el uso del español.
Yo soy optimista y como veterano de muchas de estas discusiones nunca pensé que se repetirían en Broward. Me equivoqué. Los residentes de Broward deben entender que hay muchas comunidades en el condado cuyos residentes no hablan bien inglés. Hay residentes que vienen de América Latina, de Haití.
Debemos respetar sus derechos. Por eso las boletas están impresas en tres idiomas. El club de Optimistas de Cooper City debe recordar estas cosas. Insistir en que hablen sólo inglés es discriminatorio y deben dejar de hacerlo en forma inmediata.