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Grandes Ligas en Londres… ¿y La Habana, cuándo?


Vista general del estadio olímpico de Londres.
Vista general del estadio olímpico de Londres.

¿Le tocaría a La Habana, en algún momento, convertirse en escenario de un pleito oficial de Grandes Ligas?

Lo anunció el comisionado Rob Manfred y lo reproduce en la web el sitio de Major League Baseball (MLB): el estadio olímpico de Londres podría albergar algunos juegos del calendario regular del Big Show en la temporada 2017.

El mejor béisbol del mundo ha inaugurado siete veces su calendario fuera del territorio de la Unión, la más reciente cuando Dodgers de Los Ángeles y D-backs de Arizona iniciaron en Sydney, Australia, la justa de 2014. "Pero en Londres, por el rigor del clima solo entraríamos en acción a mediados de la campaña", dijo Manfred durante la conferencia de prensa a propósito de celebrar su primer año en la cúpula del béisbol.

Y yo me pregunto, ahora que tanto se habla del deshielo en las relaciones Cuba-Estados Unidos, ¿le tocaría a La Habana, en algún momento, convertirse en escenario de un pleito oficial de Grandes Ligas?

Creo que semejante decisión iría más allá de la autorización de Washington para soslayar otro recoveco del embargo, algo que ya va siendo un lugar común. Estaría también, me parece, más allá de las reticencias de La Habana, que en muchos temas ha demostrado --después del 17 de diciembre de 2014-- que "compró pescado y ahora le tiene miedo a los ojos".

Cuba --o las mismísimas Grandes Ligas, no lo sé-- tendrían que desembolsar una cifra multimillonaria para reconstruir (o hacerlo nuevo) el viejo estadio del Cerro. Es que para el béisbol organizado no basta en estos tiempos con tener un terreno donde ir en busca de la pelota y disponer de unas ásperas gradas de concreto en las cuales "incomodar" a decenas de miles de fanáticos.

Tengo aun fresca en la memoria aquella visita a Cuba de Orioles de Baltimore, en 1999. Entonces se asfaltaron un par de cuadras en las inmediaciones del añejo parque de La Habana, se cubrió con mantas oscuras la sección de graderías del jardín central --ningún estadio norteamericano permite la presencia de público en esa zona-- y se colocaron protecciones acolchonadas sobre las cercas: "si mencionan estos arreglos escriban que todo estaba en los planes de nuestro deporte, que no tienen nada que ver con la llegada de Orioles", insistían ante la prensa, nerviosamente, los funcionarios deportivos cubanos.

Pero un juego del calendario oficial difiere por mucho de una visita amistosa, y albergar a beisbolistas millonarios requiere de dugouts y vestidores de primer nivel, entre otras necesidades. Y la atención a la prensa, en particular la compleja televisión de estos tiempos, precisa de algo más que un ruinoso palco y la ruleta rusa en que se ha convertido un ascensor que está a menudo allí fuera de servicio.

Mejor dejemos de soñar, y ojalá que al menos --aquel sufrido pueblo se merece el espectáculo-- se haga realidad el proyecto de disputar en Cuba algún partido de pretemporada liga mayorista.

A la espera de la campaña 2016, y de la curiosidad que sería jugar en Londres durante 2017, recordemos que el Big Show ha echado a andar torneos previos en Monterrey, México (1999); San Juan, Puerto Rico (2001), así como en cuatro ocasiones en Tokyo, Japón (2000, 2004, 2008 y 2012), amén de la ya referida incursión por Australia.

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