La idea de que las brigadas médicas cubanas enviadas a decenas de países están formadas por personas que negociaron un contrato previo para irse a cumplir esa noble faena es un error, según profesionales de la salud cubanos consultados por Radio Televisión Martí y una demanda presentada por cuatro de ellos el 12 de mayo en una corte federal de la capital estadounidense contra la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
En una conferencia de prensa este miércoles, el secretario de Estado de Estados Unidos Mike Pompeo anunció que la OPS está abriendo una investigación independiente sobre el programa Mais Medicos.
“Hace unas pocas semanas, creo que desde aquí mismo, critiqué a la Organización Panamericana de la Salud por no revelar detalles del programa Mais Medicos que usa médicos cubanos como esclavos en un acuerdo de más de mil millones de dólares”, dijo Pompeo. “Hoy celebro la decisión de la OPS de iniciar una investigación independiente”.
En Cuba hay una empresa a cargo de los "contratos" del personal de salud: la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos, S.A. (CSMC), registrada el 11 de octubre de 2011 y con sede en la calle 44 número 502, esquina a Quinta Avenida, en el municipio capitalino de Playa.
“Nunca nos dieron oportunidad de negociar el contrato”, le dijo a Radio Televisión Martí desde Sao Jose do Norte, en Brasil, la doctora Mara González, que formó parte de la brigada médica cubana llegada a ese país en diciembre de 2016. “Solo firma aquí, y punto”, cuenta que le dijeron.
Al menos algunos de esos “contratos” con médicos enviados a Brasil en 2013 los firma, de parte de CSMC, un especialista de negocios, el Dr. Rodolfo Álvarez Villanueva.
¿Pueden entonces negarse a firmar semejante documento los médicos que no estén de acuerdo con sus cláusulas? Hay un problema, y tiene que ver precisamente con el costo de la formación académica “gratuita”.
“Ninguno se niega; si llegara a hacerlo no sale del país nunca”, le dijo a Radio Televisión Martí, también desde Brasil, el Dr. Eduardo Enrique Herrera, quien no llegó allí como parte de una brigada médica cubana, sino por cuenta propia, y ahora figura entre los galenos llamados por el gobierno brasileño para enfrentar la pandemia del coronavirus en las zonas más afectadas.
La confianza política ha sido un factor determinante en la selección de quiénes integran esas brigadas. “A nosotros no nos daban misión a ninguna parte”, dice refiriéndose a él y a su esposa Lázaro Vichot, un técnico de salud que trabajó entre 2015 y 2017 en el Departamento de Estadísticas Médicas de la Dirección Provincial de Salud en Matanzas y ahora reside en Arizona. “Ni la pedíamos, de entrada no te la daban, porque éramos posibles emigrantes”.
La Organización Panamericana de la Salud hizo acuerdos con una entidad privada llamada Sociedad Mercantil Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos S.A. (CSMC) para traficar personal médico cubano a Brasil, puede leerse en la página 4 de la demanda presentada por Ramona Matos Rodríguez, Tatiana Carballo Gómez, Fidel Cruz Hernández y Russela Margarita Rivero Sarabia contra la OPS.
Los demandantes aseguran que fue un funcionario del gobierno cubano quien les entregó el contrato para que lo firmaran, no un empresario, y que solo pudieron leerlo la víspera del viaje al país adonde eran enviados.
“No hubo negociación, ni ningún contacto con la OPS, ni con las autoridades cubanas, ni con la compañía cuyo nombre aparece en el contrato, la Sociedad Mercantil Cubana Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos, S.A. (CSMC)”, precisa el último párrafo de la página 53 de la demanda.
“Los demandantes fueron reclutados y les dieron su firma a funcionarios del gobierno cubano”, continúa el texto legal, presentado inicialmente en noviembre de 2018 en una corte de Miami.
La sección “Quiénes somos” de la página de internet de CSMC habla de “una oferta integral para la exportación de servicios asociados a la salud”, desglosa los que ofrece dentro de Cuba por provincias y presenta fichas de ocho expertos, pero no dice quiénes administran la Comercializadora.
Cierto: se trata de una Sociedad Anónima, con todos los beneficios que eso representa. Pero toda sociedad anónima tiene, de un lado, una junta de accionistas, y del otro una administración, y a veces también una llamada junta de vigilancia.
Que los accionistas no den la cara es comprensible, pues para eso fueron creadas: para que los verdaderos dueños puedan mantenerse al margen –a menos que decidan lo contrario—, mientras personas diestras en el negocio correspondiente manejan su dinero.
Por lo general, en las naciones de mercado libre, los propietarios de las sociedades anónimas no son los mismos que sus administradores. Pero que no aparezcan ni los accionistas ni los administradores revela el lado más oscuro del negocio.
El caso de CSMC ejemplifica cómo los regímenes totalitarios se sirven de herramientas capitalistas -no socialistas- para sobrevivir en el mercado global y darle a un gobierno las ganancias que deberían ir a manos de los verdaderos accionistas, en este caso los contribuyentes cubanos, que no están debidamente representados en el órgano legislativo, al cual correspondería decidir tanto las inversiones como el uso de las ganancias.
De acuerdo con cifras oficiales publicadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), Cuba cobró en 2018 más de 6.398 millones de dólares por concepto de “servicios de salud humana y servicios de atención social”, reportados como pesos en su artificial equivalencia monetaria. Así, con su gestión para pactarlos, la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos, S.A., se convierte en la principal fuente de ingresos del gobierno.
En un distante segundo lugar, el renglón que le sigue en rentabilidad, y que aparece bajo la categoría de “servicios de soporte”, aportó cerca de una sexta parte de aquella cifra: poco más de 1.319 millones de dólares.
La voluntad del contratado
En otra sección de la página de internet de CSMC, dedicada a “Preguntas más frecuentes”, no aparece ninguna pregunta. Solo un párrafo que se repite:
“Para llevar a cabo con efectividad su gestión”, dice, “Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos, S.A. establece relaciones contractuales directas con entidades nacionales y extranjeras, organismos regionales e internacionales, gobiernos centrales o locales, entidades públicas o privadas y demás personas jurídicas debidamente acreditadas, así como con personas naturales, brindando la posibilidad de personalizar todos y cada uno de los programas y servicios que ofertamos”.
Inexplicablemente, no hace ninguna mención de las relaciones contractuales con los médicos, enfermeros, técnicos y demás profesionales de la salud cubanos que integrarían las brigadas potencialmente “contratadas” por la Comercializadora para enviarlos a otros países.
“La voluntad del contratado se presupone”, dijo a fines de los años 90 en La Habana un experto legal durante un encuentro teórico de la Unión de Juristas de Cuba, recuerda el analista Miguel Fernández.
Discutían las especificidades de los contratos para enviar cubanos como mano de obra a otros países, “y el contrato dejó de ser laboral para ser administrativo”, indica Fernández. O sea: carente de lo que en tantos lugares del mundo habrían sido las insoslayables garantías laborales del contratado.
Se daba por sentado que, tratándose de un viaje al extranjero, el cubano no tendría reparos: iba a ser una forma de escapar, dice. “Los contratos reconocían tácitamente que salir de Cuba era una bendición, y que por lo tanto la gente estaba dispuesta a firmar cualquier cosa”, comenta el jurista.
Lo que en estados de derecho se conoce como “incumplimiento de contrato” a la hora de fijar las causas que liberan a una de las partes de las obligaciones contraídas con la otra por alguna violación de los términos afecta siempre al médico, al enfermero o al técnico sanitario “contratado”, pero nunca a la empresa comercializadora del gobierno cubano.
Variedad de servicios
CSMC se ha ocupado no solo de pactar con las autoridades de los países a los cuales La Habana envía brigadas médicas: también se encarga, por ejemplo, de lo que Cuba cobra a ciudadanos extranjeros para estudiar Medicina en la isla, como el caso de Namibia, cada uno de cuyos estudiantes pagaba 86,108 dólares estadounidenses en 2012 por los seis años de la carrera.
La CSMC dice que va “más allá del concepto de turismo de salud” y presenta siete modalidades de servicios, empezando por la asistencia médica en Cuba, la docencia (el caso de los estudiantes namibios), los “servicios de salud, para el bienestar y la calidad de vida en Cuba” (lo que supone atención privilegiada para quienes paguen en divisas); servicios médicos y de salud en frontera; productos ópticos, farmacéuticos y medicina natural y tradicional; como anfitrión de eventos científicos, y las brigadas que se envían a otros países.
Los “contratos” no negociados por los profesionales de la salud cubanos con la Comercializadora han estipulado que el 60 por ciento de sus pagos permanezca en Cuba en una cuenta abierta a su nombre, o a nombre de un “cuentahabiente”, y que esos depósitos se hagan en CUC, no en los dólares que le cobra al gobierno del país correspondiente.
Entre otras cosas, el documento incluye como una de las responsabilidades de la Comercializadora “advertir [al firmante] la estricta confidencialidad que deberá guardar sobre informaciones no públicas que le sean dadas en tal condición o a las que tenga acceso por cualquier vía […] durante la vigencia de este contrato y hasta un año después de su terminación por cualquier causa”.
El contrato no muestra escrúpulos a la hora de poner por escrito el control que el estado ejerce sobre los cubanos aun fuera del país, esta vez en cuanto a sus elecciones de pareja.
“Cumplir con la legislación cubana de contraer matrimonio con persona natural extranjera, no quedando por ello exonerado del cumplimiento de las obligaciones derivadas del referido INSTRUMENTO JURIDICO y del presente contrato”, a menos que lo autorice la dirección de la brigada en el país correspondiente, Brasil en este caso.
Lázaro Vichot recuerda el testimonio de un colega según el cual las autoridades sanitarias de Mozambique se mostraron muy sorprendidas al ver que ninguno de los médicos cubanos llegados a aquel país era casado.
“En ese contrato, y en los datos que le daban a Mozambique, eran todos solteros”, cuenta Vichot. “Y resulta que era porque Mozambique cuando […] le hacía falta el médico, le daba la posibilidad de ir con su familia, pero Cuba no lo enviaba con su familia. Entonces Cuba, para no enviarlos con su familia, ponía que todos eran solteros”.
Ambos mundos
Para vender sus servicios médicos en otros países, la Comercializadora se anuncia en Internet con mensajes como este: “Nuestros servicios se distinguen del resto por […] la disposición de productos líderes de la industria biotecnológica de probada eficacia en el mercado internacional, una red de farmacias, clínicas y hospitales de excelencia en todo el país y precios distintivos”.
Dentro de Cuba, sin embargo, la mayoría de los cubanos no disponen de nada parecido cuando se enferman, de acuerdo con los resultados de consultas hechas en 11 provincias de la isla.
Gracias a una red de encuestadores que entrevistaron cara a cara a 1,200 cubanos entre enero y febrero de este año, el Observatorio Cubano de Derechos Sociales --adscrito al Observatorio Cubano de Derechos Humanos, con sede en Madrid-- reportó en su segundo informe que solo un 16 por ciento de los encuestados consiguieron sin problemas en farmacias de la isla los medicamentos que necesitaban en los tres meses anteriores al sondeo.
El 43 por ciento no pudo conseguir medicamentos por su escasez, y un 37 por ciento tuvo que conseguirlos por otra vía, indica el estudio. Además, el 78 por ciento de los que necesitaron consultar un médico especialista tuvieron que esperar entre uno y seis meses para ser atendidos, y solo un 14 por ciento tuvo acceso al especialista en el primer mes.
“Estos niveles de demora podrían ser a consecuencia del denunciado proceso de deterioro del sistema de salud cubano, producto de la venta de servicios médicos al exterior, en detrimento de un servicio de calidad y en plazos razonables a los cubanos”, subraya el informe del Observatorio Cubano de Derechos Sociales.
El renglón mejor evaluado por los encuestados fue el de la “capacidad y desempeño de los profesionales sanitarios”, con calificaciones de muy bueno o bueno en un 45 por ciento de las respuestas.
En cambio, “para más del 50% de la población el ‘abastecimiento de material médico e insumos hospitalarios’ es malo o muy malo, y para el 29% es regular”, continúa el estudio. Y lo que la empresa comercializadora de servicios médicos al extranjero vende como “una red de clínicas y hospitales de excelencia en todo el país” tiene para quienes no pueden pagar en dólares instalaciones paralelas calificadas de entre regular y muy mal por el 60 por ciento de los encuestados.
"Nobel de Explotación"
Ante informaciones de que el programa de las brigadas médicas de Cuba en otros países había sido propuesto para una nominación al Premio Nobel, el periodista independiente camagüeyano Henry Constantín Ferreiro dijo estar de acuerdo, pero con ciertas precisiones.
“Se lo merece. Pero no el Nobel de la Paz, sino el de Economía”, escribió Constantín Ferreiro en su página de Facebook. “A nadie se le había ocurrido antes el negocio de mantener bien pobres a los médicos para luego alquilarlos adonde sea, quedarse con el mayor por ciento del pago y además decir que eso es altruismo. Y Nobel de Economía, solo porque no hay Nobel de Explotación”.